El lenguaje es aparentemente sencillo. Abunda el estilo conceptual, breve, en el que predominan los verbos, sustantivos abstractos y pronombres, y una sintaxis sencilla:
- Usa de manera reiterada, a lo largo de la obra, las formas pronominales de 1ª y 2ª persona, en clara referencia a la concepción esencial, despojada de lo material, del amor. Los pronombres serían LAS ALMAS de ambos amantes.
- Con frecuencia utiliza sustantivos abstractos vinculados a estados de ánimo que oscilan entre la dicha y el dolor: alegría, nostalgia… La palabra AMOR aparece en muchas ocasiones a lo largo de la obra.
- Uso original de adjetivos: Lo que eres / me distrae de lo que dices. / Lanzas palabras veloces,/ empavesadas de risas,/ invitándome/ a donde ellas me lleven. ( de las palabras de la amada dice que vienen empavesadas de risas (el término empavesadas procede del ámbito marinero y se refiere a engalanar una embarcación);
- Sustantiva cualquier palabra (adverbios, pronombres, preposiciones…) y sorprende al lector mostrándole que el enamorado tropieza en acasos, en vísperas, porque su alma está toda afilada de quieros… Dice también Fue es duro…
- En ocasiones, busca lo novedoso y llamativo introduciendo en medio de un lenguaje de alta elaboración estética lo cotidiano, lo conversacional: Hoy o mañana o dentro / de mil años.
En todos los miembros de la Generación del 27 es característico el uso de metáforas atrevidas o poco usuales. Cuando Salinas dice, por ejemplo, “conocerse es el relámpago”, esta última palabra es un término irreal que viene a sustituir al término real que sería lo momentáneo, lo deslumbrante. En el mismo poema, la amada es llamada “amazona en la centella”, lo que prolonga la metáfora inicial con otra secundaria que alude a lo mismo, a la llegada inesperada, rápida y deslumbrante de la amada. Salinas elige el dedo femenino como metáfora del destino que cae sobre el enamorado.
Otra de las figuras que predomina es la antítesis ( Salinas combina, como auténtico miembro del Grupo del 27, la metáfora vanguardista con la imaginería tópica de la poesía amorosa en uso desde Tetrarca). A veces, el contraste se establece entre palabras próximas; otras veces, entre secciones de un mismo poema. Esa antítesis se establece entre el tú y el yo, pero también entre los aspectos contrapuestos de la misma personalidad. Así, se establece una distinción entre lo vestido y lo desnudo, entre lo exterior y lo interior, entre lo superficial y lo profundo, entre el desamor y la distancia, y el amor y la cercanía.
Abundan enormemente las enumeraciones; algunas tienen una cierta relación sistemática entre sus miembros, otras son lo que los teóricos llaman “enumeraciones caóticas” de los objetos, de las cosas del mundo, cuando los términos de la enumeración parecen ser un tanto arbitrarios y no guardar mucha relación lógica los unos con los otros. En estas enumeraciones suelen predominar las constituidas por tres miembros (a veces, dos). Y ello nos lleva a otro recurso muy frecuente, de indiscutible efecto rítmico, sobre todo si la composición carece de rima. en Salinas: el paralelismo que en ocasiones es antitético, diciendo en una de las partes lo contrario de lo que se afirma en la otra: “No, no te quieren, no. / Tú sí que estás queriendo.”
En La voz a ti debida se usa con mucha frecuencia el recurso del poliptoton (repetición de un lexema, e insistencia, por tanto, en él, al que sólo se le cambian los morfemas flexivos) en algunos casos con variaciones sobre formas verbales: “yo me miro adonde miras / yo te estoy viendo mirar”; “Es ella / velocísima, ciega / de mirar, sin ver nada / y querer lo que ve. / Y no quererlo ya. Porque se desprendió / del quiero, del deseo...”. En algunos poemas abundan los verbos, porque se está hablando de acciones. Y hay dos tiempos que predominan: los presentes de indicativo y los infinitivos. Hay que señalar que, a veces, en vez del presente utiliza perífrasis durativa (“estoy mirando”; “estoy viendo”) o el gerundio (“queriéndote”) como indicando que el acto se prolonga en el presente (aproximación al lector y a su esfera temporal). La otra fórmula más utilizada es el infinitivo, que viene a indicar una acción en abstracto ( Y no quiero ya otra cosa/más que verte a ti querer) . Es uno de los procedimientos principales para expresar la quietud deseada.
Un aspecto que llama la atención en los poemas de Salinas es su afición a las formulaciones llamativas, en ocasiones paradójicas, muchas veces antitéticas: “Qué alegría, vivir / sintiéndose vivido”.
Por último, debemos señalar la abundancia de neologismos presentes en la obra de Salinas: reciennaciéndose, trascelestes, la trasnoche, el trasamor. Conecta este rasgo con las propuestas poéticas de Juan Ramón Jiménez. También al igual que este autor, Salinas era muy dado a adaptar la gramática, con frecuencia los verbos, a sus necesidades expresivas : te sobrevives, al dárteme tú, naciéndote…
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