Caballeros 1

miércoles, 29 de noviembre de 2017

La monja gitana.

La imagen procede de El Romancero gitano ilustado.
Los personajes de este universo mítico-fabular creado por Lorca son tipos individuales que representan al colectivo de su raza, la gitana. Pertenecen a un mundo de seres de vida primitiva, instintiva. Y esta condición queda especialmente reflejada en el conjunto de mujeres que discurren por este compendio de romances.
Empezaremos con la gitana Preciosa. El romance “Preciosa y el aire”  se halla estructurado alrededor del mito antropomórfico del viento. La base anecdótica que sirve de sostén al poema nos relata el susto de la gitana Preciosa, que, al ser sorprendida en el campo por el viento de tempestad que le levanta las faldas, se acoge presurosa a la vecina casa de los ingleses, donde encuentra seguro abrigo y benévola acogida. La primera parte del romance dirige nuestra atención hacia Preciosa, que avanza solitaria en la profundidad de la noche, totalmente embebida en el ritmo de su pandereta. La atmósfera mítica se revela en una serie de metá- foras. La pandereta de Preciosa es una ‘luna de pergamino’ y el sendero por donde transita participa de la mágica esencia de los cristales (agua) y los laureles que se hallan a ambos lados del camino (anfibio sendero). El silencio, por su parte, huye del sonsonete de la pandereta, pero cae en otro mundo de misteriosos sonidos: “donde el mar bate y canta / su noche llena de peces”. La hora nocturna es tranquila y sosegada y está de acuerdo con la despreocupación espontánea de la gitana. En la segunda parte hay un cambio radical. Un viento repentino comienza a soplar en medio de relámpagos (lenguas celestes) y levanta las faldas de Preciosa. Pero el agresivo acometedor es ya mítica figura. La causa del violento cambio atmosférico es la gitana misma, quien con su presencia ha despertado los ímpetus lúbricos del viento-hombrón. La tensión metafórica se desencadena en series antropomórficas que revelan el empeño de posesión de la muchacha. El agresivo enamorado, en diálogo breve, pide a Preciosa la entrega de su cuerpo´
En la tercera parte del romance se inicia la persecución en carrera desatada. Preciosa, llena de susto al verse asediada por galán tan peligroso, emprende una fuga apresurada y el viento, convertido en sátiro lujurioso, corre tras ella en su alcance.
Las metáforas a base de la luz cósmica del relámpago con su insistencia en lo luminosos y lo caliente, acentúan el perfil masculino y agresivo de la figura mítica: lenguas celestes, espada caliente, sátiro de estrellas bajas con sus lenguas relucientes. El amante cósmico tan antiguo como el tiempo (dedos antiguos) completa su figura desmesurada con sus denominaciones de sufijo aumentativo: San Cristobalón, viento-hombrón. Preciosa gana en la carrera y logra guarecerse en la casa de los ingleses. Pero mientras ella relata su aventura, el amante despechado y violento se deja sentir sobre el tejado.
El romance de “La monja gitana”  señala la fusión de lo anecdótico-descriptivo y de lo mítico a través del desdoblamiento de la luz y del fantasear mismo de la monja. Ésta teje sus alhelíes, girasoles, magnolias, lentejuelas, cintas, azafranes y lunas en el mantel de la misa, mientras en la cocina del convento se perciben olores de toronjas endulzadas. Pero existe otro mundo para la monja; el de su fantasía. Las flores que borda con sus manos son proyectadas al campo donde la imaginación teje sus propias flores de ensueño. Ahora bien, como ha visto Correa, estas flores entran en identificación con el mundo mítico de la luz desdoblada. El instrumento de este desdoblamiento es el prisma, para la luz, y los ojos de la monja para sus fantasías. “Por los ojos de la monja / galopan dos caballistas”. Ya aquí su imaginación penetra al menos por un momento en un mundo de una total iluminación (correspondiente al de los pájaros del prisma), que no es otro que el mundo de LOS SENTIDOS: [...] ¡Oh!, qué llanura empinada con veinte soles arriba. ¡Qué ríos puestos de pie vislumbra su fantasía! [...] Los ríos, que serían el camino para llegar a esta llanura empinada de veinte soles, se han antropomorfizado de pronto poniéndose en pie y constituyendo un obstáculo al libre fluir de su fantasía. De repente ella se da cuenta de que este mundo de la fantasía le está vedado y retorna a las “flores” de su tejido. 

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