Caballeros 1

miércoles, 3 de febrero de 2021

Leer Hamlet.

 PRIMER ACTO DE HAMLET.

 Hamlet se desarrolla en el castillo de Kronborg, en Elsinor, a finales del siglo xvi, justamente en la época en que la escribe William Shakespeare. 

Los datos históricos sobre Dinamarca que da Shakespeare en la obra son falsos. Aunque se sitúa en Noruega el contexto histórico tiene más que ver con el país de Shakespeare, las circunstancias que se estaban viviendo en Inglaterra en esos años  eran críticas, y Shakespeare traspasa esa situación a su obra. Hamlet fue escrita en 1600, en los últimos años del reinado de Isabel I, tras más de cuarenta años de dirigir el país. Sin hijos que la heredasen, el único candidato legítimo al trono era James de Escocia, el hijo de su enemiga, la católica María Estuardo, a quien ella había mandado decapitar en 1587. James ya era rey de Escocia cuando heredó el trono de Inglaterra. Nosotros lo conocemos como Jacobo I Estuardo.




  
HORACIO: De sus rasgos físicos no se nos dice nada. Es compañero de estudios de Hamlet y su amigo, por lo que suponemos que es de su misma edad: treinta años. Se nos ocurre preguntarnos lo siguiente: ¿no se es demasiado mayor a esa edad para ser estudiante en la universidad? Pero, por otra parte, si en vez de treinta tuviera, igual que pasa con Hamlet, dieciocho o veinte, ¿podría tener la profundidad psicológica que se tiene a los treinta? Tendremos que pensar que se trata de un despiste de Shakespeare, al que no le importaban estos detalles menores, porque creía que el público no se fijaba en ellos. Horacio encarna el ideal de vida del Renacimiento, tal como lo plasma Baltasar de Castiglione en El cortesano (1528). Al mismo tiempo es el ejemplo del intelectual humanista educado en Wittenberg: inteligente, culto, cortés, respetuoso, gran conversador, con buen humor y escéptico ante lo sobrenatural, pero sin llegar a ser un ciego racionalista. Cuando ve con sus propios ojos al fantasma, se sobrecoge de terror. Si hubiera sido un testigo supersticioso, la gente que asistía a la representación no se hubiera sorprendido tanto, pero así Shakespeare vuelve a dar otro toque de suspense a la obra, al venir el terror de un hombre temeroso, precavido —como se nos presenta en la escena IV de este acto— y, en síntesis, equilibrado. Donde mejor se le describe es en el Tercer acto, escena II, y lo hace Hamlet. No sabemos quién era su familia y, aunque no tiene riquezas, está claro que su ascendencia ha de ser de cierto abolengo. Es un hombre independiente, no adulador de los poderosos en una corte llena de oportunistas. Hamlet lo aprecia porque es íntegro, ecuánime ante la desgracia y la fortuna, justo y sabe dominar las pasiones. De esta fortaleza de espíritu y equilibrio mental carece el protagonista, por eso le admira y le quiere. Todas estas características coinciden con las que propugnaba el Estoicismo, escuela filosófica griega que triunfó tres siglos antes de nuestra era. Así mismo, son los rasgos que definen lo que el poeta latino Horacio (65-8 a. C.) definió en sus Odas como aurea mediocritas, o «dorada moderación», esto es, el individuo que sabe encontrar el punto medio entre los extremos del placer y el furor, la justa medida entre las emociones. Curiosamente, Shakespeare pone a su personaje el mismo nombre que al maestro clásico y no por casualidad. A lo largo de la obra veremos que Horacio es el acompañante, consejero y apoyo de Hamlet, como tantas parejas ha habido en la historia de la literatura, pensemos en Dante y Virgilio de la Divina Comedia, que sin duda Shakespeare conocía (Don Quijote y Sancho no aparecerían hasta 1605). Horacio es, sobre todo, el fiel e incondicional amigo, hasta el punto de querer morir cuando pierde a su compañero y señor. Pero Hamlet no lo deja, porque tiene que ser su portavoz, el que dé la noticia veraz de todo lo que ha pasado. Solo así Hamlet morirá tranquilo.


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