La Librería o The bookshop (1978) se encuadra entre sus primeros
trabajos de ficción de Penelope Fitzgerald, únicamente precedido de The Golden Child (1977). Fue, por tanto, a pesar que la autora lo
publicara con unos sesenta años, uno de sus primeros trabajos que además le dio
cierta notoriedad al quedar finalista en el prestigioso premio Booker Prize,
ganándolo el año siguiente con la novela The Offshore o A la Deriva, uno de sus novelas más personales Penelope Fitzgerald (Lincoln, 1916-Londres, 2000) fue una escritora tardía, comenzó a publicar ficciones tras la muerte de
su marido y , en esa primera etapa, se inspiró en experiencias personales.
En sus obras se habla de la imposibilidad del entendimiento
humano, de personajes que residen en los límites, de amantes que no se
comprenden, de artistas y escritores románticos, de profesores que han perdido
la fe, de seres que parecen no pertenecer a la sociedad en que viven ni
comprender el mundo en que todos los demás se mueven con tanta aparente
facilidad. Su universo literario está dividido entre” los exterminadores y los
exterminados”. Cuando en 1979 ganó de manera inesperada el Booker con su novela A la deriva, a la edad de 63 años, les dijo a sus amigos: «Ya sabía yo
que era una outsider». Y también son outsiders sus protagonistas, tanto los
reales de sus biografías como los ficticios de sus novelas.
Penelope inventó un término para describir su género: “tragifarsa”».
Una expresión que no puede ser más adecuada ya que lo que hace Penelope
Fitzgerald es precisamente eso: mezclar lo trágico y lo burlesco en sus
historias. Lo hace en La librería ya desde la primera descripción de Florence Green como
una mujer viuda «pequeña de aspecto, delgada y huesuda, un poco insignificante
vista desde delante y completamente insignificante por detrás»
Podemos clasificar La
Librería como novela realista. En ella la autora nos describe un
pequeño pueblo, un microcosmos , una sociedad compleja con dificultades y proyectos
personales y colectivos.
Es también un rasgo
realista el empleo brillante de los diálogos, los personajes están construidos
por la suma de las aportaciones del narrador, la interrelación con otros
personajes y por su lenguaje. Pinceladas que se suman y construyen tipos
humanos.
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