Caballeros 1

martes, 8 de mayo de 2012

De ancianos y mujeres jóvenes

El argumento de “La casa de las bellas durmientes” se resume en pocas frases: un hombre llamado Eguchi, viejo aunque no decrépito, acude a una casa muy particular en donde hombres ancianos pasan la noche en compañía de hermosas jóvenes, narcotizadas de forma que no despierten en toda la noche. Hay una sola norma que deben cumplir: está estrictamente prohibido mantener relaciones sexuales con las durmientes. Son pues un tipo muy especial de mujeres las que ahí trabajan: prostitutas vírgenes.
¿Para qué van allí los ancianos, entonces? Por muchos motivos, tantos como interpretaciones quiera aventurar el lector. Recordar las sensaciones que sentían en la juventud, buscar un simulacro de compañía, gozar de la contemplación de la belleza, la tentación de una última aventura, dejarse llevar por la nostalgia, dormir abrazado a un cuerpo suave, cálido y joven, un “juguete viviente”… Las bellas no pueden ver la decrepitud de los ancianos, con lo que éstos superan la timidez y tristeza que les causa enseñar su cuerpo. Los viejos miran, admiran, acarician, recuerdan y duermen. Algunos ven en la belleza durmiente un fervor incluso religioso, en el que buscan absolución por su pasado turbulento...
No serían hombres en paz con ellos mismos. Estarían entre los derrotados, o más bien entre las víctimas del terror. Mientras yacían contra la carne de muchachas desnudas que dormían un sueño provocado, en sus corazones habría algo más que temor a la muerte cercana y nostalgia de su juventud perdida. Podría haber también remordimiento, y la inquietud tan común en las familias de los prósperos. No tendrían ningún Buda ante quien arrodillarse. La muchacha desnuda no sabría nada, no abriría los ojos si uno de los ancianos la tomaba con fuerza en sus brazos, no derramaría lágrimas, no sollozaría ni siquiera gemiría. El anciano no necesitaría sentir vergüenza, los remordimientos y la tristeza podrían fluir libremente. ¿Y acaso no podría ser la propia «bella durmiente» una especie de Buda? Era de carne y hueso, y su piel joven y su fragancia podían significar el perdón para los tristes ancianos.

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