Al finalizar la Guerra Civil Española, nuestro teatro se encuentra con tres graves problemas:
a. Por un lado, el agravamiento de los condicionantes comerciales del género teatral: la crisis
económica hace que solamente los más poderosos puedan asistir a las representaciones, y la
censura impide todo contenido político crítico en las obras.
b. Por otra parte, se produce un corte muy profundo con respecto a lo que había sido el teatro
con anterioridad a la Guerra, debido a la muerte de algunos de los grandes maestros (ValleInclán, Unamuno y García Lorca) o al exilio de otros (Max Aub, Alejandro Casona, Rafael
Alberti). Esta ruptura se produce, sobre todo, con las tendencias más innovadoras, mientras
que el teatro comercial continúa en su misma línea, ya que no supone un peligro para nadie.
c. Y, por último, se habla del inicio de una crisis del teatro que puede explicarse por varias
razones:
ß Al no quedar grandes autores españoles (muerte y exilio), los empresarios recurren a
traducciones de obras de autores extranjeros, con lo que los jóvenes dramaturgos
españoles se van a encontrar con más dificultades a la hora de estrenar sus obras.
ß El cine se convierte en el gran espectáculo de masas y desplaza al teatro en los
gustos del público.
En el teatro español posterior a la Guerra Civil se suelen establecer una serie de etapas que
iremos viendo paso a paso
1. El teatro de Posguerra (1939-1955).-
En este período nos encontramos con tres tendencias principales:
1.1. Teatro de “continuidad sin ruptura”.-
Así denominó a estas obras Francisco Ruiz Ramón en su Historia del teatro español, y las
caracterizó con los siguientes rasgos:
a. Continúa la comedia de salón de Benavente .
b. Ideológicamente se caracterizan por la defensa de los valores tradicionales: Dios, patria y
familia.
c. Introduce siempre una ligera crítica de costumbres (hipocresía, fundamentalmente).
d. Técnicamente podemos caracterizarla por el uso de una escenografía realista, por el
seguimiento de las normas aristotélicas (tres unidades, estructuración, etc...) y por la
búsqueda de la perfección formal.
1.2. Teatro de humor.-
Dentro del teatro de intención humorística nos encontraremos con dos manifestaciones
principales:
a. Un teatro cómico que busca la risa fácil con técnicas tradicionales y que continúa las formas
anteriores a la Guerra Civil.
b. Pero la manifestación más interesante de este período es la de un teatro que busca renovar la
risa, intentando provocarla mediante situaciones, personajes, argumentos y lenguaje
inverosímil, casi absurdo. Esta forma de hacer teatro había sido iniciada antes de la Guerra
por Jardiel Poncela y se continúa ahora con este mismo autor, al que se añaden los nombres
de Edgar Neville y, sobre todo, Miguel Mihura.
1.3. Teatro existencialista.-
Llamamos así a un conjunto de obras que pretenden representar los conflictos existenciales
del ser humano (soledad, incomunicación, falta de sentido vital, melancolía, fluir del tiempo, etc...).
Junto a estas preocupaciones existenciales aparecerán las preocupaciones sociales, pero en estos
primeros años no será fácil exponer la crítica y la denuncia social en las obras debido a la presión de la censura. Debemos considerar dos posturas dentro de esta tendencia:
a. Teatro posibilista, representado por Antonio Buero Vallejo e iniciado en el año 1949 con
Historia de una escalera. Este teatro introduce la denuncia social de una forma indirecta
para burlar la censura del momento.
b. Teatro radical, que ejerce la denuncia política directamente. El mejor representante es
Alfonso Sastre y se inicia a partir del año 1953 con Escuadras hacia la muerte.
2. El teatro de protesta y denuncia (1955-1965).-
A partir del año 1955 se puede decir que aparece el teatro social en España, aunque ya había
habido manifestaciones anteriores, como es el caso de las obras de Buero Vallejo y Alfonso Sastre.
La aparición de estas obras de contenido crítico y denunciador es posible gracias a tres razones:
a. La necesidad de que el teatro exprese los problemas del momento. Esta necesidad fue
general para todos los autores españoles del momento, independientemente del género
literario que cultivaran.
b. Aparición de un nuevo tipo de público –joven y universitario- que pide un nuevo concepto
de teatro, crítico con la situación histórica que vive España
.
c. Y, por supuesto, la relajación de la censura, que permite el estreno de estas obras
políticamente comprometidas.
Los temas principales de este período serán dos: la denuncia de la injusticia y la desigualdad
social, y la alineación de los seres humanos en el nuevo orden social.
Entre los recursos técnicos que definen las nuevas obras conviene que destaquemos los
siguientes:
a. Realismo directo.
b. Realismo que recupera elementos de las comedias de costumbres de Carlos Arniches
(ambientación popular, lenguaje sencillo).
c. Uso de técnicas esperpénticas que deforman la realidad: animalización de los seres
humanos, cosificación de los personajes, degradación de los protagonistas, etc...
d. Expresionismo y simbolismo.
3. Teatro renovador (1965-1975).-
En torno al año 1965 los autores españoles se cansan de un teatro técnicamente sencillo y
comienzan a aplicar en sus obras las tendencias vanguardistas europeas y americanas que se venían desarrollando desde principios de siglo (teatro pobre, teatro de la crueldad, Living Theatre, etc... Técnicamente, por tanto, las obras de estos momentos se caracterizan por un abandono del realismo
mediante diferentes procedimientos:
a. Parábolas al estilo de Bertold Brecht.
b. Los personajes se convierten en símbolos de ideas, temas o comportamientos.
c. Empleo de recursos esperpénticos de deformación de la realidad.
d. Gana relevancia en las obras los recursos extraverbales: gestos, vestuario, iluminación,
sonidos, etc...
En lo referente a los temas de las obras debemos decir que seguirán siendo, básicamente, los
mismos del período anterior: la injusticia, la falta de libertades, la crítica de la dictadura, la
denuncia de la pobreza, etc...
En último lugar debemos señalar que en esta labor de renovación de nuestro teatro fueron
importantes algunos autores (Fernando Arrabal, por ejemplo), pero sobre todo lo fueron los grupos
de teatro independientes y algunos de sus directores, como Albert Boadella (Els Joglars) o Salvador
Távora (La Cuadra).
4. Últimas tendencias teatrales (desde 1975).- A partir de la Democracia nos hemos encontrado en España con una paulatina desaparición de los
autores teatrales. Las causas hay que buscarlas en dos problemas:
a. Los empresarios privados no se arriesgan con las obras de los autores jóvenes.
b. Los teatros públicos (cada vez más abundantes) prefieren representar obras de autores
clásicos con la supuesta intención de proteger y difundir nuestra cultura literaria.
A pesar de lo dicho y de la supuesta crisis de público en el teatro, nos encontraremos en estos
años con una gran diversidad de tendencias. Veamos algunas de las más significativas:
a. Obras de técnica vanguardista que continúan las experimentaciones del período anterior. En
esta tendencia destacan Francisco Nieva, Fernando Arrabal y los Grupos de Teatro
Independientes (Els Joglars, Els Comediants, La fura dels Baus, La cubana, Esperpento Mediodía, La Cuadra, etc...)
b. Obras de técnica y orientación realista. Tenemos, por un lado, obras de tema histórico (¡Ay,
Carmela !, de José Sanchís Sinisterra) y contenido crítico, frente a otras obras de corte más
comercial que continúan las formas de la comedia de salón, aunque adaptadas a los nuevos tiempos
c. Renovación de la comedia de costumbres de principios de siglo ambientada en la ciudad
moderna con los problemas que en ella se encuentran: paro, delincuencia, droga (Bajarse al
moro, de Sanchís Sinisterra).
De modo más resumido. Buero y Sastre.
Como vimos, al terminar la Guerra Civil el panorama del teatro es desolador. No sólo los grandes maestros (Valle y
Lorca) habían muerto, sino que la mayoría de autores importantes se habían exiliado. Las dificultades con
que nos encontramos son básicamente las siguientes:
- destrucción de los locales teatrales durante el conflicto
- situación de pobreza de la población que impide su asistencia al teatro
- existencia de una censura que impide toda crítica o aparición de elementos considerados inmorales . Historia de una escalera (1949), de Antonio Buero Vallejo, inicia un teatro de corte
social que será la tónica durante los años 50. Es un teatro de oposición al régimen franquista, en el que
destaca, junto a Buero, Alfonso Sastre. Abordaban temas como: la falta de libertad, la marginación, la
desigualdad social, los conflictos personales y colectivos…
Antonio Buero Vallejo desarrollará una extensa obra en la que, mediante procedimientos de ocultación,
expone críticas a determinados aspectos del Régimen (prisioneros políticos, falta de libertad creativa, etc.)
Además de un uso exhaustivo de los elementos escénicos (iluminación, juegos con los decorados o el
sonido), Buero utiliza un procedimiento que le permitirá burlar la censura, en concreto, la presentación de
los acontecimientos como hechos históricos, con lo que el autor se desentiende (hasta cierto punto) de las
palabras de sus personajes.
Una constante en la obra de Buero será también la aparición de personajes con
taras físicas o mentales, que se convierten en un símbolo de la sociedad española, mutilada por el Régimen
franquista.
Teniendo en cuenta el contenido de sus obras, en su trayectoria pueden señalarse tres etapas:
1ª época: hasta 1957: predomina un enfoque existencial. Desde el punto de vista técnico, las obras
se ajustan a una estética realista y a lo que él mismo llamó “construcción cerrada” (espacio escénico
tradicional y progresión clásica de la acción). Destacan: Historia de una escalera (refleja un mundo
gris donde las frustraciones se repiten, no sólo por el peso del medio social sino también por la
debilidad personal) y En la ardiente oscuridad.
2ª época: de 1958 a 1970: es la etapa social, ahora se insiste más en las relaciones entre el individuo
y su entorno. La necesidad de burlar la censura hace que en esta época cultive reiteradamente un
tipo de drama histórico, en el que la anécdota de la historia es un pretexto para plantear problemas
actuales. Destacan: Un soñador para el pueblo; Las meninas; El concierto de San Ovidio; El tragaluz
(centrada en unos personajes marcados por la Guerra Civil); El sueño de la razón.
3ª época: desde 1970: manifiesta una voluntad de no permanecer al margen de las innovaciones
experimentales de los 70. La novedad técnica más llamativa es lo que se ha denominado “efectos
de inmersión”, que nos hacen “ver” u “oír” la cosas tal y como las percibe o las imagina algún
personaje, con ello logra expresar lo escondido en la conciencia, las obsesiones e incluso los
trastornos psíquicos. Destacan: La llegada de los dioses; La fundación (nos introduce en una celda
de presos políticos, uno de los cuales cree hallarse en un centro de investigación hasta que
comprende la situación real y comparte las angustias y esperanzas de los demás).
Alfonso Sastre, dedicado plenamente al teatro comprometido y de protesta, sus tragedias son una lucha
en la que el individuo sale siempre derrotado. Para él, el teatro debe tener la misión de transformar la
sociedad injusta en la que vive el ser humano.
En su trayectoria se distinguen las siguientes etapas:
1ª.-etapa inicial: rechaza el teatro español de los primeros años de posguerra y apuesta por un teatro
existencialista. Su obra más importante es Escuadra hacia la muerte (1953), que presentaba el destino
de una escuadra -cinco soldados y un cabo- castigada en una tercera guerra mundial. Por un lado, puede
entenderse como una tragedia antibelicista, una rebelión contra cualquier forma de tiranía; por
otro, se trata de una reflexión sobre cómo asumir el peso de la libertad y de los propios actos.
2ª etapa de evolución: entiende el teatro como un arte social desde el que trata de despertar la
conciencia del público. Destaca La mordaza (1954), protagonizada por un padre despótico que tiene
atemorizada a su familia.
3ª etapa de madurez: radicalización de sus tesis revolucionarias. La obra más significativa de este
periodo es La taberna fantástica (1966) donde denuncia el abandono social en el que viven los
jóvenes de los arrabales de Madrid, empujados al alcoholismo y a la delincuencia.
A mediados de la década de los ochenta, Sastre comienza a escribir dramas protagonizados por
héroes en proceso de decadencia, en los que extrema la libertad en la construcción dramática y la
abundancia de elementos mágicos y fantásticos
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