Creemos los nombres.
Derivarán los hombres.
Luego derivarán las cosas.
Y sólo quedará el mundo de los nombres,
letra del amor de los hombres,
del olor de las rosas.
Del amor y las rosas,
no ha de quedar sino los nombres.
¡Creemos los nombres!
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EL mar dice un momento
que sí, pasando yo.
Y al punto,
que no, cien veces, mil
veces, hasta el más lúgubre infinito.
No, ¡no!, ¡¡no!!, ¡¡¡no!!!, cada vez más
fuerte, con la noche...
Se van uniendo
las negaciones suyas, como olas,
-¡no, no, no, no, no, no, no, no, no, no!-
y, pasado, todo él, allá hacia el este,
es un inmenso, negro, duro y frío
¡no! {Diario, XLIV).
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