
Por limitaciones de espacio, en esta ocasión se centrará la exposición en el autor, en la Crónica y en el texto concreto que hace referencia a los judíos para, en próximas ocasiones, analizar las interpretaciones posteriores que se han hecho del texto y la realidad de la judería ribadaviense.
El autor de la Crónica, Jean Froissart, nació en el norte de Francia, en Valenciennes, en una familia burguesa, en torno a 1337. En 1361 viajó a Inglaterra siendo ya, según algunos autores, clérigo tonsurado y llevando consigo un ensayo histórico en verso que contenía los primeros hechos de la Guerra de los Cien Años, conflicto que enfrentó a Inglaterra y Francia desde el año 1337 hasta 1453. De regreso de Inglaterra y en su villa natal encontró protección en Guido de Châtillon o de Blois, quien le animó a continuar su obra. Bajo su mecenazgo, el cronista se inclinó por el bando francés -cambio que se reflejará en la segunda redacción del libro primero- y redactó el tercero de los cuatro libros que compondrán la Crónica. Posteriormente, desde 1384 hasta la fecha de su muerte -ocurrida entre 1404 y 1410-, quedó bajo la protección de Guillermo de Ostrevant y con él entró la influencia borgoñona en sus textos, sucediendo a la inglesa y a la francesa.
Froissart compuso su Crónica en cuatro libros de desigual extensión. El primero, del que escribió hasta tres versiones, recoge los acontecimientos ocurridos durante la guerra entre 1323 y 1378. El segundo tiene una única redacción y se ocupa, entre otros asuntos, de las guerras de Portugal y Castilla. El tercero relata la crisis dinástica portuguesa a la muerte de Fernando I y el afianzamiento de la independencia nacional portuguesa frente a las pretensiones de Juan I de Castilla. El cuarto trata de los acontecimientos ocurridos entre 1389 y 1391.
La Crónica está llena de inexactitudes puesto que el autor, o los veteranos de la campaña a los que éste interrogó para redactarla, confundieron los combates realizados en 1386 con los del año siguiente, así como los nombres de varias localidades donde ocurrieron. Pero, al utilizar los relatos de aquéllos que habían estado presentes en el combate, Froissart da noticia de los acontecimientos ocurridos en una serie de villas gallegas, que de otra manera no se hubieran documentado. Tal es el caso de Pontevedra, Vigo, Baiona, Muros, Noia y Ribadavia.
La reivindicación del duque de Lancaster a la corona de Castilla, se basaba en su matrimonio con doña Constanza, hija bastarda del rey Pedro I pero que había sido legitimada por las Cortes. Ésta se había convertido para los partidarios de Pedro I en la sucesora legal al trono de Castilla tras la guerra civil que le enfrentó con su hermanastro Enrique y que finalizó con la muerte del primero y la entronización del segundo. Para conseguir sus objetivos salió del puerto de Plymouth el 9 de julio de 1386, al frente de unos 1.500 hombres de armas y otros tantos arqueros, además de otras personas y servidores hasta completar unos 7.000 individuos, un número realmente escaso para un proyecto tan grande. Desembarcó en A Coruña el 25 de julio, sin encontrar ningún tipo de resistencia, dirigiéndose posteriormente hacia Santiago de Compostela que se rindió sin lucha y que se convirtió durante un tiempo en su corte. Algunos destacamentos del ejército inglés, al mando de sir Thomas Morieux, ocuparon puntos estratégicos a lo largo de la costa occidental y de la frontera del río Miño, encontrando resistencia en algunas villas como en Ribadavia.
En ella, los propios habitantes organizaron la defensa pero no pudieron resistir el asedio y, finalmente, los ingleses asaltaron las defensas y entraron en la villa. Textualmente, en la Crónica, se relata así el asalto: “Siempre iban y avanzaban y cogían a los villanos que huían delante de ellos, y los mataban desde todos los lados; y fueron ese día muertos unos y otros, entre los judíos de los cuales había bastantes, más de mil quinientos. Así fue tomada por la fuerza la villa de Ribadavia, y cogieron los que entraron gran botín de oro y plata en las casas de los judíos en especial”.
La difícil redacción del primer párrafo ha dado lugar a diferentes interpretaciones sobre el número de judíos que habitaban en Ribadavia, llegando a considerar algunos autores que la referencia a mil quinientos era el número de judíos que vivían
en Ribadavia. Sin embargo, tomando como base la Crónica y en relación con la presencia judía en Ribadavia, solamente puede deducirse que como resultado de la batalla, hubo un gran número de muertos, representados simbólicamente por la cifra de mil quinientos. En el asalto, murieron unos y otros, es decir, asaltantes y habitantes de Ribadavia y, de entre estos últimos, judíos y villanos habitantes de la villa.
Es más; aun aceptando que la cifra de mil quinientos se refiriera solamente a los judíos, hay que tener en cuenta que el cronista está hablando de los muertos, con lo que habría que interpretar que la población judía en el año 1386 superaría esta cantidad, puesto que no parece lógico asumir que hubiesen muerto absolutamente todos los miembros de la comunidad judía. Sin embargo, dicha cantidad de judíos excede de lo razonable, como analizaremos seguidamente, por lo que se debe considerar que la cantidad de mil quinientos es un símbolo que hace referencia a un alto número de bajas entre asaltantes y vecinos de Ribadavia y no como una referencia expresa al número de judíos que habitaban o que hubiesen muerto en la batalla.
Confirman esta idea los resultados obtenidos por Anselmo López Carreira al calcular la extensión de determinadas áreas habitadas y compararlas con Ourense o Pontevedra, de donde se conserva alguna información demográfica, considerando que sus intensidades de ocupación no variarían sensiblemente con respecto a estas dos ciudades.
Según este procedimiento, Ribadavia, en el período medieval, contaría con una extensión de cinco hectáreas y con una población en torno a los 1.090 habitantes.
Aunque los datos anteriores se refieren al siglo XV y son altamente especulativos, se puede afirmar, sin embargo, que el número de habitantes del siglo XIV y del XV serían muy similares debido a la ralentización del crecimiento causado por la Peste Negra y a los acontecimientos bélicos de la segunda mitad del XIV que incidieron directamente en la población del XV.
La imposibilidad de una comunidad judía en Ribadavia con 1.500 habitantes se confirma analizando las cantidades que los judíos pagaron en concepto de “servicio y medio servicio” en el siglo XV por un tributo impuesto exclusivamente a los judíos y se repartía entre los miembros de la comunidad, a razón de 45 maravedíes por cada familia, lo que permite una cierta aproximación demográfíca. Los judíos ribadavienses cotizaron en grupo junto a los de Ourense, Allariz y Monforte y pagaron según el cuadro adjunto:
Estos datos se refieren, exclusivamente, a familias sujetas a tributación por lo que el número de judíos sería ligeramente superior a estas cifras. De hecho, las mujeres no cotizaban o se sabe de la presencia de judíos en poblaciones que no son mencionadas en las listas de recaudación.
Pero, aún y así, y considerando que cada familia estaría formada por seis personas -que es la cifra generalmente aceptada-, se puede considerar que en 1464 el grupo de cotización Ourense, Allariz, Monforte y Ribadavia estaría formado por unos 468 individuos, cifra muy alejada de los 1.500 judíos muertos de la Crónica.
El segundo párrafo -“Así fue tomada por la fuerza la villa de Ribadavia,y cogieron los que entraron gran botín de oro y plata en las casas de los judíos en especial”- permite afirmar que, además de la existencia de una comunidad judía, más o menos numerosa, en el siglo XIV ya estaban plenamente formados y asimilados la mayoría de los grandes tópicos que acompañarán a los judíos a lo largo de su historia, en este caso concreto el de ser poseedores de grandes riquezas.
Este tópico nació, como cualquier estereotipo, a partir de la extracción de ciertas características que solamente representan a algunos individuos de la comunidad y de su aplicación a la totalidad de sus miembros.
Es cierto que muchos judíos fueron ricos, incluso algunos de ellos poseyeron grandes fortunas, pero la mayoría de ellos se ocuparon en humildes labores de artesanía muy alejados del nivel de riqueza que, tradicionalmente, se les atribuye.
Por lo tanto, la importancia de la Crónica en relación con los judíos de Ribadavia, radica en que gracias a ella se tiene constancia de su presencia en la villa, en el siglo XIV, y que debió ser lo suficientemente numerosa como para llamar la atención de aquéllos que, posteriormente, relataron los acontecimientos ocurridos al cronista Froissart.
Asimismo, los investigadores de los siglos XIX y XX no dudaron en copiarla, adornarla y adaptarla a su propio interés como se analizará en un próximo artículo.
* Instituto de Estudios Gallegos “Padre Sarmiento”- CSIC Xunta de Galicia
Es más; aun aceptando que la cifra de mil quinientos se refiriera solamente a los judíos, hay que tener en cuenta que el cronista está hablando de los muertos, con lo que habría que interpretar que la población judía en el año 1386 superaría esta cantidad, puesto que no parece lógico asumir que hubiesen muerto absolutamente todos los miembros de la comunidad judía. Sin embargo, dicha cantidad de judíos excede de lo razonable, como analizaremos seguidamente, por lo que se debe considerar que la cantidad de mil quinientos es un símbolo que hace referencia a un alto número de bajas entre asaltantes y vecinos de Ribadavia y no como una referencia expresa al número de judíos que habitaban o que hubiesen muerto en la batalla.
Confirman esta idea los resultados obtenidos por Anselmo López Carreira al calcular la extensión de determinadas áreas habitadas y compararlas con Ourense o Pontevedra, de donde se conserva alguna información demográfica, considerando que sus intensidades de ocupación no variarían sensiblemente con respecto a estas dos ciudades.
Según este procedimiento, Ribadavia, en el período medieval, contaría con una extensión de cinco hectáreas y con una población en torno a los 1.090 habitantes.
Aunque los datos anteriores se refieren al siglo XV y son altamente especulativos, se puede afirmar, sin embargo, que el número de habitantes del siglo XIV y del XV serían muy similares debido a la ralentización del crecimiento causado por la Peste Negra y a los acontecimientos bélicos de la segunda mitad del XIV que incidieron directamente en la población del XV.
La imposibilidad de una comunidad judía en Ribadavia con 1.500 habitantes se confirma analizando las cantidades que los judíos pagaron en concepto de “servicio y medio servicio” en el siglo XV por un tributo impuesto exclusivamente a los judíos y se repartía entre los miembros de la comunidad, a razón de 45 maravedíes por cada familia, lo que permite una cierta aproximación demográfíca. Los judíos ribadavienses cotizaron en grupo junto a los de Ourense, Allariz y Monforte y pagaron según el cuadro adjunto:
Estos datos se refieren, exclusivamente, a familias sujetas a tributación por lo que el número de judíos sería ligeramente superior a estas cifras. De hecho, las mujeres no cotizaban o se sabe de la presencia de judíos en poblaciones que no son mencionadas en las listas de recaudación.
Pero, aún y así, y considerando que cada familia estaría formada por seis personas -que es la cifra generalmente aceptada-, se puede considerar que en 1464 el grupo de cotización Ourense, Allariz, Monforte y Ribadavia estaría formado por unos 468 individuos, cifra muy alejada de los 1.500 judíos muertos de la Crónica.
El segundo párrafo -“Así fue tomada por la fuerza la villa de Ribadavia,y cogieron los que entraron gran botín de oro y plata en las casas de los judíos en especial”- permite afirmar que, además de la existencia de una comunidad judía, más o menos numerosa, en el siglo XIV ya estaban plenamente formados y asimilados la mayoría de los grandes tópicos que acompañarán a los judíos a lo largo de su historia, en este caso concreto el de ser poseedores de grandes riquezas.
Este tópico nació, como cualquier estereotipo, a partir de la extracción de ciertas características que solamente representan a algunos individuos de la comunidad y de su aplicación a la totalidad de sus miembros.
Es cierto que muchos judíos fueron ricos, incluso algunos de ellos poseyeron grandes fortunas, pero la mayoría de ellos se ocuparon en humildes labores de artesanía muy alejados del nivel de riqueza que, tradicionalmente, se les atribuye.
Por lo tanto, la importancia de la Crónica en relación con los judíos de Ribadavia, radica en que gracias a ella se tiene constancia de su presencia en la villa, en el siglo XIV, y que debió ser lo suficientemente numerosa como para llamar la atención de aquéllos que, posteriormente, relataron los acontecimientos ocurridos al cronista Froissart.
Asimismo, los investigadores de los siglos XIX y XX no dudaron en copiarla, adornarla y adaptarla a su propio interés como se analizará en un próximo artículo.
* Instituto de Estudios Gallegos “Padre Sarmiento”- CSIC Xunta de Galicia
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