El mito
El mito de Adonis es una leyenda de origen sirio. La
versión más antigua conocida de este mito cuenta que Mirra (o Esmirna), hija de
Tías (rey de Siria), fue objetivo de la ira de Afrodita, la cual le hizo desear
una relación incestuosa con su propio padre. Él, engañado, cayó en el incesto y
este fue consumado. Sin embargo, Tías, al darse cuenta de que había sido
engañado, persiguió a su hija con un cuchillo para darle muerte. Mirra huyó e
imploró la protección de los dioses, los cuales la transformaron en árbol para
protegerla (el árbol de la mirra). Diez meses después surgió un niño de debajo
de la corteza de este árbol, cuyo nombre sería Adonis.
Afrodita,
embaucada por la belleza del niño, decidió recogerlo y confiárselo a Perséfone
(diosa de los infiernos) para que lo cuidara, pero Perséfone también quedó
prendada del niño y no quiso devolvérselo a Afrodita. Para resolver la disputa
entre las diosas fue necesaria la intervención de Zeus, quién decidió que
Adonis viviría un tercio del año con Afrodita, otro con Perséfone y el último
donde él deseara. El resultado fue que Adonis pasaba dos tercios del año junto
a Afrodita y solo uno junto a Perséfone (aquí hay que ver la vinculación del
mito con la naturaleza, el mito de un niño nacido de un árbol que pasa un
tercio del año bajo tierra y el resto en el exterior). Finalmente, un jabalí
enviado por Artemisa hirió
de muerte al joven durante una cacería.
Versiones posteriores fueron ampliando la
leyenda. Así, por ejemplo, se buscó la razón de la ira de Afrodita en la osadía
de la madre de Mirra al afirmar que su hija era más bella que la propia diosa;
o se dijo que el jabalí no había sido enviado por Artemisa, sino por el celoso
amante de Afrodita, Ares. También se vinculó a esta historia el origen de las
rosas y las anémonas, que se supone surgieron de las lágrimas Afrodita y de la
sangre derramada por Adonis.
Londres, 1593: una epidemia de peste ha
obligado a cerrar todos los teatros. Llevado por la irrefrenable pasión por la
escritura pero también por la carnal, un William Shakespeare de 29 años,
dramaturgo ya con obras como Titus Andronicus o Ricardo III, muy enamorado pero no se sabe bien de quién, no puede
estrenar obra nueva pero tampoco detener su pluma, por lo que crea el poema
narrativo Venus y Adonis. La fogosidad sensual y sexual es clara: es la historia de
un deseo, una tentación y una seducción tan ardiente como fríamente frustrada.
El éxito de la que quizá sea la obra donde la excitación sexual de Shakespeare
es más explícita es total porque se convierte en el libro más vendido de la
época isabelina, con 16 ediciones en 47 años…
El texto de Shakespeare recoge fielmente el argumento del mito narrado por Ovidio en el décimo
libro de Las metamorfosis.
La diosa
Venus se enamora del apuesto joven Adonis y se le ofrece insistentemente, pero
éste la rechaza. Se trata de un lírico y apasionado "quiero y no
puedo", en el que el desinterés de Adonis funciona como resorte erótico
para el lector.
El caballo de Adonis suelta sus
riendas para correr tras una yegua. Venus consigue acostarse con Adonis, y quiere
volver a verlo al día siguiente, pero él le dice que irá a cazar un jabalí.
Venus lo pide que no lo haga, porque presiente que el jabalí le matará.
Al día siguiente, Adonis muere
atacado por el jabalí, y Venus sentencia que desde ese momento el amor irá
acompañado del dolor.
La muerte de Adonis ejerce de
contrapunto vencedor del amor de Venus, aportando una versión más de esta
clásica dicotomía.
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