Leemos Malaherba (capítulo 2, continúa)
Fue, incluso después de haberlo creído muerto, la primera vez que supe que algo no iba bien con papá. Cuando uno es niño se acostumbra a vivir entre los misterios de los mayores y desarrolla un sexto sentido para caminar entre ellos. Sólo hay que mirar mucho y preguntar poco. Te pueden prohibir saber, pero no te pueden prohibir intuir. Yo intuía, por ejemplo, que cuando mamá y papá cerraban la puerta del cuarto de noche, ellos que nunca la cerraban, era porque pasaba algo ahí dentro que no se podía saber. Escuchaba los ruidos, los jadeos, los «shhhhh», y después las pisadas de los dos al baño. ¿Qué era aquello? Podía intuir también que era algo relacionado con la vergüenza, con los desnudos, aunque no era capaz entonces de relacionarlo con el placer. Ha- bía una desconexión entre las cosas que pasaban y lo que eran, pero ya tenía una edad en la que sabía que esa desconexión existía, y era capaz de intuirla.
En realidad, por más que luego dijeran los profesores, yo el primer día estaba integrado en mi nueva clase perfectamente. Lo único que me molestaba era no tener conmigo a Chumbi. Nos habíamos hecho amigos los dos primeros años, pero si nos ponían en clases diferentes aquello iba a ser imposible: en el colegio, las aulas eran como continentes. A cambio estaba en la misma clase que Martiño, y eso no era malo teniendo en cuenta que nuestros padres ya se Conocían· Elvis se sentaba al fondo del todo con una con una niña que se llamaba Carolina y a la que cantábamos «Bailaches Carolina, bailei si señor / dime con quen bailaches, bailei con meu amor». Mi compañero de pupitre era Jesús Ramón Búa Espiñeira. A Búa le llamábamos Bomba porque tenía los labios muy carnosos y Martiño había dicho que una vez vio a un negro en una película de Tarzán al que llamaban Bomba. Una de las·cosas buenas de los colegios es que nadie conflrma nada, y todo lo que se decía en clase era palabra de Dios o palabra de Martiño. Cuando Búa supo que Bomba era un chico rubio criado en la selva _que salía en unas películas que se hicieron después de Tarzán, ya nadie le hizo caso.
Pues bien, Bomba me quiso pegar esa mañana. Llevaba sentado con él cuatro horas. Tampoco es que se anduviese con chiquitas. Por una tontería, porque metí entre las páginas de su libro una mano pegajosa y cuando preguntó quién fue, dije: «Yo fui, Bomba». Supongo que Bomba es uno de esos apodos que dependen del humor de su propietario. El caso es que estábamos en clase de Sociales y Bomba me avisó de que me pegaría a la salida, así que yo me preparé mentalmente para pelear y no hice nada en clase la hora siguiente, porque no sabía cómo pelear en frío. Aquello era algo muy estúpido, porque la gracia de avisar de una paliza es que se entere toda la clase y pueda asistir todo el mundo; se pasan unos papelitos para que lo sepan el público y el amenazado, o se cuchichea por las mesas. Pero como Bomba era mi compañero, me lo dijo en voz baja para que no lo echase la profesora. Una cosa entre nosotros. Aunque yo pensaba que si la clase no venía detrás para ver cómo Bomba me pegaba, menuda tontería. Me ofusqué tanto la última media hora que pensé en pegarle yo primero.
TEMA 4, del libro de texto. Actividades de ampliación y afianzamiento de los contenidos adquiridos.
Primero lee de modo activo (comprendiendo) la teoría de la parte de gramática de este tema y después soluciona este ejercicio.
¿Cuáles serían los dos participios de los siguientes verbos?
freí ➜ freído, frito
Formas personales y no personales
Algunos verbos poseen dos participios, uno regular y otro irregular. Al conjugar estos verbos se usa normalmente el participio regular para formar los tiempos compuestos con haber (he atendido en clase), y se reserva el irregular como adjetivo (estuve atento en clase).
¿Cuáles serían los dos participios de los siguientes verbos?
freí ➜ freído, frito
bendecir: | , | ||
hartar: | , | ||
imprimir: | , | ||
confundir: | , | ||
elegir: | , | ||
suspender: | , | ||
proveer: | , | ||
maldecir: | , | ||
despertar: | , | ||
soltar: | , | ||
manifestar: | , | ||
confesar: | , |
Malaherba, capítulo 2 . ¿Crees que el narrador se siente uno más de su colegio? Razónalo.
( continúa )
Cuando sonó la sirena los dos estábamos nerviosísimos. De hecho, hasta metimos nuestras cosas en la cartera hablando con normalidad. Nada más cruzar la puerta de clase nos pusimos uno delante del otro y dejamos caer los libros; yo no sabía qué hacer y él tampoco. Los demás nos apartaban para salir del cole porque no tenían ni idea. Yo creo que Bomba no era un bullas, sino alguien que empezaba a mostrarse interesado en serlo, como quien explora un oficio. Así que lo que hizo fue agarrarme de la camisa, tirando de ella, y cuando consideró que me había tirado suficiente salimos juntos del colegio hablando mal de la profesora María Jesús. Bomba se fue con su madre y yo me fui con Rebe.
-Qué le pasaba a ese imbécil, que estaba rojo como un tomate -me dijo Rebe.
Era verdad que Bomba se ponía colorado por cualquier motivo. Se le encendía la cabeza, se le crispaban sus cejas enormes y los ojos saltones parecían a punto de explotar. Había tres mil motivos para llamar Bomba a Bomba, Y Martiño había elegido el peor.
Camino a casa paramos en la panadería como hacíamos siempre. Una cosa que me gustaba mucho de empezar el colegio era la rutina; todos los días eran muy parecidos , Y en medio de la semana nunca sabías que día era. Por eso tampoco me gustaba que papa estuviese en el hospital, porque de algún modo un padre en casa aun que fuese el mío da siempre normalidad a las cosas El de Miguel Pastelero murió cuando Pastelero era muy pequeño y su vida era cualquier cosa menos normal; vomitaba las naranjas que desayunaba y no por eso dejó de tomarlas ninguna mañana, ni de vomitarlas: una vez lo hizo en el encerado, y Ricardito Fósforo cogió el polvo de la tiza y lo echó por encima como si fuera serrín. El padre de Javi Legañas era pobre, que era una cosa mal vista en el colegio porque Legañas traía siempre la misma ropa y no se lavaba, o se lavaba poco; le olía la caspa, eso lo recordaré toda mi vida: le caía a puñados encima del chándal y olía toda la clase de gimnasia . El padre de Mariña Martínez Agujas tenía cáncer; de esto hablaremos más adelante, porque el padre de Mariña Martínez Agujas cada año se encontraba mejor que el anterior, debía de tener el mejor cáncer del mundo. Ese cáncer de su padre la hizo tan popular en el cole y tan consentida por las profes que supongo que estaría rezando todas las noches para que su padre no se curase nunca.
Y bueno, luego estaba Daniel Rey Mourelos, Dani Ojitos. Eso era caso aparte. Nadie sabía si su padre vivía o no porque yo creo que era tan guapo que a nadie le interesaba lo que había antes que él. Era como querer conocer de dónde viene el paté y todo lo que se ha hecho para tener paté; yo imagino que los padres de Ojitos eran unas personas estrujadas que se habían dejado en Ojitos cualquier belleza que ellos hubieran podido tener. Probablemente murieron al mismo tiempo cuando él por fin nació, como dos supernovas que se estrellan para hacer una galaxia nueva. Otra opción es que yo estuviese aburrido de verlos, viviendo como vivían en la misma calle, pero nunca los vi con él y no podía identificarlos, así que si los vi serían para mí dos vecinos más, a lo mejor hasta particularmente odiosos. Ese era otro poder de Dani Ojitos: sus ojos tenían un color que dependía del tiempo que hiciese, pero siempre eran muy claros. Recuerdo que a la entrada de un garaje de nuestra calle había una pintada que decía: «Dani Ojitos, kieres salir conmigo?».
( continúa )
Cuando sonó la sirena los dos estábamos nerviosísimos. De hecho, hasta metimos nuestras cosas en la cartera hablando con normalidad. Nada más cruzar la puerta de clase nos pusimos uno delante del otro y dejamos caer los libros; yo no sabía qué hacer y él tampoco. Los demás nos apartaban para salir del cole porque no tenían ni idea. Yo creo que Bomba no era un bullas, sino alguien que empezaba a mostrarse interesado en serlo, como quien explora un oficio. Así que lo que hizo fue agarrarme de la camisa, tirando de ella, y cuando consideró que me había tirado suficiente salimos juntos del colegio hablando mal de la profesora María Jesús. Bomba se fue con su madre y yo me fui con Rebe.
-Qué le pasaba a ese imbécil, que estaba rojo como un tomate -me dijo Rebe.
Era verdad que Bomba se ponía colorado por cualquier motivo. Se le encendía la cabeza, se le crispaban sus cejas enormes y los ojos saltones parecían a punto de explotar. Había tres mil motivos para llamar Bomba a Bomba, Y Martiño había elegido el peor.
Camino a casa paramos en la panadería como hacíamos siempre. Una cosa que me gustaba mucho de empezar el colegio era la rutina; todos los días eran muy parecidos , Y en medio de la semana nunca sabías que día era. Por eso tampoco me gustaba que papa estuviese en el hospital, porque de algún modo un padre en casa aun que fuese el mío da siempre normalidad a las cosas El de Miguel Pastelero murió cuando Pastelero era muy pequeño y su vida era cualquier cosa menos normal; vomitaba las naranjas que desayunaba y no por eso dejó de tomarlas ninguna mañana, ni de vomitarlas: una vez lo hizo en el encerado, y Ricardito Fósforo cogió el polvo de la tiza y lo echó por encima como si fuera serrín. El padre de Javi Legañas era pobre, que era una cosa mal vista en el colegio porque Legañas traía siempre la misma ropa y no se lavaba, o se lavaba poco; le olía la caspa, eso lo recordaré toda mi vida: le caía a puñados encima del chándal y olía toda la clase de gimnasia . El padre de Mariña Martínez Agujas tenía cáncer; de esto hablaremos más adelante, porque el padre de Mariña Martínez Agujas cada año se encontraba mejor que el anterior, debía de tener el mejor cáncer del mundo. Ese cáncer de su padre la hizo tan popular en el cole y tan consentida por las profes que supongo que estaría rezando todas las noches para que su padre no se curase nunca.
Y bueno, luego estaba Daniel Rey Mourelos, Dani Ojitos. Eso era caso aparte. Nadie sabía si su padre vivía o no porque yo creo que era tan guapo que a nadie le interesaba lo que había antes que él. Era como querer conocer de dónde viene el paté y todo lo que se ha hecho para tener paté; yo imagino que los padres de Ojitos eran unas personas estrujadas que se habían dejado en Ojitos cualquier belleza que ellos hubieran podido tener. Probablemente murieron al mismo tiempo cuando él por fin nació, como dos supernovas que se estrellan para hacer una galaxia nueva. Otra opción es que yo estuviese aburrido de verlos, viviendo como vivían en la misma calle, pero nunca los vi con él y no podía identificarlos, así que si los vi serían para mí dos vecinos más, a lo mejor hasta particularmente odiosos. Ese era otro poder de Dani Ojitos: sus ojos tenían un color que dependía del tiempo que hiciese, pero siempre eran muy claros. Recuerdo que a la entrada de un garaje de nuestra calle había una pintada que decía: «Dani Ojitos, kieres salir conmigo?».
No hay comentarios:
Publicar un comentario