Caballeros 1

viernes, 8 de mayo de 2020

Literatura Universal, semana del 4 al 8, 4ª jornada.

https://premiumglobalmagazine.files.wordpress.com/2014/11/adolfo-bioy-casares-diario-de-la-guerra-del-cerdo.pdf


Si ya has acabado ,échale un ojo a estos dos  artículos, el primero se publica hoy en Argentina. También  hoy ,en La Vanguardia, Quim Monzo emplea Diario de la guerra del cerdo para hablar de este momento histórico, ya lo había hecho en 2012 para hablar de la gran crisis financiera que sufrimos hace díez años y de la que aún estábamos recuperándonos. Es este segundo el que os reproduzco.

Infobae , Viernes 8 de nayo 2020.
La cuarentena se acentúa para frenar la propagación del Covid-19 y las medidas preventivas se renuevan. A partir del lunes los adultos mayores de setenta años —el grupo poblacional que mayor riesgo tiene— deberán pedir un permiso especial para poder salir a la calle. Así lo dispuso en Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Según precisaron las autoridades, son 490 mil las personas que la medida alcanza.
La nueva disposición gubernamental les hizo recordar a varios la novela de Bioy. Publicada en 1969, cuenta una disputa entre los jóvenes y los viejos donde los primeros asesinan a los segundos. Su protagonista se llama Isidoro Vidal, un jubilado que empieza a entrar en la tercera edad y que vive con su hijo en un conventillo de Palermo.



 La Vanguardia. 19 del 4 de 2012.

El análisis del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la vejez, la jubilación y la esperanza de vida de la gente es de una contundencia que ha dejado helado a medio mundo. Advierte del "riesgo de que la gente viva más de lo esperado" y, en vista de eso, recomienda a los estados ir retrasando la edad de jubilación a medida que aumente la esperanza de vida. Dice también que hay que subir las cotizaciones y recortar las prestaciones. El nombre que dan a ese gran peligro que han descubierto que se cierne sobre el mundo es "riesgo de longevidad". Queda claro que, a partir de ahora, vivir mucho empezará a estar mal visto.

Durante siglos, que la esperanza de vida de las personas fuese aumentando se consideraba positivo, un avance de la civilización. En el artículo que habla de ese informe del FMI, El País explica la evolución a lo largo del tiempo: "En 1750, la esperanza de vida en el momento del nacimiento en los países de la Europa occidental no llegaba a los cuarenta años. Desde 1900, siguió un incremento lineal hasta tocar los ochenta en 2010. A escala global pasó de los cuarenta y ocho en 1950 hasta los setenta en el último año de referencia". Si hoy en día la media de la población siguiese muriéndose a los cuarenta, los cincuenta o los sesenta, todo sería perfecto. Todos trabajarían -y cotizarían- hasta el día que la palmasen y las arcas de los estados no sólo no tendrían la sangría actual sino que rebosarían. Pero resulta que las ciencias avanzan a todo tren y la médica en especial, tanto que cada vez consigue más maravillas. De modo que la vida de la gente se alarga y se alarga y se alarga, a veces en condiciones tan precarias que, en esas circunstancias, muchos ancianos suplican una pastillita que los adormezca plácidamente y para siempre. Pero eso no es posible, porque no es legal.

Adolfo Bioy Casares escribió en 1968 una novela espléndida que se titula Diario de la guerra del cerdo, en la que un grupo de hombres de sesenta y pico años, ya jubilados, descubren que comandos de jóvenes recorren la ciudad a la caza de viejos, a los que ven como un estorbo del que hay que prescindir lo más rápido posible. En este 2012 el FMI no pretende en absoluto cazar y asesinar a los viejos. Más astuto que los jóvenes de aquel Buenos Aires imaginado por Bioy Casares, lo que propone es alargar y alargar la edad de jubilación a ver si, de aquí a unas décadas, tenemos aún sin jubilar a todas las personas con más de ochenta años, cargando y descargando cajas ocho horas al día, pongamos. Ya que la medicina, con sus avances, consigue alargarles la vida, que sea el esfuerzo lo que acabe por hacerles caer al suelo y expirar, tras lo que bastará musitar un "descanse en paz". No será el progreso médico -con el "riesgo de longevidad" que propicia- lo que le reviente al FMI sus afinadas previsiones.


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