Caballeros 1

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viernes, 10 de noviembre de 2017

Examen de La Celestina.







1.- Explica cuál es el comportamiento de Parmeno a lo largo de la obra.
2.- Celestina, para seducir a Melibea,  busca refuerzos en la brujería. ¿Crees que dan resultado? Justifica tu respuesta.
3.- Esta historia transcurre en un contexto en el que el catolicismo tiene mucho poder, en la obra,  Celestina pide confesión antes de morir,  Calisto también pide confesión cuando yace moribundo tras caer del muro, Melibea se suicida. Los tres mueren sin recibir la confesión que perdonaría sus culpas. ¿Crees que Rojas quiere transmitir algún mensaje moral o religioso?. Desarrolla la respuesta.
4.- Localiza y comenta los siguientes textos en función de tu lectura.
A.- CELESTINA.- ¡Mala landre te mate! ¡Y cómo lo dice el desvergonzado! Dejadas burlas y pasatiempos, oye ahora, mi hijo, y escucha. Que, aunque a un fin soy llamada, a otro soy venida y aunque contigo me haya hecho de nuevas, tú eres la causa. Hijo, bien sabes cómo tu madre, que Dios haya, te me dio viviendo tu padre. […] Que, como Séneca nos dice, los peregrinos tienen muchas posadas y pocas amistades, porque en breve tiempo con ninguno no pueden firmar amistad. Y el que está en muchos cabos, está en ninguno. Ni puede aprovechar el manjar a los cuerpos que en comiendo se lanza, ni hay cosa que más la sanidad impida que la diversidad y mudanza y variación de los manjares. Y nunca la llaga viene a cicatrizar, en la cual muchas medicinas se tientan. Ni Dios envió a dos ángeles a Sodoma para salvar a Lot y su familia, antes de destruir la ciudad a causa de sus horribles pecados. Al ver a esos ángeles, los sodomitas intentaron violarlos. Sempronio hace un chiste, ya que Sempronio quiere tener relaciones sexuales con Melibea, a quien proclama como su dios. la planta, que muchas veces es traspuesta. Ni hay cosa tan provechosa que en llegando aproveche. Por tanto, mi hijo, deja los ímpetus de la juventud y tórnate con la doctrina de tus mayores a la razón. Reposa en alguna parte. ¿Y dónde mejor que en mi voluntad, en mi ánimo, en mi consejo, a quien tus padres te remetieron? Y yo, así como verdadera madre tuya, te digo, so las maldiciones que tus padres te pusieron, si me fueses inobediente, que por el presente sufras y sirvas a este tu amo, que procuraste, hasta en ello haber otro consejo mío. Pero no con necia lealtad, proponiendo firmeza sobre lo movible, como son estos señores de este tiempo. Y tú gana amigos, que es cosa durable. Ten con ellos constancia. No vivas en flores . Deja los vanos prometimientos de los señores, los cuales desechan la sustancia de sus sirvientes con huecos y vanos prometimientos. Como la sanguijuela saca la sangre, desagradecen, injurian, olvidan servicios, niegan galardón. ¡Ay de quien en palacio envejece ! Como se escribe de la probática piscina5 , que de ciento que entraban, sanaba uno. Estos señores de este tiempo más aman a sí que a los suyos. Y no yerran. Los suyos igualmente lo deben hacer. Perdidas son las mercedes, las magnificencias, los actos nobles. Cada uno de estos cativa y mezquinamente procuran su interés con los suyos. Pues aquellos no deben menos hacer, como sean en facultades menores, sino vivir a su ley. Dígolo, hijo Pármeno, porque este tu amo, como dicen, me parece rompenecios
 PÁRMENO.- Celestina, todo tremo en oírte. No sé qué haga, perplejo estoy. Por una parte, téngote por madre; por otra, a Calisto por amo. Riqueza deseo; pero quien torpemente sube a lo alto, más pronto cae que subió. No querría bienes mal ganados. : de todos se quiere servir sin merced. Mira bien, créeme. En su casa cobra amigos, que es el mayor precio mundano. Que con él no pienses tener amistad, como por la diferencia de los estados o condiciones pocas veces acontezca. Caso es ofrecido, como sabes, en que todos medremos y tú por el presente te remedies. Que lo otro que te he dicho, guardado te está a su tiempo. Y mucho te aprovecharás siendo amigo de Sempronio.
B.- SEMPRONIO.- ¿Qué dices de sirvientes? ¿Parece por tu razón que nos puede venir a nosotros daño de este negocio y quemarnos con las centellas que resultan de este fuego de Calisto? ¡Aun al diablo daría yo sus amores! Al primer desconcierto que vea en este negocio, no como más su pan. Más vale perder lo servido que la vida por cobrarlo. El tiempo me dirá qué haga. Que primero que caiga del todo, dará señal, como casa, que se acuesta. Si te parece, madre, guardemos nuestras personas de peligro. Hágase lo que se hiciere. Si la hubiere, hogaño; si no, a otro año; si no, nunca. Que no hay cosa tan difícil de sufrir en sus principios que el tiempo no la ablande y haga comportable. Ninguna llaga tanto se sintió que por luengo tiempo no aflojase su tormento; ni placer tan alegre fue que no le amengüe su antigüedad. El mal y el bien, la prosperidad y adversidad, la gloria y pena, todo pierde con el tiempo la fuerza de su acelerado principio. Pues los casos de admiración y venidos con gran deseo, tan presto como pasados, olvidados. Cada día vemos novedades y las oímos y las pasamos y dejamos atrás. Diminúyelas el tiempo, hácelas contingibles CELESTINA.- Bien has dicho. Contigo estoy, agradado me has. No podemos errar. Pero todavía, hijo, es necesario que el buen procurador ponga de su casa algún trabajo, algunas fingidas razones, algunos sofísticos .[…] ¿Qué me dirás, sino que, a tres días pasados o a la segunda vista, no hay quien de ello se maraville? Todo es así, todo pasa de esta manera, todo se olvida, todo queda atrás. Pues así será este amor de mi amo: cuanto más fuere andando tanto más disminuyendo. Que la costumbre luenga amansa los dolores, afloja y deshace los deleites, desmengua las maravillas. Procuremos provecho, mientras pendiere la contienda. Y si a pie enjuto le pudiéremos remediar, lo mejor, mejor es; y si no, poco a poco le soldaremos el reproche o menosprecio de Melibea contra él. Donde no, más vale que pene el amo que no que peligre el mozo.: ir y venir a juicio, aunque reciba malas palabras del juez. Siquiera por los presentes, que lo vieren; no digan que se gana holgando el salario. Y así vendrá cada uno a él con su pleito y a Celestina con sus amores.
C.- PLEBERIO.- Alisa, amiga, el tiempo, según me parece, se nos va, como dicen, entre las manos. Corren los días como agua de río. No hay cosa tan ligera para huir como la vida. La muerte nos sigue y rodea, de la cual somos vecinos y hacia su bandera nos acostamos, según natura. Esto vemos muy claro, si miramos nuestros iguales, nuestros hermanos y parientes en derredor. Todos los come ya la tierra, todos están en sus perpetuas moradas. Y pues somos inciertos cuándo habemos de ser llamados, viendo tan ciertas señales, debemos echar nuestras barbas en remojo y aparejar nuestros fardeles acabarlo conmigo: cumplir. para andar este forzoso camino; no nos tome improvisos ni de salto aquella cruel voz de la muerte. Ordenemos nuestras ánimas con tiempo, que más vale prevenir que ser prevenidos. Demos nuestra hacienda a dulce sucesor, acompañemos nuestra única hija con marido, cual nuestro estado requiere, porque vayamos descansados y sin dolor de este mundo. Lo cual con mucha diligencia debemos poner desde ahora por obra y lo que otras veces habemos principiado en este caso, ahora haya ejecución31. No quede por nuestra negligencia nuestra hija en manos de tutores
 ALISA.- Dios la conserve, mi señor Pleberio, porque nuestros deseos veamos cumplidos en nuestra vida. Que antes pienso que faltará igual a nuestra hija, según tu virtud y tu noble sangre, que no sobrarán muchos que la merezcan. Pero como esto sea oficio de los padres y muy ajeno a las mujeres, como tú lo ordenares seré yo alegre; y nuestra hija obedecerá, según su casto vivir y honesta vida y humildad. , pues parecerá ya mejor en su propia casa que en la nuestra. Quitarla hemos de lenguas de vulgo, porque ninguna virtud hay tan perfecta que no tenga vituperadores y maldicientes. No hay cosa con que mejor se conserve la limpia fama en las vírgenes que con temprano casamiento. ¿Quién rehuiría nuestro parentesco en toda la ciudad? ¿Quién no se hallará gozoso de tomar tal joya en su compañía? En quien caben las cuatro principales cosas que en los casamientos se demandan, conviene a saber: lo primero discreción, honestidad y virginidad; segundo, hermosura; lo tercero el alto origen y parientes; lo final, riqueza. De todo esto la dotó natura. Cualquiera cosa que nos pidan hallarán bien cumplida.
D.- Mi triste hija quiso tomar la misma muerte por seguirle. Esto todo causas. Dulce nombre te dieron; amargos hechos haces. No das iguales galardones. Inicua es la ley, que a todos igual no es. Alegra tu sonido; entristece tu trato. Bienaventurados los que no conociste o de los que no te curaste. Dios te llamaron otros, no sé con qué error de su sentido traídos. Cata que Dios mata los que crió; tú matas los que te siguen. Enemigo de toda razón, a los que menos te sirven das mayores dones, hasta tenerlos metidos en tu congojosa danza. Enemigo de amigos, amigo de enemigos, ¿por qué te riges sin orden ni concierto? Ciego te pintan, pobre y mozo. Pónente un arco en la mano, con que tiras a tiento; más ciegos son tus ministros, que jamás sienten ni ven el desabrido galardón que saca de tu servicio. Tu fuego es de ardiente rayo, que jamás hace señal donde llega. La leña que gasta tu llama son almas y vidas de humanas criaturas. Las cuales son tantas que de quién comenzar pueda, apenas me ocurre. No sólo de cristianos; mas de gentiles y judíos y todo en pago de buenos servicios37. […] Del mundo me quejo, porque en sí me crió, porque no me dando vida, no engendrara en él a Melibea, no nacida no amara, no amando cesara mi quejosa y desconsolada postrimería. ¡Oh mi compañera buena! ¡Oh mi hija despedazada! ¿Por qué no quisiste que estorbase tu muerte? ¿Por qué no hubiste lástima de tu querida y amada madre? ¿Por qué te mostraste tan cruel con tu viejo padre? ¿Por qué me dejaste, cuando yo te había de dejar? ¿Por qué me dejaste penado? ¿Por qué me dejaste triste y solo in hac lachrymarum valle


domingo, 17 de septiembre de 2017

Leyenda celta: Melusina.

 El rey Elinas de Albión perdió a su mujer muy joven, y nada podía consolarlo. Para intentar olvidar su soledad salía cada mañana a cazar sin ninguna compañía. Un día, a mitad de la jornada, llevado por el cansancio se acercó a una fuente a beber.
Una bella mujer de cabellos rubios y piel blanca estaba sentada en el borde de la fuente. La joven se llamaba Pressina y era un hada de buen corazón. Cuentan que el rey, nada más verla, quedó impresionado de la belleza de la joven y le pidió que se casara con ella. - Me casaré contigo, noble caballero, pero tienes que prometerme una cosa. Nunca podrás verme en el momento de dar a luz, porque entonces me veré obligada a dejar tu presencia. - Así lo haré, amada mía. Y cuentan que se casaron y fueron muy felices. Llevaban muy poco tiempo de casados cuando ella quedó en estado, y el día del parto avisaron las doncellas al rey de que su mujer estaba dando a luz a tres hermosas niñasEl padre, llevado por la emoción, entró en la alcoba ante la sorpresa de su amada. En ese momento desaparecieron las cuatro, el hada Pressina y sus tres hijas: Melior, Palestina y Melusina, que se refugiaron en la Isla de Avalon.
Crecieron las niñas sabiendo que vivían pobremente allí cuando podían ser princesas, si no hubiera sido por el descuido de su padre, y desde muy pequeñas reprocharon a su padre el error que cometió. Con los años este sentimiento se fue convirtiendo en odio y querían venganza. Incitadas por Melusina, las tres hermanas aprovecharon un descuido para encerrar a su padre en el Monte Braudelois, de donde no pudo salir. Cuando la madre supo lo que sus hijas habían hecho con el hombre que ella tanto había amado les echó una maldición. Melior fue encerrada en un castillo,condenada hasta el fin de sus días a proteger a un gavilán prodigioso,pero a pesar del encierro conservaba su belleza. Palestina no podía salir de una cueva en el condado de Barcelona.A Melusina le tocó la peor parte, la convirtió en serpiente de cintura para abajo y le dijo:- Y tú, Melusina, por ser la instigadora del crimen cometido contra tu padre, tendrás que cuidar toda tu vida de la fuente sagrada. Puedes vivir si quieres como mortal, pero eso sí, todos los sábados la mitad de tu cuerpo se convertirá en serpiente, para que nunca olvides el mal que has hecho contra tu progenitor. Y podrás casarte si quieres, pero nunca podrá tu marido verte mientras estés en ese estado. Si alguna vez rompe esta condición deberás abandonarlo al instante y pasarás el resto de tus días convertida en serpiente.... "
Cierto día, habiendo salido a cazar, Raymondin mata accidentalmente a Aymeric de Poitou cuando lo que intentaba era salvarle la vida del ataque de un jabalí. Desolado e invadido por la desesperación, Raymondin vaga por los bosques sin saber como comunicará tan infausta nueva a los hijos del muerto, mas hete aquí que, junto a una fuente, La fuente de la sed, se encuentra a una bella muchacha vestida de blanco: es el hada Melusina. Melusina le consuela y le da la solución para explicar a los hijos del conde de Poitou, como sucedió la muerte accidental de su padre.
Raymondin, prendado tanto de su belleza como de su sabiduría, la pide en matrimonio, imponiéndole ella sólo la condición de que los sábados le permita retirarse a sus aposentos sin ser vista en todo un día y una noche, a lo que su enamorado se aviene sin discutir. El caballero regresa a la corte del hermano de su padre y relata a sus primos como sucedieron los hechos conducentes a la muerte del conde; sus primos aprecian la nobleza de su conducta y no tienen nada que reprocharle, al contrario, pues le ofrecen como regalo de bodas unas tierras que él debe elegir, entonces el hada Melusina le aconseja que pida toda la extensión que pueda caber en una piel de ciervo, y, cogiendo esa piel, hace largas tiras de ella, las cuales, al ser enlazadas, dan un inmenso territorio que desde entonces será su feudo. Ambos contrajeron nupcias y Melusina le hizo el presente de construir, con ayuda de otras hadas y entidades mágicas, el castillo de Lusignan para él, aparte de la capilla en la que se casaron.
 
Vivieron felices muchos años, hasta que un malhadado día, el conde de Forez, hermano de Raymondin, en el transcurso de una alegre cena que se celebraba precisamente la noche de un sábado, vertió insidioso en su oído comprometedoras dudas acerca de la desaparición de su esposa Melusina, ya que no compartía con ellos la mesa. Entonces, Raymondin, acicateada su curiosidad, subió a las estancias del hada y espiándola por el agujero de la cerradura pudo descubrir el secreto tan celosamente guardado; ella estaba en el baño y de cintura para abajo era una serpiente.
Con todo, y porque la amaba, Raymondin prefirió callar y no comentarle a nadie lo que había visto. Sin embargo, tiempo después, uno de sus hijos, Geoffroy, enzarzado en lucha fraticida con su hermano Fromont, acabó con la vida de éste, arrasando el convento en donde era monje, con cuya existencia pagaron también los demás religiosos al haberle acogido.

 Raymomdin entonces acusó a Melusina de haberle traído la desgracia a su linaje, y rechazando las muestras de consuelo que su esposa le ofrecía la trató de odiosa serpiente, lo cual hizo comprender al hada que el secreto había sido descubierto, o sea, que Raymondin no cumplió su palabra dada como caballero.
Melusina, herida en lo más profundo por la traición, se encolerizó y huyó volando del castillo, para no volver más que de noche a visitar a sus hijos, pero nunca a Raymondin, quien la perdió para siempre, acabando sus días como ermitaño en la montaña de Montserrat.
La leyenda del hada Melusina es una de las más curiosas y extravagantes que nos ha regalado la Edad Media. Popularizada por Jean D’Arras en el siglo XIV y magistralmente recreada por Manuel Mujica Láinez en su novela El Unicornio, podemos encontrar un buen artículo sobre ella en la Wikipedia.
Otros artículos sobre novelas de caballería en el siguiente enlace:
 

martes, 23 de septiembre de 2014

Hildegard von Bingen


Las mujeres en la música en la Edad Media.

En la Edad Media, las mujeres no podían tocar música sino lo hacían en sus propias casas o monasterios.

Aunque curiosamente en esta época destaca una de las primeras mujeres compositoras de las que se tienen referencias: Hildegard Von Bingen, de familia aristócrata, abadesa en Bingen, Alemania, que compuso numerosas monodias y cantos llanos, los cuales hoy en día se conservan y tocan.
En esta época también se datan casos aislados de mujeres trovadoras, si bien es cierto que realizaban por lo general un tipo de música popular mas que clásica
En el lado musulmán, más desarrollado, según  recientes investigaciones encontramos ejemplos que nos muestran la participación del género femenino en las artes plásticas y escénicas: desde las mujeres músico-cantoras musulmanas (“rania”), las orquestas femeninas (“sitarat”), poetisas sefardíes que cantaban a los ciclos de la vida (canciones de cuna, de boda, de amor…).
En años más cercanos a nuestra época, en 1686, por ejemplo, el Papa Inocencio IX declaró: “La música es totalmente dañina para la modestia que corresponde al sexo femenino, porque se distraen de las funciones y las ocupaciones que le corresponden… Ninguna mujer con ningún pretexto debe aprender música o tocar ningún instrumento musical”.
Este edicto fue renovado en 1703 por Clemente XI.
En la Edad Media, las mujeres no podían tocar música sino lo hacían en sus propias casas o monasterios."