Entre exclamaciones de alegría y asombro, Wendy se rinde tendiéndole los brazos, sellando así el momento del enamoramiento.
En el inicio de la relación, entre Wendy y Peter se evidencia cómo se seducen prometiéndose mutuamente lo que necesitan. Y cómo cada uno escucha, aunque no haya sido dicho, lo que quiere oír. Wendy necesita irse del lado de su madre porque ésta le había pedido que no creciera. Sin embargo, ya estaba signada por su nombre: "to wend" significa irse, encaminarse. Peter le ofrece lo que ella necesita: encaminarla a ser la madrecita de muchos niños.
Volar significa para Peter la búsqueda de una sensación opuesta a la caída sin límites que experimentan los bebés cuando la madre falla en su función de sostenimiento. Víctimas de madres que fallan en esta función son, por ejemplo, aquellos Niños Perdidos que se les caían de sus cochecitos a la niñeras cuando estaban distraídas. Wendy también quiere volar pero no por las mismas razones. Para ella significa, como para los pájaros, hacer su propio nido. Y Peter promete cumplirle este deseo.
Desde el comienzo se nos hace evidente que Peter Pan está en la búsqueda del "objeto único".
Desde el comienzo se nos hace evidente que Peter Pan está en la búsqueda del "objeto único".
Wendy también ha creído encontrar en Peter a su objeto único. Tal como Barrie lo señala "el chiquillo se parecía extraordinariamente al beso del rinconcillo derecho de la boca de mamá Darling". Aunque Wendy no fuera consciente, ese parecido ejerció sobre ella una importancia fundamental ya que hizo que se enamorara de Peter.
La historia de Peter Pan en su totalidad y algunos mojones de la de Wendy, nos hablan del estado de desamparo en el que ambos estaban en el momento de conocerse. Así queda en evidencia como el desamparo opera de motor para la búsqueda del objeto único y el inicio del enamoramiento.
La historia de Peter Pan en su totalidad y algunos mojones de la de Wendy, nos hablan del estado de desamparo en el que ambos estaban en el momento de conocerse. Así queda en evidencia como el desamparo opera de motor para la búsqueda del objeto único y el inicio del enamoramiento.
Luego de instalados un tiempo en la casita que, en el País de Nunca Jamás comparten, Wendy le dice a Peter que el Encrespado - uno de los niños perdidos - tiene una nariz igual que la de él. Peter sonríe. Ella continúa comentando - como haría una esposa con su marido - que, aunque esos niños dejen en su cara huellas de cansancio, está segura de que Peter no la cambiaría por ninguna otra muchacha. Él primero asiente pero enseguida se intranquiliza: "Eso de ser padre de todos esos chicos es de mentiritas, ¿verdad?". Vemos que tomar conciencia del paso del tiempo lo angustia. Mientras trataba de permanecer inmutable, no había problemas, pero cuando Wendy dice que ella ya no es la que era antes, él se pone serio. Jugar a ser padre sí, pero no serlo de verdad, porque eso significa dejar de ser hijo. El diálogo continúa confirmando nuestras hipótesis. Peter dice: "Eso de hacer de papá de verdad me haría parecer muy viejo", a lo que Wendy responde: "Pero los niños son tuyos, Peter, tuyos y míos". Ella se pone insistente. Se está impacientando. Y en él se acrecienta la angustia. Wendy, tratando de recuperar la serenidad, le dice: "Y ahora, dime Peter Pan, ¿cuáles son tus sentimientos hacía mí?". Peter contesta: "Los de un hijo cariñoso". Wendy, furiosa, sentencia: "Ya me lo figuraba". Surge el fin de la ilusión. Se ponen en evidencia las no coincidencias. Emergen los malos entendidos. En Wendy se encarna el deseo de pasaje a una etapa de relación de pareja de Narciso a Edipo y en Peter la negativa a dejar entrar al tercero (tiempo, hijos). El enarbola la bandera de la endogamia. Rechaza la relación de alianza y expresa el deseo de no abandonar el vínculo madre - hijo. Wendy es exponente de la búsqueda de la exogamia. Los acuerdos se rompen. A ella ya no el alcanza con volar ni con que Peter se parezca al beso de la boca de mamá Darling. A Peter le angustia ser padre y envejecer. La separación es inevitable.
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