Caballeros 1

martes, 24 de octubre de 2017

Juan Ramón en Nueva York.

¿EL CIELO?
    New York
Para ser imitación no está mal. Un poco yerto, desvaído y duro- Estos pintores de anuncios son bastante buenos Caramba!. !Más arriba! !Más arriba! !No se caen ustedes, hombres! !Más arriba, que todavía se huele la pintura y no se huelen todavía las primeras rosas eternas!

SECCIÓN.
   De Garden City a New York, en tren.
...Hombres cansados, que sueñan en que van mascando goma. Señoras extraordinarias del vivero del Hotel Marta Washington, que piden al negro una mesita para hacer solitarios...Humo áspero. Sonrisas sin razón ni respuesta. Soñolencia.
   De pronto ,el tren empieza a seccionar casas. Sí, no es una calle, es que el tren corta una manzana...A derecha e izquierda en las viviendas sin fachada- como en aquellas secciones de un barco o una fábrica que tanto me intrigaban de niño- el peluquero, la modista, el florista, el impresor, el sombrerero, el sastre, el carpintero, trabajan, cada uno en su piso, tras si cristal sin puerta, bajo sus lucecitas de colores.


ENVIO
...El siempre de más allá del ocaso. era éste: New York astroso y frío, la vejez débil y presa, y yo para decírtelo ,Watts triste.

Walt Whitman
- Pero ,¿De veras quiere ver la casa de Whitman mejor que la casa de Roosevelt? !Nadie me ha pedido nunca tal cosa...!
   ...La casa es pequeña y amarilla, y está junto a la vía ferrea, como la casa de un guardaagujas en una praderita verde limitada de piedrecitas con cal, bajo un solo árbol. En torno, el llano inmenso se ofrece al viento, que lo barre y nos barre, y deja mondo el mármol tosco y humilde que le dice a los trenes:
To Mark the birthplace of
Walt Whitman
the good gray poet
born may, 31-1819
Eerected by colonial society
of huntington in 1905
   Como el estanciero no parece que está, doy vueltas a la casa, intentando ver algo por sus ventanuchos...De pronto, un hombre alto, lento y barbudo, en camisa y con sombrero ancho, como el retrato juvenil de Witman, viene- ¿De dónde?- y me dice, apoyado en su barra de hierro, que no sabe quién es Withman, que él es polaco, que la casa es suya y que no tiene ganas de enseñarsela a nadie. Y, encogiéndose, se mete dentro, por la puertecita que parece de juguete.
   Soledad y frío. Pasa un tren, contra el viento. El sol, grana un instante, se muere tras el bosque bajo, y en  la charca verde y un poco sangrienta que bordeamos, silban, en el silencio enorme,innumerables sapos.


file:///C:/Users/cmd/Downloads/6964-7047-1-PB.PDF



http://www.persee.fr/doc/hispa_0007-4640_1987_num_89_1_4620


 

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