El papel que tiene la mujer en la épica castellana es relativamente más importante que en la épica francesa. En el Cantar, la mujer y las hijas del Cid son figuras muy destacadas, mientras que por ejemplo en la Chanson de Roland, las mujeres aparecen prácticamente fuera de la acción. De todos modos, en una época en la que la mujer estaba completamente sometida al marido, era de esperar ese tratamiento en la literatura.
En la sociedad árabe, la mujer valía por su capacidad de ser madre, pues era ella la que proporcionaba los futuros guerreros. Por otro lado, el mahr o dote, integraba una parte importante de los bienes del marido, aunque debía devolverlo en caso de divorcio.
Eso también lo podemos verificar en el Cantar, en ocasión del casamiento de las hijas del Cid con los infantes de Carrión, quienes recibieron de él una importante dote y numerosos regalos antes de marchar hacia Corpes, y que luego, en las Cortes de Toledo (serie 137), fueron reclamadas una a una por el Campeador.
Por otro lado, el casamiento era el medio de honra para la mujer. Con su primer casamiento, las hijas de Don Rodrigo se vieron humilladas en el episodio del robledo de Corpes y era necesario que se volvieran a casar para recuperar la honra perdida con lo cual, al mismo tiempo, procuraban una mayor honra al padre, al emparentarlo con los reyes de Navarra y de Aragón. Y con esto volvemos a cerrar el círculo del héroe en relación con su familia, en este caso a través de la mujer.
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