Explicar el proceso del enamoramiento sería imposible sin la ayuda de la dopamina, una hormona descubierta en 1952 y que actúa como neurotransmisor. En el momento del enamoramiento aumentan los niveles de dopamina y disminuyen los de serotonina. “La dopamina y la norepinefrina ayudan a focalizar nuestra atención, miramos al amado como algo nuevo y único y recordamos detalles minúsculos de esa persona. Los niveles de serotonina disminuyen y provocan un pensamiento obsesivo.
Además, buscamos la manera de tener cosas en común cambiando nuestra manera de vestir o nuestros gustos con el fin de agradarle. La causante de todo esto es la dopamina, que se asocia a la motivación y las conductas orientadas a alcanzar un objetivo concreto”
Al hacer el amor se segrega oxitocina, una hormona que juega un papel esencial en la conducta sexual y que está presente en todas sus fases: el enamoramiento, el posparto y la lactancia. Los niveles de oxitocina se disparan entre los enamorados y la segregan tanto los hombres como las mujeres al copular. En ambos casos y tal vez por ello sea la más espiritual de las sustancias químicas, sustenta la fidelidad y la creación de vínculos afectivos en la pareja.
El amor y el odio están íntimamente conectados en el cerebro, producen los mismos síntomas y ponen en actividad las mismas sustancias químicas. “De ahí que el cerebro humano haya capacitado al amante abandonado a odiar fácilmente a la persona que adoraba.
La serotonina es la que encabeza la lista de las sustancias que afectan al proceso de desamor. De hecho, sustancias como el Prozac elevan los niveles de esta sustancia en el cerebro, cuya falta se asocia con síntomas de agresividad, depresión y ansiedad. La decepción amorosa deja paso a una enorme tristeza.

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