Las Cartas de amor a Margarita, de Pedro Salinas, son una buena fuente para conocer al hombre y al poeta. En su conjunto, aparecen como un nuevo testimonio de la eterna constante amorosa que, como Pigmalión, necesita la existencia del otro para tener uno conciencia de sí mismo y tener al tiempo razones para el autoreconocimiento y la invención.
Margarita Bonmatí, la futura esposa, está situada desde el principio en el alma del poeta,nos sorprende el tono didáctico y de superioridad con que le comenta noticias literarias y culturales y hasta parece que no tenga excesivo interes en explicarle qué piensa de Ortega, de Unamuno, de España o de la Liga para la Educación. Lo que él comparte con ella no son ideas sino sensaciones y así, la hipotética compañera queda trasfigurada en la imagen del amor y convertida en dominio interior, en una forma de comprensión de la vida espiritual del hombre romántico, soñador, triste, "incorregible sentimental" que las cartas nos desvelan. No es extraño que pensándola a ella se confiese lector apasionado de San Juan, amante de la "Noche serena" y f erviente
admirador de Juan Ramón Jiménez. No es extraño tampoco que sea tan parco y esquemático explicándole la función del clasicismo o qué representan las iiinovaciones técnicas de Rubén Darío, preguntas ambas que ella debió
formularle.
Ella as el pretexto para la comunicación interior. Por ésta las cartas se
convierten en reflexión subjetiva y el amor en la forma más intima de la sabiduría, quizá en la más profunda e inexplicable. La reiteración de ideas y epítetos subrayan, además, el fondo platónico y el alma romántica de quien se convertirá pronto en uno de los primeros poetas amorosos del siglo XX
En las cartas y en los poemas de esta primera etapa ,encontramos la conceptualización las reflexión que apareceran despues en su poética amorosa
: ella es ya una razón de amor. Y éste el sentimiento por el que conquista el poder vitalizador de la palabra, el poder de comprensión de todo un universo sensible y el poder de sentirse uno y diverso, confidente de paisajes y atardeceres. A él se irán asociando los matices que progresivamente configuran el denominado panteísmo -"vienes a mi alma de todas
partes y con todos los vientos"-, la comprensión idealista -"amémonos mucho y lo sabremos y lo comprenderemos todo"-la necesidad de hacer de la vivencia un repetido prodigio -"nuestro cariño debe ser de mil matices"-. También el propósito de exaltar lo cotidiano, la voluntad de instaurar en cada día el derecho a la sorpresa y al milagro: ha nacido ya el poeta Salinas, el que será capaz de hacer de ella -sea cual sea su nombre- el centro de un cosmos nuevo. Pero decía al principio, como Pigmalión, convirtiendo la
vivencia amorosa en una vita nuova. El será el artífice, quien sabe que la experiencia es "mi posibilidad (de definirme, de formarme a mí mismo, de irme viendo y todo esto sin límites: hablar con toda el alma".
Al recordar los extraordinarios "mira que la dolencia/ de amor que no
se cura sino con1 la presencia y la figura"de Juan de la Cruz, no le pide a ella la presencia, le agradece la emoción que el santo le ha hecho sentir en su ánimo solitario. Salinas enamorado es ya Salinas poeta.
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