El padre de Fernando Arrabal fue condenado a muerte en Melilla al comienzo de la guerra civil española y un año después su pena fue conmutada por la de cadena perpetua. Pasó por diversas cárceles y el 4 de noviembre de 1941, se escapó y desapareció... para siempre.
A causa del traumatismo que le provocó esta tragedia, como escribió Vicente Aleixandre, "el conocimiento que aporta Arrabal está teñido de una luz moral que está en la materia misma de su arte".
Arrabal ha dirigido siete largometrajes. Ha publicado doce novelas, dos centenares de libros de poesía (ilustrados por Dalí, Magritte, Amat, Picasso, Saura...), varios ensayos y su famosa "Carta al General Franco" en vida del dictador.
Fue premio nacional de "superdotados" a los diez años y Nadal de novela cuarenta después. A pesar de ser una de los escritores más controvertidos de su tiempo, ha recibido el aplauso internacional por su obra (Gran Premio de Teatro de la Academia Francesa, el Nabokov de novela, el Espasa de ensayo, el World's Theater etc.). Con Jodorowsky y Topor fundó en 1963 el "movimiento pánico".Parece grotesco pensar que el autor dramático español internacionalmente más célebre tuvo que esperar casi 50 años hasta que tuviera su verdadero triunfo en los escenarios de su patria. Me refiero a la representación de El cementerio de automóviles bajo la dirección de Juan Pérez de la Fuente que le dio el Premio Nacional de Teatro al autor en 2001, y a lo que quizás fue su mayor éxito en España, Carta de amor (2002) con la dirección del mismo Pérez de la Fuente y la eminente interpretación protagonizada por María Jesús Valdés.
Carta de amor ( como un suplicio chino)Se podría interpretar como una reconciliación del autor no sólo con su madre después de una larga relación conflictiva sino también con su patria.
La obra es un monólogo de una madre que espera noticias de su hijo a quien no ha visto desde hace mucho tiempo. Pero se presenta en realidad como un diálogo con el hijo ausente cuyas respuestas se dan en las citas de sus cartas.
De ese pseudo-diálogo se desarrolla el conflicto dramático.
La acción empieza con el cumpleaños de la madre y, según dice, acaba de recibir una carta del hijo. Su aniversario trae memorias del pasado y empieza a recapitular su vida con el hijo.
Los acontecimientos en torno a los que gira la obra están inspirados en la juventud del autor.
El día antes del estallido de la Guerra Civil, el padre de Arrabal, que era teniente en Melilla, fue arrestado y condenado a muerte por no querer participar en la sublevación nacionalista. La madre de Arrabal instaló a sus tres hijos en casa de su familia en Ciudad Rodrigo, mientras ella empezó a trabajar en Burgos como secretaria para la administración franquista.
Meses más tarde la sentencia del padre fue conmutada por treinta años de prisión y fue trasladado a Burgos, donde trató de suicidarse. Probablemente por esa razón ingresó en un manicomio de donde se escapó en enero de 1941 en pijama en medio del invierno y desapareció para siempre.
Un tiempo después la madre vistió a sus hijos de luto explicándoles que su papá había muerto.
A la edad de 15 años Arrabal encontró en los escondrijos de su madre una caja con fotos y documentos sobre el encarcelamiento del padre. En todas las fotos de la familia la cabeza del padre estaba recortada.
Después de este descubrimiento la relación con su madre se iba empeorando y se identificaba cada vez más con su padre.
n la fantasía de Arrabal la oposición entre sus padres se transformaba en imágenes crueles y grotescas en las que la madre se presenta como la traidora que denuncia al padre. Este conflicto se refleja de una manera simbólica en algunas de las primeras obras arrabalianas, como por ejemplo, en
Los dos verdugos, en la película Viva la muerte, en la novela Baal Babilonia para reaparecer en plena madurez en 2002 en Carta de amor.Igual que otras obras dramáticas de Arrabal, Carta de amor se presenta como un rito en el que la protagonista trata de transformar su caos interior en cosmos. Lo ritual se manifiesta, por ejemplo, en el lenguaje estilizado y en las repeticiones de ciertas frases¡Cómo me besabas cuando llegaba por el tren
a Ciudad Rodrigo
y volvías a verme!
Besos largos y apasionados, tomándome en
tus brazos.
Besos reventando melancolía.
Besos entre la vida y el vacío.
Besos bizarros como el garbo.
Besos pringosos rebozados de regaliz.
Besos protocolarios a la puerta del colegio...
La dimensión del tiempo juega también un papel decisivo en el dramatismo de la obra. El presente, o sea la vida actual de la madre equivale a una existencia solitaria y sin comunicación familiar alguna. Pero este presente se manifiesta en el universo de la madre como inexistente, porque vive casi exclusivamente en el pasado o en el futuro.
Mirando de cerca aparecen dos pasados en la obra.
El primer pasado
comprende el tiempo antes del hallazgo de los documentos sobre el padre, y se nos presenta por la imagen idílica y harmoniosa que la madre nos da sobre él:Pero también qué feliz fui durante aquellos años, cuando, como amigos,
("como novios" decías tú)
recorríamos a pie todo Madrid...
El segundo pasado
empieza para la madre después del hallazgo de los documentos, lo cual inicia el conflicto entre madre e hijo, pero en realidad empieza ya tras el estallido de la Guerra Civil, que destroza a la familia y el sistema democrático del país.
Otro factor que juega un papel importante en la temprana relación entre hijo y madre es la fase edípica, o sea el enamoramiento del hijo con su madre. Esa fase suponía tanto una dependencia total por parte del hijo como una fuerte dominancia por parte de la madre.
Cuando el hijo encuentra los documentos secretos sobre su padre, está en medio del proceso de liberación de la madre, lo cual crea, en realidad, un doble conflicto. En su concienciación creciente el hijo no sólo empieza a distanciarse de la madre, sino también descubre el secreto y la culpa de ella. Precisamente en este enfrentamiento reside el núcleo del drama.
En sus cartas el hijo acusa a la madre de ser culpable del destino del padre por ser ella partidaria del sistema que lo condenó.
En cambio la madre acusa al padre de arriesgar la vida de su familia siendo fiel a sus ideas republicanas en vez de respetar el orden reinante, o sea las normas franquistas.
Ante las acusaciones del hijo la madre quiere probar su inocencia y por eso sigue subrayando su bondad y sus sacrificios como una mártir: "
No he sido nada más que esclava de vosotros", dice, pero a veces no puede contenerse porque le abruma la cólera.En su autodefensa usa la Biblia para justificarse. "
Castigaré a Baal en Babilonia", dice, y poniéndose en el lugar de Dios identifica al padre con el ídolo Baal de la antigua Babilonia tachándole de pecador.
Tanto la madre como el hijo se manifiestan en la obra, no como figuras sino como dos seres humanos con sus defectos, sus temores y su vulnerabilidad. Por la mezcla de sentimientos de culpa, de cólera, de orgullo, de desesperación y de amor maternal la madre, aunque grotesca, despierta también la compasión del espectador.
El hijo, por su parte, se presenta como una persona inteligente y muy culta que sabe defenderse y argumentar bien. Son comprensibles sus agresiones contra la madre y sus esfuerzos por eliminar totalmente al padre de su existencia e impedirle al hijo ser adulto. "
Brutalmente te volviste un joven taciturno", recuerda la madre.Pero el hijo muestra también rasgos de crueldad y egoísmo al tratar de romper toda la comunicación con ella a pesar de su desesperada soledad. No ve que ella es también una víctima.
Evidentemente la madre intenta eliminar todos los hechos dolorosos de su pasado como también todo rastro del padre.
Por su orgullo y su temor de ser culpable no reconoce sus errores y por eso tampoco acepta la emancipación del hijo. En su temor a la ruptura interpreta cada señal de su independencia negativamente.
En esta complejidad de sentimientos contradictorios tanto en la madre como en el hijo reside el valor universal de la obra.
Tratando de escapar de sus traumas, la madre inventa su propia realidad, un mundo ilusorio sin conflictos. Sueña con el pasado antes de la Guerra (el primer pasado) al que idealiza sustituyendo el presente doloroso por
un presente ficticio según sus propios ideales.En su mundo de ilusiones pretende también que le llama por teléfono el hijo, aunque no lo hace, y es muy probable que incluso la carta de amor para su cumpleaños sea una invención suya. Probablemente sigue su pseudo-diálogo para evitar el terrible silencio que amenaza con enfrentarla con la realidad dolorosa.
Pero también el hijo tiende a transformar su historia en fantasía por medio de una imagen mitológica. Compara el destino de la familia con una leyenda china en la que castigan a dos enamorados colocándolos en un pozo tapiado. Esa leyenda ha dado el subtítulo "
como un suplicio chino", a la obra.Tenemos aquí los ingredientes de una auténtica tragedia, siendo fuerzas del exterior las que se les han impuesto a los protagonistas causando su desastre.
La fuerza exterior es La Guerra Civil, "
la madrastra historia", y la cuestión que se nos plantea en la obra es ¿de dónde vienen las fuerzas destructivas que pueden ocasionar catástrofes tan trágicas? La respuesta sólo se halla dentro de cada uno de nosotros.Lo que parece sugerir también el autor con esta obra maestra es la posibilidad de solucionar un pasado traumático transformando en arte las memorias e imágenes dolorosas que surjan del subconsciente.
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