Ahora, como cada día estoy encerrado en esta habitación vacía, salvaguarda de mi existencia y cárcel de mis pecados, con ella entre mis brazos. Un nuevo crimen a la lista, un nuevo día en mi hueca existencia. Y sentado en esta silla en compañía de mi cómplice, el silencio, permanezco quieto con mis brazos rodeándola. La luz que entra por una rendija del oculto cristal me indica el paso de las horas y me obliga a ver como poco a poco se derraman inmisericordes mientras el día deja paso a la noche y yo abrazado a las sombras, acarició el cadáver de mi compañera nocturna, sintiendo el terror aferrarse a mi garganta, mientras el hambre vuelve a crecer en mi interior. Ahora, solo una fina linea atraviesa la hendidura, el sol se pone en el ocaso y la luna me llama desde el cielo. Se acaba el tiempo, otra Diana me espera.
La noche ha vuelto y tengo hambre...
Daniel Sánchez Carnero.
Un aplauso para Daniel , que se atreve a escribir y además lo hace fenomenal.
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