Caballeros 1

miércoles, 28 de junio de 2017

Escritura y símbolos La carta de amor sin palabras de una analfabeta a su marido emigrante Italia, 1973, población rural que no sabía leer ni escribir: una esposa y madre de tres hijos le habla a su amor emigrante, a fuerza de símbolos, sobre los críos, las tareas del campo, la política local y la añoranza.  26 junio, 2017 12:45




La carta de amor de la mujer italiana analfabeta, basada en símbolos. Habla de política, el campo, sus hijos y los jornaleros.
                                    
  
     La carta viene de un mundo sin móviles,de  cuando los telefonazos internacionales estaban al alcance de muy pocos y la única manera de mantenerse en contacto era a base de cartas que tardaban días, o a veces semanas en llegar. Esto último, suponiendo que los interlocutores supiesen escribir.
En la década de 1970, el 5,2% de la población de Italia era analfabeta. La mayoría de personas que no sabían leer o escribir eran mujeres que residían en zonas rurales. Una de ellas, como se sabe ahora, era la madre de tres hijos, probablemente de la región de Catania, en el lado oriental de Sicilia: el escritor siciliano Gesualdo Bufalino ha encontrado una carta suya, que fecha de 1973, y está escrita únicamente en imágenes.
Esta carta fue dirigida a su marido, que era un obrero que había migrado a Alemania para poder trabajar, como explica Bufalino en su libro La luz y el dolor. Como quería preservar la intimidad de su correspondencia, no pidió ayuda a nadie para que la guiasen a la hora de escribir en italiano. En su lugar, según detalla Bufalino, la mujer y el marido desarrollaron su propio código secreto. El autor, después de estudiar profundamente la carta, pudo extraer algunas de sus letras y traducir los símbolos en palabras.


En castellano, el contenido quedaría así: “Mi querido amor, mi corazón está atormentado porque sabe que estás lejos y quiere estirar los brazos hacia ti y hacia nuestros tres hijos. Los dos mayores y yo tenemos buena salud, el pequeño está enfermo, pero no de gravedad. La carta anterior que envié no recibió respuesta, y estoy triste por ello. Tu madre, afectada por una enfermedad, está en el hospital y ahí voy a visitarla. Me acompaña nuestro hijo mediano.
Nuestro pequeño campo sigue arado y sembrado. A los dos trabajadores diarios les di 150.000 liras [unos 500 euros hoy]. En la ciudad hubo elecciones. Voté por la Democracia Cristiana, como sugiere la parroquia. Para la hoz y el martillo la derrota ha sido enorme, como si muriesen en un ataúd. Pero si uno u otro gana, para nosotros, los pobres, es lo mismo: cavamos ayer, y vamos a cavar de nuevo mañana.
Hay muchas aceitunas este año en nuestros olivos. Los dos hombres contratados -uno para derribar los olivos, otro para recogerlos del suelo- me costaron 27.000 liras [unos 90 euros]. 12.000 más para prensar la oliva. Obtuve el aceite suficiente para llenar un frasco grande y uno pequeño. Puedo venderlo al precio actual, que es de 1.300 liras [unos 4 euros] por litro.

Mi lejano amor, mi corazón piensa en ti. Ahora más, porque la Navidad está cerca, y me gustaría estar contigo, de corazón a corazón. Un abrazo de los tres niños y mío. Adiós, amor, mi corazón es tuyo y soy fiel a ti, estoy tan unida a ti como nuestros dos anillos”.

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