Caballeros 1

viernes, 25 de mayo de 2012

Del "pecado nefando" en el Barroco

en 1532, el emperador Carlos V promulga el primer código penal del Santo Imperio Romano-Germánico, en el cual el artículo 116 estipula que todos aquellos que "caen en la lujuria", humano con animal, hombre con hombre, mujer con mujer, debían ser quemados, mientras en los Países-Bajos los protestantes también condenan la sodomía con la pena capital. En la ciudad de Calvino, Ginebra, los "actos contra-natura" son severamente reprimidos: en 1555 y en 1670, en la Roma protestante, se censa muchas ejecuciones de hombres y mujeres por este motivo, mediante decapitación, ahorcamiento o ahogamiento.
Las guerras de religión devastan a Europa. Enrique III, rey de Francia (1551-1589), que reina a partir de 1574, intenta durante un tiempo conciliar católicos y protestantes mediante una política de tolerancia, pero sin éxito. Esto no le impedirá llevar, sin restricciones, una vida privada harto escandalosa y de hacer pública su homofilia de manera descarada. Incapaz de proporcionar un heredero al trono, rodeado por una corte de "mignons" (hermosos) que suscitan todo tipo de comentarios jocosos, no da la imagen del rey esperado por sus súbditos. Pierre de L'Estoile, redactor del "Diario para el reinado de Enrique III" (1576), describe a sus favoritos que no hacen más que soliviantar e indignar al pueblo y a las altas esferas del Poder: "el nombre de mignons empezó en aquel tiempo a ir de boca en boca del pueblo, a los que resultaban odiosos tanto por sus maneras altaneras, como por sus maquillajes y vestimentas afeminadas e impúdicas, pero sobretodo por los favores, las prebendas y las liberalidades de las cuales eran objetos de manos del rey, teniendo a éstos el pueblo como causa principal de su ruina (...) Esos bellos mignons llevaban sus cabellos rizados y re-rizados artificialmente, y cubiertos por pequeños bonetes de terciopelo, como hacen las putas de la ciudad de Burdeos. (...) Sus ejercicios consistían en jugar, blasfemar, saltar, danzar, querellar y emborracharse, y seguir al rey en todos sus desplazamientos, y hacer y decir nada más que cosas que agradasen a los oídos del rey."

En la aristocracia, como en toda posición dominante, las relaciones homosexuales podían ser toleradas en el marco de una sexualidad en la cual el señor escogía a su compañero, chica o chico, con exigencia de que este último se pareciera al sexo débil y que fuera dominado tanto social como físicamente por el señor. Así, jóvenes prostitutos, pajes, lacayos, ayudas de cámara o aprendices eran a menudo objeto del deseo y placer de los señores, de los maestros artesanos, de los miembros del clero o de los artistas. Hay que revelar también que las relaciones sexuales entre jóvenes, aprendices, monjes o criados, eran frecuentes y posibles gracias a una certera promiscuidad, marcada por la dificultad de acceder a las mujeres antes del matrimonio.








El modo literario más receptivo al deseo homosexual en el siglo XVII es, sin duda,

la sátira. Como todos sabemos, en el discurso de la sátira, todo está permitido y lo que no debe mencionarse se verbaliza libremente, sin eufemismos ni reticencias, y siempre desde una perspectiva crítica y
polémica.` A lo largo del XVII, moralistas, humanistas,economistas y escritores participan en esta preocupación generalizada al adjudicar la causa de la decadencia económica y política de España, por lo menos en parte, al afeminamiento de los nobles, cuyas costumbres ahora son cortesanas en vez de imperiales. Como resultado de este tipo de actitudes y sospechas, durante el Renacimiento contrarreformista en España la ansiedad sobre las prácticas sexuales motivó un aumento en las leyes sobre la sodomía.





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