Caballeros 1

lunes, 6 de junio de 2022

Emily Dickinson definió el rumbo de la poesía y de cómo se lee y comprende ahora.

                  




                El agua se aprende por la sed.

La Tierra —por los Océanos atravesados.

El Éxtasis —por la agonía—

La Paz —la cuentan las batallas—

El Amor, por el Hueco de la Memoria.

Los Pájaros, por la Nieve.




Me quieres—estás segura—

No temo equivocarme

No me despertaré engañada

Una complaciente mañana

y descubriré que el Sol se ha ido

¡que los Campos—están desolados

y que mi Amor—se ha marchado!

 

No debo inquietarme—estás segura.

Nunca llegará la noche

En la que, asustada, corra a tu casa

Y encuentre las ventanas oscuras

Y mi Amor se haya ido—dime

¿Nunca llegará?

 

Claro que estás segura—sabes

Que lo soportaré mejor ahora

Si me lo dices así

Que si—cuando la Herida

haya sanado

¡Me hieres—otra vez





Su pecho es propicio para perlas,

Pero yo no soy un Buceador—

Su frente es propicia para tronos

Pero yo no tengo penacho.

Su corazón es propicio para un hogar—

Yo—un Gorrión—construyo ahí—

Con la dulzura de las ramas

Mi perenne nido.





Si el Valor te abandona—

Vive por encima de Él—

A veces se apoya en la Tumba,

Si teme desviarse—

 

Es una postura segura—

Nunca se equivocó

En esos brazos de Bronce—

Ni el Mejor de los Gigantes—

 

Si tu Alma tiembla—

Abre la puerta de la Carne—

La Cobarde necesita Oxígeno—

Nada más—




¡Yo, cambiar! ¡Yo, transformarme!

¡Yo, cambiar! ¡Yo, transformarme!

¡Pues lo haré, cuando en la Colina Eterna

Crezca una Púrpura más Pequeña –

Al atardecer, o un brillo inferior

Vacile en la Cordillera –

En el mejor cierre del Día!





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