Caballeros 1

miércoles, 21 de marzo de 2012

Valores verbales en la poesía de Ángel González.

Valores contextualizados de los verbos
POESÍAS DE ÁNGEL GONZÁLEZ




PARA QUE YO ME LLAME ÁNGEL GONZÁLEZ

Para que yo me llame Ángel González,

para que mi ser pese sobre el suelo,

fue necesario un ancho espacio

y un largo tiempo:

hombres de todo el mar y toda tierra,

fértiles vientres de mujer, y cuerpos

y más cuerpos, fundiéndose incesantes

en otro cuerpo nuevo.

Solsticios y equinoccios alumbraron

con su cambiante luz, su vario cielo,

el viaje milenario de mi carne

trepando por los siglos y los huesos.

De su pasaje lento y doloroso

de su huida hasta el fin, sobreviviendo

naufragios, aferrándose

al último suspiro de los muertos,

yo no soy más que el resultado, el fruto,

lo que queda, podrido, entre los restos;

esto que veis aquí,

tan sólo esto:

un escombro tenaz, que se resiste

a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan

a ningún sitio. El éxito

de todos los fracasos. La enloquecida

fuerza del desaliento...

TEXTO 2

Mientras tú existas,

mientras mi mirada

te busque más allá de las colinas,

mientras nada

me llene el corazón,

si no es tu imagen, y haya

una remota posibilidad de que estés viva

en algún sitio, iluminada

por una luz—cualquiera...

Mientras

yo presienta que eres y te llamas

así, con ese nombre tuyo

tan pequeño,

seguiré como ahora, amada

mía,

transido de distancia,

bajo ese amor que crece y no se muere,

bajo ese amor que sigue y nunca acaba.

TEXTO 3

Alga quisiera ser, alga enredada,
en lo más suave de tu pantorrilla.

Soplo de brisa contra tu mejilla.

Arena leve bajo tu pisada.

Agua quisiera ser, agua salada

cuando corres desnuda hacia la orilla.

Sol recortando en sombra tu sencilla

silueta virgen de recién bañada.

Todo quisiera ser, indefinido,

en torno a ti: paisaje, luz, ambiente,

gaviota, cielo, nave, vela, viento…

Caracola que acercas a tu oído,

para poder reunir, tímidamente,

con el rumor del mar, mi sentimiento.

TEXTO 4

Otro tiempo vendrá distinto a éste.

Y alguien dirá:

«Hablaste mal. Debiste haber contado

otras historias:

violines estirándose indolentes

en una noche densa de perfumes,

bellas palabras calificativas

para expresar amor ilimitado,

amor al fin sobre las cosas

todas».

Pero hoy,

cuando es la luz del alba

como la espuma sucia

de un día anticipadamente inútil,

estoy aquí,

insomne, fatigado, velando

mis armas derrotadas,

y canto

todo lo que perdí: por lo que muero.

TEXTO 5

Despertar para encontrarme

esto:

la vida así dispuesta,

el cielo

turbio, la lluvia

que lame los cristales.

Abrir los ojos para ver

lo mismo,

poner el cuerpo en marcha para andar

lo mismo,

comenzar a vivir, pero sabiendo

el fracaso final de la hora última.

Si esto es la vida, Dios,

si este es tu obsequio,

te doy las gracias -gracias- y te digo:

Guárdalo para ti y para tus ángeles.

Me hace daño la luz con que me alumbras,

me enloquece tu música

de pájaros,

pesa tu cielo demasiado,

oprime,

aplasta, bajo y gris, como una losa.

Todo está bien, lo sé.

Tu orden

se cumple.

Pero alguien

envenenó las fuentes

de mi vida, y mi corazón es

pasión inútil, odio,

ciego, amor desorbitado,

crisol donde se funden

contrariedades con contradicciones.

Y mi voluntad sigue,

inútilmente,

empeñada en la lucha más terrible:

vivir lo mismo que si tú existieras.

TEXTO 6

Ayer fue miércoles toda la mañana.

Por la tarde cambió:

se puso casi lunes,

la tristeza invadió los corazones

y hubo un claro

movimiento de pánico hacia los

tranvías

que llevan los bañistas hasta el río.

A eso de las siete cruzó el cielo

una lenta avioneta, y ni los niños

la miraron.

Se desató

el frío,

alguien salió a la calle con sombrero,

ayer, y todo el día

fue igual,

ya veis,

qué divertido,

ayer y siempre ayer y así hasta ahora,

continuamente andando por las calles

gente desconocida,

o bien dentro de casa merendando

pan y café con leche, ¡qué

alegría!

La noche vino pronto y se encendieron

amarillos y cálidos faroles,

y nadie pudo

impedir que al final amaneciese

el día de hoy,

tan parecido

pero

¡tan diferente en luces y en aroma!

Por eso mismo,

porque es como os digo,

dejadme que os hable

de ayer, una vez más

de ayer: el día

incomparable que ya nadie nunca

volverá a ver jamás sobre la tierra

TEXTO 7

NADA ES LO MISMO

La lágrima fue dicha.

Olvidemos

el llanto

y empecemos de nuevo,

con paciencia,

observando a las cosas

hasta hallar la menuda diferencia

que las separa

de su entidad de ayer

y que define

el transcurso del tiempo y su eficacia.

¿A qué llorar por el caído

fruto,

por el fracaso

de ese deseo hondo,

compacto como un grano de simiente?

No es bueno repetir lo que está dicho.

Después de haber hablado,

de haber vertido lágrimas,

silencio y sonreíd:

nada es lo mismo.

Habrá palabras nuevas para la nueva historia

y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.

TEXTO 8

ME BASTA ASÍ

Si yo fuese Dios

y tuviese el secreto,

haría un ser exacto a ti;

lo probaría

(a la manera de los panaderos

cuando prueban el pan, es decir:

con la boca),

y si ese sabor fuese

igual al tuyo, o sea

tu mismo olor, y tu manera

de sonreír,

y de guardar silencio,

y de estrechar mi mano estrictamente,

y de besarnos sin hacernos daño

—de esto sí estoy seguro: pongo

tanta atención cuando te beso—;

entonces,

si yo fuese Dios,

podría repetirte y repetirte,

siempre la misma y siempre diferente,

sin cansarme jamás del juego idéntico,

sin desdeñar tampoco la que fuiste

por la que ibas a ser dentro de nada;

ya no sé si me explico, pero quiero

aclarar que si yo fuese

Dios, haría

lo posible por ser Ángel González

para quererte tal como te quiero,

para aguardar con calma

a que te crees tú misma cada día

a que sorprendas todas las mañanas

la luz recién nacida con tu propia

luz, y corras

la cortina impalpable que separa

el sueño de la vida,

resucitándome con tu palabra,

Lázaro alegre,

yo,

mojado todavía

de sombras y pereza,

sorprendido y absorto

en la contemplación de todo aquello

que, en unión de mí mismo,

recuperas y salvas, mueves, dejas

abandonado cuando —luego— callas...

(Escucho tu silencio.

Oigo

constelaciones: existes.

Creo en ti.

Eres.

Me basta).

TEXTO 9

INVENTARIO DE LUGARES PROPICIOS AL AMOR

Son pocos

La primavera está muy prestigiada, pero

Es mejor el verano.

Y también esas grietas que el otoño

Forma al interceder con los domingos

En algunas ciudades

Ya de por sí amarillas como plátanos.

El invierno elimina muchos sitios:

Quicios de puertas orientadas al norte,

Orillas de los ríos,

Bancos públicos.

Los contrafuertes exteriores

De las viejas iglesias

Dejan a veces huecos

Utilizables aunque caiga nieve.

Pero desengañémonos:las bajas

Temperaturas y los vientos húmedos

Lo dificultan todo.

Las ordenanzas, además, proscriben

La caricia (con exenciones

Para determinadas zonas epidérmicas

-sin interés alguno-

En niños, perros y otros animales)

Y el “no tocar, peligro de ignominia”

Puede leerse en miles de miradas.

¿Adónde huir, entonces?

Por todas partes ojos bizcos,

Córneas torturadas,

Implacables pupilas,

Retinas reticentes,

Vigilan, desconfían, amenazan.

Queda quizá el recuerdo de andar solo,

De vaciar el alma de ternura

Y llenarla de hastío e indiferencia,

En este tiempo hostil, propicio al odio.

TEXTO 10

CANCIÓN DE AMIGA

Nadie recuerda un invierno tan frío como éste.

Las calles de la ciudad son láminas de hielo.

Las ramas de los árboles están envueltas en fundas de hielo.

Las estrellas tan altas son destellos de hielo.

Helado está también mi corazón,

pero no fue en invierno.

Mi amiga,

mi dulce amiga,

aquella que me amaba,

me dice que ha dejado de quererme.

No recuerdo un invierno tan frío como éste.

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