Caballeros 1

domingo, 6 de marzo de 2016

La poesia en los años 40 del siglo XX

España vive un periodo de fuerte aislamiento internacional tras la Guerra Civil española, punto de partida de la dictadura del general Francisco Franco. La situación cultural penosa, agravada por la censura, la muerte o el exilio de muchas personalidades culturales dispares al régimen franquista.
Muchas obras que en Europa se publican en Europa, que influirán decisivamente en el pensamiento, aquí no se conocerán hasta mucho tiempo después, en definitiva, sufrimos un retraso cultural, económico, político sin parangón.







La poesía de los años 50 se divide en arraigada, desarraigada y s-Poesía arraigada: La poesía arraigada fue un movimiento clasicista surgido a partir de 1940 en el marco de la poesía española del siglo XX. La Guerra Civil había causado que España se dividiera en dos (los vencidos y los vencedores). De la parte de los vencedores (triunfo del General Francisco Franco) nació este tipo de poesía, de formas tradicionales y búsqueda del equilibrio.




Sus autores tienen una visión luminosa y supuestamente coherente y ordenada del mundo. Se autodenominan como la "juventud creadora", contraria a cualquier enfoque negativo existenciales del resto de la poesía existente en la época. Son también llamados garcilasistas por la revista Garcilaso, y porque vuelven sus ojos a Garcilaso de la Vega y otros poetas clásicos. Sus formas son muy clásicas, al menos técnicamente: sonetos, tercetos,... Sus temas se apoyan en sentimientos religiosos, en el amor, las belleza de la vida...

Destacan varios autores que sufrirán un desengaño de dicho mundo, tales como Dionisio Ridruejo, Leopoldo Panero o Luis Rosales. Éste último especialmente, con su giro completo hacia una poesía más existencialista, con La casa encendida.

El movimiento contrario a este tipo de poesía fue la poesía desarraigada.

 Un pequeño descanso en  Luis Rosales:
















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SONETO A JOSÉ ANTONIO QUE DESCUBRIÓ, EXPRESÓ
Y DEFENDIÓ LA VERDAD DE ESPAÑA. MURIÓ POR ELLA.


Tú amaste el ser de España misionera
frente al peligro y por la luz unida,
el ser de la evidencia enaltecida
del mar latino en la ribera entera:


tú la verdad de España duradera
de la esperanza y del dolor nacida,
verdad de salvación al tiempo asida,
verdad que hace el destino verdadera;


tú la unidad que salva del pecado,
la unidad que nos libra y nos descubre
en los ojos de Dios como alabanza;


¡ya no tienes la vida que has salvado!,
la tierra te defiende y no te cubre
como el vivir defiende la esperanza.




OFRECIMIENTO


(Guardia en el parapeto)




Esta noche, cierta y clara,
se puede morir, vendría
la muerte calladamente
hasta la sangre sumisa,
calladamente durmiendo
su pujante valentía.


Sobre el campo estremecido,
la creciente maravilla
del alba, y el nacimiento
que Dios a la carne envía
están contemplando al hombre
para olvidarlo. Vendría
la muerte calladamente
hacia mis ojos, vendría
para asombrar la mirada
con su presencia tranquila,
como la noche que eleva
a Dios la creación unida.


Sin distinción ni hermosura,
la tierra que nos afirma,
casi militante, acoge
el ensueño y la sonrisa
de los que duermen y esperan
su nacimiento en el día,
de los que duermen y tienen
sangre que los acaricia.


Si la esperanza les mueve,
el cuidado les vigila,
que hay nacimiento en el sueño,
y hay en los labios ceniza,
y en los ojos que despiertan
es costumbre la agonía.


El cuerpo siente su carne
descansada y fugitiva
¡y se perdió, para siempre,
un dolor que yo tenía!
¡Qua ya no vendrá, si viene,
vencedora, ni vencida,
Señor, y sólo es costumbre,
lo que fue esperanza un día!


Todos los que perderemos
un poco más que la vida
estamos juntos: mañana
tendrán carta y alegría
los que son queridos, ¡campos
de Alcalá, tierra infinita,
tierra de vivos y muertos
con olivares y espigas!
¡Señor!, si todos vivimos
porque tus ojos nos miran,
¿cómo estarán en Tus ojos
los que tienen tierra encima?


El alba tras de los montes
de Alta Coloma vencida,
y el aire resplandeciente,
vendrán, después, con la brisa
juvenil, de la mañana
que nuestra culpa redima.
Señor que sabes mi nombre...
Cuando la oración termina
la luz revela el milagro
de su aparición; vendría,
sin levantarnos el sueño,
la muerte, la Peregrina,
y la carne que la niega
será carne sucedida....


y esta esperanza que tengo
Señor, te la ofrecería.



LA VOZ DE LOS MUERTOS

En la voz de los muertos por la unidad del hombre
tierra firme y promesa donde descansa España,
abre a la luz los ojos que nunca amanecieron,
y las islas recuerdan que las unió la espuma,
y los mortales oyen: Ya la tierra no existe,
la tierra que reposa, como un niño, en las aguas,
la tierra que ha inventado la presencia y mantiene
la luz perseverante de su gloria en la tarde,
el perfume indeleble del laurel silencioso,
la duración de ser frente a la muerte clara.


Todo está desolado como un lecho vacío,
la soledad precisa la sucesión del agua
y el resbalar creyente de la arena en el viento.
Cuanto tuvo sonrisa pertenece a la muerte,
ya los altos pinares no ejercitan la sombra,
y nace el resplandor en brazos del olvido,
y se pierde en la espuma la memoria del tiempo.
¿Dónde está, tierra firme, tu sencilla entereza,
si los ojos del hombre, los ojos que llevaron
en su mirada amante toda la luz como un túnel oscuro,
como una tierra estéril donde la mies se agota?
Y tú, ¿qué harás ahora? Tú, la España de siempre,
la vencida del mar, la pobre y la infinita,
la que buscaba tierra para dar sepultura,
la que vuelve los ojos polvorientos al valle,
la España de la ceniza, de espacio y de misterio
que nos brinda la sed y nos muestra el camino.
¡El amor de la muerte te quitó la hermosura,
y el mandamiento alegre de la espiga dorada,
y la belleza efímera del ruiseñor, y el sueño
que despierta la alegre duración de las cosas,
y el contorno doliente de la mujer que amamos
por su presencia triste de carne sucesiva!
¡Y aún descansa en tu frente la esperanza del mundo,
aún sostienen tu luz el sabor del milagro,
la unidad de las flores en el Cuerpo de Cristo,
la vigilia del agua bendiciente y unida
que derramas en los aires claridades y aromas!


Y tú, ¿qué harás ahora? Ya la tierra no existe
y habrá que unir de nuevo la arena entre las manos
para soñar, de nuevo, con su contorno huidizo,
¡la carne de tus muertos no conoce la tumba!
Y tú, la España unida por el polvo, la España
virginal que ha nacido del tiempo y la promesa;
Y tú, ¿qué harás ahora? Murieron los varones
cuya sola presencia cantaba en el silencio
llena de luz entera como el cuerpo del día.
Quieta está para siempre la hermosura del mundo,
quieto, sin movimiento que muestre su esperanza,
quieta divinamente, mientras la luna deja
su doliente esplendor sobre la carne joven.
Y tú, ¿qué harás cuando los muertos vuelvan?
Sobre la arena sola, desnuda y sin rumores,
que consagró a los cuerpos su fervor silencioso,
sobre las aguas tristes que enlutaron la espuma
de sus olas en flor, por los muertos que tienen
toda la mar de España por sepultura y gloria,
y de pie, sobre el viento melodioso y antiguo,
de pie, como murieron, ya sin peso en el aire,
vendrán todos los muertos al corazón del hombre,
vendrán a recordarnos la vida que tenemos,
la muerte que ganaron en penitencia súbita.
Cansados de su cuerpo vendrán, y con la sangre
quieta, y enamorada y en soledad precisa.
Y así en la tierra dura que el trigo amarillece
vuestro silencio ha sido la primera Verdad.


¡Silencio enajenado que la muerte hermosea!
¡Silencio que ha de ser tierra para el arado!
¡Gloria espaciosa y triste donde descansa España
su viril hermosura tan antigua y tan nueva!
¡Tierra entera de sangre que es la voz de tus muertos
y nos da nacimiento, costumbre y agonía!
¡Tierra que sólo brinda paciencia y superficie!
¡Tierra para morir, deshabitada y loca
por cumplir tu hermosura,
Oh España, Madre España!


-Poesía desarraigada:El crítico y poeta Dámaso Alonso denominó poesía desarraigada, en contraposición a la poesía arraigada, a una de las principales corrientes de la lírica inmediatamente después de la Guerra Civil española.

Esta corriente conectó desde el principio y claramente con la poesía impura de preguerra (Pablo Neruda, Rafael Alberti, Miguel Hernández, los surrealistas) y surgió en la década de 1940 en torno a la revista Espadaña de León (1944-1951), capitaneada por los poetas Victoriano Crémer (1906), Eugenio G. de Nora (1923) y Antonio González de Lama, y se caracterizó por el desarraigo existencialista, la angustia vital, el nihilismo y el vacío, sentimientos que vienen dados por distintas causas, pero la mayor sin duda la traumática experiencia de la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial, de forma paralela en la narrativa al llamado Tremendismo y en la filosofía al auge del Existencialismo. Es una poesía rebelde, que supuso un gran revulsivo para toda la generación de poetas que comenzó a publicar a partir de los últimos cuarenta y se oponía a la supuesta armonía y quietud que mostraban revistas como Garcilaso. Los libros centrales de la estética que pretende ejemplarizar esta angustia e inconformismo, son Sombra del Paraíso, de Vicente Aleixandre, e Hijos de la ira ambos publicados en 1994.

Un libro de Dámaso Alonso es Oscura noticia, que pertenece también a esta estética, en la que la preocupación por el hombre, de corte existencial, desembocará en la década de los 50 en la poesía social con autores como Gabriel Celaya y Blas de Otero; la etapa desarraigada de este último está compuesta por los libros Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951), que se refundieron y ampliaron en 1958 en un libro que une la primera sílaba del primero con la segunda del último: Ancia (1958), con 36 poemas inéditos, transida de rebeldía contra la poesía religiosa de su momento y la imagen tradicional de Dios. A esta corriente se sumó además la revista Proel de Santander como poetas como el inclasificable José Hierro o el santanderino José Luis Hidalgo (1919-1947), con los libros Raíz (1943) y Los muertos (1947), que es su mejor libro. El valenciano Vicente Gaos (1919-1980) también pertenece a esta corriente por su libro Arcángel de mi noche (1944), de presupuestos metafísicos, o el asturiano Carlos Bousoño (1923), autor de Subida al amor, Primavera de la muerte e Invasión de la realidad. Es lo cierto que este desarraigo fue ya anticipado por el poeta hispanonorteamericano George Santayana en sus Sonnets (1883-1893), como ha señalado el profesor Cayetano Estébañez. Por otra parte, los poetas representativos de la estética escriben también obras señeras: Victoriano Crémer, La espada y la pared y Con la paz al hombro, libros trágicos y violentos; Eugenio G. de Nora, Amor prometido, Contemplación del tiempo y Siempre.
El mundo se contempla como algo caótico tras la posguerra a causa de los rastros de destrucción culpa del conflicto. Ésto hace evidente la fragilidad del hombre, quien ha de buscar un refugio que le libere de tanto sufrimiento. Otro punto destacable es la conciencia de la naturaleza mortal que toma el hombre, viendo al ser humano como algo frágil y efímero. No se trata el ateísmo propiamente dicho, pero se produce el denominado "silencio de Dios" ante el sufrimiento humano.

El término "desarraigada" se debe al desagrado que sienten ante la España oficial, en la que no se sienten integrados ni, por tanto, arraigados, los poetas en desacuerdo con la dictadura franquista.

Temática


Los temas de esta poesía giran en torno a esos sentimientos de angustia, de carácter existencial, cuyo protagonista es el hombre. El denominado "bando de los perdedores" no tenía mucho de que alegrarse tras haber perdido la guerra.
La religiosidad también está muy presente en los poetas “desarraigados”, pero prefiere el tono de la desesperanza, de la duda, o se manifiesta en imprecaciones sobre el porqué del dolor humano.

Estética

A esta poesía rehumanizada le corresponde un estilo duro, quebrado y violento, pero también directo y sencillo, menos evasivo en los temas y menos preocupado por los arreglos estéticos. Desdeña el estrofismo y el clasicismo propios de la poesía arraigada y del Garcilasismo y prefiere como vehículo el verso libre o el versículo. Cuando adopta el estrofismo, como por ejemplo en la etapa desarraigada de Blas de Otero, escritor de numerosos sonetos, está quebrado por el frecuente uso del encabalgamiento abrupto y la braquilogía. El lenguaje convencional y estereotipado, de resonancias clásicas, de los garcilasistas se ve sustituido por uno cotidiano, abierto a todos, en el que caben lo vil y lo bajo, como corresponde a esa poesía impura; la estrofa clásica se ve también reemplazada por el verso largo y polimétrico y el paralelismo semántico y los sintagmas progresivos de inspiración bíblica, que acercan a menudo la poesía a la prosa.

El movimiento contrario a esta corriente poética es la poesía arraigada.

Autor importante de este corriente es Victoriano Crémer:















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Ángeles con espadas
custodian el aire.
Un toro de sombra
mugiendo en los árboles.

—Madre, tengo miedo
del aire.

Mira las estrellas.
Aún no son de nadie;
ni son del Obispo
ni son del Alcalde.

—Madre, quiero una
que hable.

Patitas de cabra
siguen vacilantes
al osito blanco
de la luna errante.

—Madre, quiero un oso
que baile.

Pandero de harina:
luna en el estanque.
Las cinco cabrillas
sin cesar, tocándole.

—Madre, se me hielan
las carnes.

Floridas de escarcha
ya son como panes.
La aurora las dora
y acorteza el aire.

—Madre, no te oigo.
¡Tengo hambre!

¡Uuuuuuuh...! Duerme, mi niño;
que viene el aire
y se lleva a los niños
que tienen hambre.

Lee todo en: CANCIÓN PARA DORMIR A UN NIÑO POBRE - Poemas de Victoriano Crémer http://www.poemas-del-alma.com/victoriano-cremer-cancion-para-dormir-a-un-nino-pobre.htm#ixzz429HZTbRA

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