http://www.ugr.es/~inveliteraria/PDF/MUJER%20COMO%20CIUDADANA%20EN%20EL%20SIGLO%20XVIII.%20LA%20EDUCACION%20Y%20LO%20PRIVADO.pdf
En lo que se refiere a acontecimientos culturales y
filosóficos, es importante citar a Spinoza , quien construye un pensamiento
moderno que aboga por la necesidad de la tolerancia y la libertad religiosa en
los estados modernos. De Leibniz es interesante su pensamiento filosófico del
optimismo, y el principio de razón suficiente. De Newton
es fundamental su método de investigación, profundamente revolucionario, que se
convierte en el modelo científico de todo el siglo XVIII, eliminando la
metodología anterior. Los ilustrados defienden que puesto que la razón es un
elemento global, es posible mediante el diálogo llegar a acuerdos y a verdades
útiles. En este momento la razón se convierte en el motor del progreso humano.
Parte de la experiencia de los sentidos, y a través del análisis de la realidad
llega a los primeros principios. Estos pensadores, a diferencia de los
pensadores del XVII, no buscan ya verdades eternas, renuncian a estos primeros
principios y se conforman con una verdad más material y provisional. No se
trata de buscar una verdad que revele la verdad más profunda del ser, sino una
verdad con la que se pueda estar de acuerdo.
Las consecuencias de la Revolución Francesa, fueron muy
diversas y de gran importancia . Las más claras son la abolición
de la monarquía en Francia, la instauración de la Iª República y el fin de una
era: el Antiguo Régimen. Con ello se acabaron los privilegios de iglesia y
nobleza con los que contaban tanto la aristocracia como el clero, eliminado la
servidumbre, el diezmo y los derechos feudales. También se disgregaron las
propiedades y se introdujo el principio de distribución equitativa en el pago
de impuestos.
La razón ilustrada que buscaba la igualdad de los seres
humanos no quería profundizar en la igualdad de los géneros que ahondaba en
la diferencia entre hombres y mujeres y que se venía arrastrando desde siglos
atrás. Aquí comienza una de las contradicciones de la Ilustración. Kant
hablaba de la mayoría de edad que debía alcanzar el hombre para hacer uso de la
razón, logrando así su independencia, pero ¿cuál era el papel de las mujeres en
esta cuestión? Sencillamente se pensaba que esta lucha contra los privilegios,
el camino hacia el conocimiento era un asunto del hombre, en su sentido mas
literal.
Feijoo es uno de los
autores que hace defensa de la igualdad de géneros en sus obras, un ejemplo es
el Teatro crítico universal, , Feijoo
se refiere a ciertos errores que se han venido arrastrando desde la Antigüedad
y que desvaloraban a la mujer. De igual modo rechaza las ideas contrarias que
sitúan a la mujer como paradigma de perfección. La tarea de Feijoo a partir de
aquí es defender la igualdad de los sexos. Para ello establece tres niveles de
cualidades en los que irá comparando a hombres y mujeres, desde el punto de
vista ilustrado de la utilidad y el progreso. El primero de ellos es el nivel
físico: en esta categoría resalta la robustez de los hombres frente a la
hermosura de las mujeres. Para Feijoo, es más valiosa la cualidad del hombre,
incluso hay algunos que apuntan que incluso la de la mujer puede provocar
inconvenientes si se desencadena un desamor o un amores desordenados a causa de
la belleza de la mujer, como sucedió con Helena de Troya. Feijoo no secunda
esta idea ya que observa que en países donde hay mayor número demujeres bellas
o mayor de feas, los conflictos se suceden de igual forma. En pocas palabras,
la hermosura de las mujeres no es sinónimo de males o perjuicios; sin embargo
es mayor la valía de la robustez, que es, a fin de cuentas, motor de la
agricultura, la mecánica o la guerra. El segundo nivel es el de las virtudes,
donde el hombre goza de constancia y la mujer de docilidad. La firmeza y
constancia es siempre proyecto de grandes bienes, pero también lo puede ser de
grandes terquedades. El tercer nivel habla de la sencillez femenina y de la
prudencia masculina. Ambas cualidades son muy válidas para Feijoo, pero señala
que más útil sería al mundo la sencillez de los ciudadanos y no la prudencia,
que en ocasiones deriva en falsedad y engaño. Además de las tres cualidades
anteriores, señala nuestro autor que a las mujeres hay que añadirles una
cualidad más: la vergüenza, a la que definiría como "una valla, que entre
la virtud y el vicio puso la naturaleza" (1765: 387). Sin embargo, Feijoo
ha hablado de las cualidades de hombres y mujeres y hasta ahora no equilibra la
balanza por ninguno de los dos sexos. Más adelante hace un recorrido desde el
antiguo Egipto por todas las mujeres célebres y virtuosas, reinas y
gobernantes. Y atisba que las mujeres están capacitadas para gobernar los
países, pero que en España se ha cometido a veces el error de coronar, cuando
un rey muere, a un niño incapaz en lugar de a una mujer16. Y continúa con el
recorrido de mujeres de cuantiosa valía, en toda Europa, en África y en
América, y a lo largo de todos los tiempos.
Contra la creencia de que las mujeres no pueden guardar un
secreto, Feijoo vuelve a dar una serie de ejemplos de mujeres célebres que la
desmienten, y que incluso han llegado a perder la vida por guardar un secreto
confiado a ellas. Feijoo quiere defender el entendimiento de la mujer, pero no
tiene autoridad suficiente para ello y por tanto sólo podrá servirse de la
razón. Si esta no funciona, tampoco podrá valerse de otros autores como ayuda,
que hablan de dicha cualidad menospreciándola. Cuenta, a propósito del tema,
una pequeña fábula sobre un león y un hombre: Yendo de camino un hombre, y un
león, se les ofreció disputar quiénes eran más valientes, si los hombres, si
los leones: cada uno daba la ventaja a su especie; hasta que llegando a una
fuente de muy buena estructura, advirtió el hombre que en la coronación estaba
figurado en mármol un hombre haciendo pedazos a un león. Vuelto entonces a su
contrincante en tono de vencedor, como quien había hallado contra él un argumento
concluyente, le dijo: Acabarás ya de desengañarte de que los hombres son más
valientes que los leones, pues allí ves gemir oprimido, y rendir la vida un
león debajo de los brazos de un hombre. Bello argumento me traes (respondió
sonriéndose el león): esa estatua otro hombre la hizo, y así no es mucho que la
formase como le estaba bien a su especie. Yo te prometo, que si un león la
hubiera hecho, él hubiera vuelto la tortilla, y plantado el león sobre el
hombre, haciendo gigote de él para su plato. (1765: 404-405) Al igual que la
Historia la escriben los vencedores y no los derrotados, la supremacía es
atribuida al género masculino porque son ellos los que escriben, los que se
adueñan de todo, y los que dan al mundo su versión de las cosas.
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