La Galatea de este mito era una cretense casada con Lampro, hombre humilde y de carácter “bondadoso”.
Galatea se quedó embarazada,
sabía que su esposo ansiaba un hijo
varón y expresaba su intención de abandonar al bebe en caso de que fuera una niña
( razón por la que entrecomillo el adjetivo bondadoso con el que se le retrata
en los mitos). Galatea da a luz una hija y desesperada busca ayuda en los sabios adivinos quienes le aconsejaron que
vista a su hija como varón, y le dé por
nombre Leucipo, para que así Lampro no
la obligue a abandonarla. Con los años, Leucipo se volvió muy hermosa y llegó
el momento en que ya no se podía ocultar su verdadero sexo, pues su cuerpo
desbordaba delicadeza y femineidad.
Temiendo por la vida de su
querida hija, Galatea acudió esta vez a poderes más altos y se dirigió al
templo de Leto (madre de Apolo y Artemisa) y allí pide a la diosa que cambie el
sexo de su niña. Leto se apiadó de sus súplicas y la hermosa doncella fue
convertida en un guapo varón.
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