http://www.ataun.eus/BIBLIOTECAGRATUITA/Cl%C3%A1sicos%20en%20Espa%C3%B1ol/Mary%20Shelley/Frankenstein.pdf
Tuve un sueño, que no era del todo un sueño.
El brillante sol se había extinguido y las estrellas
vagaban apagándose en el espacio eterno.
Sin luz y sin rumbo, la helada tierra
oscilaba ciega y negra en el cielo sin luna
Lord Byron ; Oscuridad.
También era año bisiesto. Copos de nieve en el mes de junio. Heladas en agosto. Frío, lluvia y oscuridad. Chimeneas encendidas y cosechas arruinadas. Hambre, enfermedades y motines. Podría ser el guion de una película de catástrofes o el capricho homicida de un dios menor, pero sucedió hace doscientos años en el Hemisferio Norte. 1816 es conocido en la historia de la climatología como el 'año sin verano'. Un infortunado fenómeno natural de consecuencias sociales dramáticas, que la ciencia no empezó a comprender hasta mediados del siglo XX y que dejó huellas perennes en la literatura, el arte, la política y la religión.
Mary Wollstonecraft Godwin y el poeta inglés Percy Bysshe Shelley, viajaron en primavera de 1816, aquel año que no hubo verano, a través de los montes Jura hacia el sur, a Ginebra. El viaje en coche de caballos fue terriblemente frío, con "grandes copos de nieve, espesos y veloces". Mary y su amante se instalaron en una villa solitaria en la orilla sur del lago de Ginebra, en la casa alquilada del joven poeta Lord Byron. Su estancia fue deprimente. Hubo algunos días preciosos, pero la mayor parte del tiempo llovió. "Los truenos estallaban de forma aterradora sobre nuestras cabezas", anotó Mary. Las temperaturas en toda Europa occidental estaban muy por debajo de la media, soplaban fuertes vientos y llovía.
Las tensiones entre los residentes en la casa fueron en aumento, mitigadas solo por los paseos en barca alrededor del lago en las ocasiones en que hacía buena tarde. Se reunían en la villa alquilada por Byron y discutían "la naturaleza del principio vital". Luego se apiñaban en torno a un fuego y contaban historias de fantasmas. Algunas de las historias llenaban al grupo de "un alegre deseo de imitación". Byron y los Shelley acordaron escribir cada uno un relato "basado en alguna experiencia sobrenatural". Esa noche, en su dormitorio, Mary Shelley pensó en una criatura "fabricada, ensamblada y dotada de calor vital". El resultado, años después, fue una figura inmortal de la ficción y las películas de terror: Frankenstein.
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