Caballeros 1

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miércoles, 22 de abril de 2020

Literatura Universal, semana 20 al 27, 3ª sesión.




Ayer apuntábais sobre el título estos aspectos:

La primera palabra, sueño, nos sitúa con un personaje, con pensamientos de carácter sexual atraído por Zenia, la que suponemos que será la protagonista, este relato como en el anterior podría ponérsele la etiqueta de la femme fatale, en ellos, estas figuras son mujeres villanas que utilizan su sexualidad para atrapar al desventurado hombre. El propio título ya nos da una descripción de Zenia, utiliza una mezcla de fantasía y el mundo oscuro de los vampiros, representado en los colmillos y en el rojo brillante que recuerda al sabor metálico de la sangre, por lo que el personaje de los sueños, citado anteriormente, tendrá un final desgraciado o por el contrario, será Zenia la que tenga ese desdichado desenlace.

Es decir suponeis que el protagonista será masculino.

Es interesante, y de hecho las preguntas tienen esa intención, ver porqué al leer el título entendemos que los sueños son de carácter sexual. Os dejo la siguiente información para reflexionar.
Las vampiresas son un personaje literario recurrente desde el romanticismo pero que hunden sus raíces en lo más remoto de los tiempos. Existen vasijas prehistóricas sumerias en la que un hombre copula con un vampiro o un demonio femenino decapitado. Montague Summers ha sugerido de estos grabados que la cabeza cortada del vampiro supone una intención mágica de ahuyentar su presencia 
Acompañan a los demonios femeninos   la sangre, el erotismo y la muerte.
Las vampiras son una de las representaciones más frecuentes de femme fatal. En estos relatos de Atwood hemos encontrado dos mujeres fatales de significado muy diferente, una solitaria en El novio fiofilizado, sin nombre(poco habéis reparado en comentar este rasgo) y esta segunda zenia, cargada con los atributos de sangre, erotismo y muerte pero muy diferente.
   Os parece que comparemos ambos personajes. Es importante ahora manejar el término sororidad que ayer quedó relegado.


lunes, 16 de enero de 2017

Lilith. Melusina.

Lilith, aquella que surgió al mismo tiempo que Adán de las manos del Creador es, según el mito, una criatura espontánea y libre, de fascinante belleza, que posteriormente se convirtió en un ente maléfico.
Se ha comparado a Lilith con las terribles lamias de la tradición grecorromana (recordemos a la reina Lamia que por su crueldad fue transformada en fiera y que devoró luego a sus hijos) y con las lamias de las creencias medievales, tanto seres de rostro de mujer y cuerpo de dragón como maléficas féminas que se alimentan de niños, que conviven con dragones acumuladores de tesoros en cuevas, y que tienen como distintivo un peine de oro, estando muchas veces provistas de unas patas (en lugar de pies) que terminan en pezuña hendida; guardan cierto parecido con algunas representaciones de las regentes y protectoras de fuentes y manantiales gallegas y cántabras, herederas de la tradición celta, y con algunos personajes femeninos de cuentos y leyendas que, a veces, aparecen con uno de sus pies correspondiendo al de un macho cabrío o al de una oca, siempre aludiendo a la presencia de un componente animal todavía activo, algo arcaico aún no del todo eliminado de ellas. Se le ha encontrado cierta semejanza a Lilith con las Xanas (Janas: Dianas) astures y las lamias del folklore vasco, aquellos seres similares a las hadas, a las ninfas y a criaturas de la Naturaleza semejantes, servidoras y a veces representantes de la propia Diosa Mari (la Gran Madre y también la Madre Tierra), que castigan y premian a los humanos (uno de sus regalos favoritos es la posibilidad de transmutar el carbón o paja de sus favorecidos en oro); que habitan en montañas, cavernas, cuevas y oquedades diversas, así como en manantiales y fuentes; y que a menudo aparecen hilando o alisando su largo cabello con unos peines de oro que semejan la media luna, o recorren los cielos, aureolada su cabeza con el blanco resplandor de la luna llena, o bien cruzan el firmamento portando una hoz de oro mientras arrastran consigo las tempestades y se envuelven en unas lenguas de fuego que desdibujan y afilan sus miembros inferiores.
 Además, se ha equiparado a Lilith con seres semejantes a las ondinas o a las nereidas, imaginándosela entonces con la parte inferior de su cuerpo correspondiendo a un animal acuático, tanto un pez como una serpiente marina.
Miguel Ángel, Capilla Sixtina.