Caballeros 1

martes, 23 de marzo de 2021

Mark Twain.

 




Cualquiera que haya leído un libro de Bill Bryson sabrá lo mucho que te puedes reír leyendo literatura de viajes. Es lo mismo que ocurre con la literatura de viajes de Mark Twain, es muy buena e interesante pero sobre todo graciosa. Y es que si algo caracteriza a sus libros de viajes (por lo menos los que yo he leído) es la socarronería burlona del autor.

En «Pasando fatigas» Twain nos lleva de primera mano al lejano oeste americano. Entre los años 1856 y 1865, acompañó a su hermano en un viaje desde Missouri hasta Nevada. En un principio se trataba de un viaje de pocos meses en el que iba a acompañar a su hermano Orion que había sido nombrado secretario del gobernador de Nevada. Sin embargo, a Twain se le puede aplicar esa manida frase que han utilizado muchos para justificar una ausencia prolongada del hogar, «es que me he ido liando…».

En el libro se encuentran un montón de cosas que todos hemos visto en las películas del oeste un viaje en diligencia de más de 3000 kilómetros, ataques de los indios, el Pony Express, las armas, la fiebre del oro y la plata, las caravanas de colonos y en todas esas cosas andaba por en medio Twain.

Un Twain bastante inocente y torpón, una especie de Mr Bean del oeste al que le pasa de todo, es estafado en varias ocasiones, casi muere ahogado en el lago Mono después de mil peripecias, le prende por accidente fuego al bosque en pleno lago Tahoe… 

El libro no sólo son peripecias del propio Twain, también está plagado de interesantes historias del viejo oeste como la del bandido Slade, un tipo duro capaz de acabar con más de 26 hombres y que finalmente fue linchado en Virginia City o las curiosas costumbres de los mormones de Salt Lake que ocupan varios capítulos del libro.

Por último un sabio consejo del patriarca de los mormones: «Atienda usted al consejo de un anciano, amigo mío, y no tenga usted una familia numerosa. Se lo suplico. Sólo encontrará la paz en un hogar reducido (…) Hágame caso, présteme oído: diez o doce mujeres cuando más, no tenga usted una familia numerosa». Brigham Young, patriarca de los mormones tenía unas treinta mujeres y más de cincuenta hijos…

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