http://www.leergratis.com/literatura/%E2%80%9Cla-fundacion%E2%80%9D-de-antonio-buero-vallejo.html
Pues el hombre es un animal esperanzado, y si escribe tragedias donde alienta la angustia de su esperanza defraudada, a la esperanza misma sirve”.
Estas palabras, escritas por el propio Buero (Guadalajara, 1.916 – Madrid, 2.000) en su ensayo “La tragedia”, califican a la perfección el contenido e intenciones de su obra.
En efecto, Buero es un “trágico”, un autor de tragedias que, a través de la visión de la desdicha y la desesperanza, trata de transmitirnos un mensaje de esperanza. Es un dramaturgo al estilo griego : hace participar al espectador en la tragedia para, a través de un proceso catártico, liberarlo de sus miedos y desilusiones. Pero no lo hace como aquéllos, por medio de coincidencias, oráculos o venganzas, sino que sus argumentos – perfectamente construidos – se apoyan siempre en la verdad y siguen un proceso lógico hacia el desenlace final. Y, al llegar a éste, siempre nos queda un atisbo de esperanza.
Todas sus obras, ya sean dramas de crítica social, simbólicos o de otro tipo, se asientan sobre este principio, haciendo del dramaturgo alcarreño uno de los grandes autores de tragedia de nuestra escena contemporánea.
La obra que nos ocupa, “La Fundación”, se atiene escrupulosamente a este criterio. Nos muestra el verdadero rostro de la condición humana para que empecemos a entender, a comprender la idiosincrasia de ésta, y no veamos nuestras debilidades como únicas, sino comunes a toda persona.
La obra nos presenta a cinco personajes varones en escena. Son cinco inquilinos de un centro de investigación moderno, al que llaman “la Fundación”. Así es al principio, pues vemos una confortable habitación con vistas hermosas. Pero ese espacio escénico se va transformando a medida que avanza la obra en la celda de una prisión, cuyos ocupantes son condenados a muerte. ¿Qué ha sucedido? La respuesta se encuentra en nuestro punto de vista : los espectadores vemos a través de Tomás, uno de los presos, que ha sido torturado y ha delatado a sus compañeros de celda ; éste, obsesionado por la culpa, para seguir viviendo sin hundirse, ha optado por negar la verdad e instalarse en una mentira ; de ahí que crea estar en una fundación y no en una cárcel. Por ello, en la primera parte de la obra las palabras y conductas de los otros personajes nos parecen incomprensibles.
Progresivamente se va consumando la transformación y nos encontramos en la celda. Hemos pasado de una visión imaginaria, pero hermosa, a otra real, pero horrible. La sacudida es evidente. Tomás – y nosotros con él – hemos estado instalados en un mundo bello, sin torturas ni dolor, pero a costa de la verdad ; y, de pronto, nos hallamos en otro en el que reaparece el dolor, la miseria humana, la tortura, etc, pero que es real. La pregunta que Buero nos plantea es clara : ¿Es mejor ser felices pero enajenados o sufrir abiertos a la verdad? ; lo que no nos da es la respuesta ; cada uno debe elegir la suya.
Como podemos apreciar, el calado y profundidad trágica de la obra es muy importante y su efecto sobre el espectador ha de ser por fuerza considerable. Debe hacerle, en primer lugar, reflexionar y de un modo secundario ejercer sobre él el efecto catártico señalado : hacerle sufrir con los personajes y liberarse posteriormente viéndose libre de la situación en que ellos se encuentran. Y, si a todo ello añadimos la construcción perfectamente coherente a que está sometida la pieza, concluiremos por fuerza en que se trata de una obra de excelente factura dramática.
Los personajes son, como decíamos cinco varones : Tomás, Tulio, Asel, Max y Lino; junto a ellos, un enfermo, que realmente está muerto desde hace seis días y al que han mantenido allí los presos para poder comerse su ración, y la imaginaria Berta, novia de Tomás, que acabará reconociendo que era una de sus alucinaciones.
El más importante de ellos es, lógicamente, Tomás, no sólo por ser la mirada que guía al espectador, sino porque en él se opera el proceso de transformación al que nos referíamos. Al final sabemos que los guardias se lo llevan junto con Lino, pero no sabemos a ciencia cierta que les ocurre. Los restantes personajes intentan que vuelva a la cordura. Lino es impulsivo y, ante la sospecha de que Max es confidente de los guardias, lo asesina. Tulio se muestra siempre displicente con la locura de Tomás y pretende sacarlo abruptamente de ella. Por su parte, Asel parece el más inteligente de los tres y tiene un plan de fuga, pero, ante la tortura, opta por el suicidio. Finalmente, Max es el delator de los planes de huida del anterior.
El enigmático final de la obra, en el que los espectadores vemos de nuevo la celda convertida en lujosa habitación, viene a ser una invitación más a la reflexión : ¿Hemos salido realmente de “La Fundación” o todo ha sido un sueño?. Buero ha sido siempre encasillado entre los dramaturgos que construyen sus obras de forma tradicional. Pero, aunque formalmente esto es cierto, también lo es que los “efectos de inmersión”- como denomina el crítico Ruiz Ramón a esos saltos de la realidad a la fantasía y viceversa que hemos señalado en “La Fundación” y que también se dan en otras obras – lo alejan de la concepción clásica del teatro.
No cabe la menor duda, por otra parte, de que, desde su primera obra – “Historia de una escalera”(Premio Lope de Vega en 1.949) -, considerada como teatro realista de crítica social, el dramaturgo alcarreño ha profundizado mucho en las dimensiones simbólicas del teatro contemporáneo.
En suma, qué mejor para resaltar la importancia como autor teatral de Buero Vallejo que repetir las palabras del crítico citado anteriormente : “Buero es hoy no sólo el dramaturgo más importante en la España de después de la Guerra Civil, sino – y esto hay que afirmarlo enérgicamente – un dramaturgo europeo cuyo lenguaje es válido y valioso en cualquiera de los idiomas de nuestro mundo occidental. Su dramaturgia es, por tanto, patrimonio común del mejor teatro contemporáneo, y no solamente del español”. Nosotros las suscribimos totalmente e invitamos a su lectura y, si es posible, a su contemplación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario