Caballeros 1

domingo, 7 de noviembre de 2010

Texto para examen

Nos preguntamos, tácitamente (a la manera de Tácito decía siempre Bustrófedon) por qué hacerlas reír. ¿Qué éramos? ¿Clowns, el primero y el segundo, enterradores entre risas o seres humanos, personas corrientes y molidas, gente? ¿No era más fácil enamorarlas? Era, sin duda, lo que ellas esperaban. Cué, más decidido o más ducho, empezó con su Murmullo Número Uno en sí en una esquina y yo le dije a Magalena por qué no salimos.
- ¿En dónde?
- Afuera. Solos. Al claro de luna.
No había claro ni siquiera luna nueva, pero el amor está hecho de lugares comunes.
- No sé si Beba.
- ¿Por qué no vas a beber?
Perro huevero, aunque esté entre avestruces.
- Digo que no sé si Beba, aquella que etá allí se pondrá brava. ¿Tú entiende?
- No tienes que pedirle permiso.
- Permiso no, ahora. Y luego?
- ¿Luego qué?
- Que ella va hablar y comentar y decir bobera.
- ¿Y qué?
- Cómo que y qué! Ella me mantiene.
Lo suponía. No lo dije, sino qué interesante poniendo cara interesante a lo Tyrone Cué.
- Ella y su marido me tiene recogida.
- No me tienes que dar explicaciones.
- No son esplicaciones, te lo digo para qué tú sepa por qué no puedo.
(…)
- Es del tute. Yo sé jugar. Beba me enseñó. Pócar también.
Del carajo. Si los hombres jugaran al bridge como juegan las mujeres al póker. Pócar.
- Sí. Es eso mismo.
Decidí cambiar de tema. O mejor, volver a otro tema. Ciclismo. Casar a Mircea Eliade con Bahamonde.
- ¿No te gusta el baile?
- No si tú supiera que a mí, poco.
- ¿Y eso? Tú tienes cara de gustarte el baile.
Mierda, esa es una forma de racismo. Fisiognomancia. Merecía que me dijera que se baila con los pies, no con la cara.
- ¿Sí? Si tú supiera que de chiquita etaba loca por el baile. Pero ahora, no sé.
- De chiquita no se vale.
Se rió. Ahora sí se rió.
- Mira que utede son raro.
- ¿Quién es ustedes?
- Tú y tu amigo ése, Cué.
- ¿Por qué?
- Porque sí. Son raro. Dicen cosa rara. Hacen la mima raresa. Son igualitos, raros los do. Y hablan y hablan y hablan. Tanta habladera ¿paqué?
¿Sería un crítico literario in disguise? Maga Macarthy.
- Es posible que sea cierto.
- Sí, es así.
Debí poner cara de algo porque añadió:
- Pero tú solo no lo ere tanto.
Menos mal. ¿Es un cumplido?
- Gracias.
- No hay polqué.
Vi que me miraba, fijo, y en la penumbra sus ojos se veían, casi se sentían quemantes, intensos.
- Tú me cai bien.
- ¿Sí?
- Sí, de verdá.
Me miraba y se plantó frente a mí mirándome a los ojos y levantó los hombros y el cuello y la cara y abrió la boca y pensé que las mujeres entienden el amor felinamente. ¿Dónde aprendió ese gesto que parecía una actitud de baile? Nadie me lo dijo porque no había nadie. Estábamos solos y le cogí una mano, pero se soltó y al hacerlo me arañó mi mano, sin querer y sin saber.
- Vamo allá.
(…)
Tres tristes tigres
(G. Cabrera Infante). Índice: Bachata XVIII

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