Cree el aldeano
vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o
le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los
ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que
llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la
pelea de los cometas en el cielo, que van por el aire dormido engullendo
mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son
para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como
los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las
otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra.
José Martí Nuestra América.
Unamuno confiesa a Augusto que no es más
que un ente de ficción, el producto de sus fantasías, en definitiva, un
personaje de nivola. La duda sobre el azar queda aparentemente
resuelta: Augusto no es libre para tomar sus propias decisiones, sino que su
futuro está trazado de antemano. Como el personaje carece de libertad, el
suicidio planeado por Augusto no es una posibilidad siempre y cuando Unamuno no
lo haya previsto. Semejante descubrimiento hace que el personaje se rebele
intentando proclamar su libertad, sobre todo basándose en la lógica interna,
que impide al escritor hacer lo que le plazca. Lleno de impotencia Augusto
plantea a Unamuno la posibilidad de que todo sea al contrario de lo que piensa,
de que «sea usted [Unamuno] y no yo el ente de ficción, el que no existe en
realidad, ni vivo, ni muerto… No sea que usted no pase de ser un pretexto para
que mi historia llega al mundo». Viendo que Unamuno no le toma en serio le
amenaza con matarle, lo que supone una violación absoluta de las leyes naturales
de la ficción. Para castigar al personaje que se ha atrevido a rebelarse contra
su creador, Unamuno le anuncia que próximamente se producirá su muerte
irrevocablemente.
Unamuno cae en varias
contradicciones: primero dice que el personaje no puede suicidarse porque al
ser un ente de ficción no está ni vivo ni muerto, pero un poco más adelante le
anuncia su muerte, para volver a contradecirse luego diciendo que «un ente de
ficción es una idea, y una idea es siempre inmortal», ya que permanecerá
siempre viva en la mente de los lectores y mientras haya un lector de Niebla
Augusto Pérez seguirá con vida. Esta idea no contenta a Augusto, que en un
desgarrado grito existencialista, eco del pensamiento del propio Unamuno,
advertirá a los lectores de la fragilidad de su contingencia: «¡Se morirá
usted, sí, se morirá, aunque no lo quiera, se morirá usted y se morirán todos
los que lean mi historia, todos, todos, todos, sin quedar uno! ¡Entes de
ficción como yo; lo mismo que yo! Se morirán todos, todos, todos. Os lo digo
yo, Augusto Pérez, ente ficticio como vosotros, nivolesco lo mismo que
vosotros».
____________________________________________________________________________________________
Pardo Bazán abre el debate sobre la
lucha entre los géneros, porque esto podría suponer un obstáculo al progreso y un
factor negativo en la entrada de España en la modernidad. Según apunta, la
escritora, mientras que la mujer española no tenga los mismos derechos que los
hombres, y sean rehenes del pasado, constituirán un lastre político y social
para la nueva España moderna que se está gestando a finales del XIX.
“La incorporación de la mujer a
una sociedad en proceso de la modernización lo constituyen las pautas de empleo
femenino fuera del hogar, que, al igual que sucedía con las de empleo
masculino, revelan el desplazamiento del sector agrícola a los sectores
industrial y de servicios típicos de las economías en proceso de
modernización”.
Otro signo de cambio a tener en
cuenta fue la mejora del sistema de enseñanza pública, lo que dio oportunidad
de acceder a la alfabetización, tanto a hombres como a mujeres. Lo que hace que
surja un tipo de mujer moderna en núcleos urbanos, independiente e intrépida
que se niega a seguir relegada al hombre y fuera de la Universidad.
“Como documenta Shirley Mangini
en “Las Modernas de Madrid”, la difusión en las décadas de 1910 y 1920 de este
nuevo modelo de identidad femenina entre las clases medias y altas urbanas dio
lugar a un nutrido grupo de mujeres intelectuales que desempeñaron un papel
prominente en los avances sociales, políticos y culturales del período”.
http://webs.ucm.es/info/especulo/numero47/mujevang.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario