Tú vives siempre en tus actos.
Con la punta de tus dedos
pulsas el mundo, le arrancas
auroras, triunfos, colores,
alegrías: es tu música.
La vida es lo que tú tocas.
De tus ojos, sólo de ellos,
sale la luz que te guía
los pasos. Andas
por lo que ves. Nada más.
Y si una duda te hace
señas a diez mil kilómetros,
lo dejas todo, te arrojas
sobre proas, sobre alas,
estás ya allí; con los besos,
con los dientes la desgarras:
ya no es duda.
Tú nunca puedes dudar.
Porque has vuelto los misterios
del revés. Y tus enigmas,
lo que nunca entenderás,
son esas cosas tan claras:
la arena donde te tiendes,
la marcha de tu reloj
y el tierno cuerpo rosado
que te encuentras en tu espejo
cada día al despertar,
y es el tuyo. Los prodigios
que están descifrados ya.
Y nunca te equivocaste,
más que una vez, una noche
que te encaprichó una sombra
-la única que te ha gustado-.
Una sombra parecía.
Y la quisiste abrazar.
Y era yo.
Nos hallamos ante una de las mejores trilogías amorosas que conoce la literatura española. La novedad estriba en ese aparente tono antirromántico. La primera obra, La voz a ti debida (1933), es un auténtico cancionero amoroso compuesto por 68 variaciones. El tema central es la pasión correspondida de los amantes. En el poema prólogo, este amante emerge de la sombra por decisión de la amada.
ResponderEliminarEl amante intenta desvelar cuáles son las cualidades de esa mujer a la ama y cuáles son los estadios de ese amor. El deseo de fusión recuerda al misticismo, en la más pura transmutación del amante con el amado.
El amor se convierte en ese centro cósmico sobre el que giran todas las cosas, todo lo que existe, de ahí la alegría tan alta que se siente al vivir en los pronombres, en ese tú y yo absolutos. Se intuyen también esos momentos de solapamiento y duda, y el poeta nos anuncia que la posible ruptura conduciría a la muerte, a una vuelta sin sentido a la no existencia, a la nada irresoluble de la que ella le ha sacado, convirtiéndole en un ser nuevo, no en un ente anónimo y sin vida.