Tú no las puedes ver;
yo, sí.
Claras, redondas, tibias.
Despacio
se van a su destino;
despacio, por marcharse
más tarde de tu carne.
Se van a nada; son
eso no más, su curso.
y una huella, a lo largo,
que se borra en seguida.
¿Astros?
Tú
no las puedes besar.
Las beso yo por ti.
Saben; tienen sabor
a los zumos del mundo.
¡Qué gusto negro y denso
a tierra, a sol, a mar!
Se quedan un momento
en el beso, indecisas
entre tu carne fría
y mis labios; por fin
las arranco. Y no sé
si es que eran para mí.
Porque yo no sé nada.
¿Son estrellas, son signos,
son condenas o auroras?
Ni en mirar ni en besar
aprendí lo que eran.
Lo que quieren se queda
allá atrás, todo incógnito.
y su nombre también.
(Si las llamara lágrimas,
nadie me entendería.)
yo, sí.
Claras, redondas, tibias.
Despacio
se van a su destino;
despacio, por marcharse
más tarde de tu carne.
Se van a nada; son
eso no más, su curso.
y una huella, a lo largo,
que se borra en seguida.
¿Astros?
Tú
no las puedes besar.
Las beso yo por ti.
Saben; tienen sabor
a los zumos del mundo.
¡Qué gusto negro y denso
a tierra, a sol, a mar!
Se quedan un momento
en el beso, indecisas
entre tu carne fría
y mis labios; por fin
las arranco. Y no sé
si es que eran para mí.
Porque yo no sé nada.
¿Son estrellas, son signos,
son condenas o auroras?
Ni en mirar ni en besar
aprendí lo que eran.
Lo que quieren se queda
allá atrás, todo incógnito.
y su nombre también.
(Si las llamara lágrimas,
nadie me entendería.)
Localización
ResponderEliminarPedro Salinas califica su libro La voz a ti debida como "poema", es decir, como un todo único e indivisible. Entre los versos aparecen espacios en blanco, formando textos analizables como entidades específicas, pero estas separaciones no coinciden en las diversas ediciones. Este texto cortresponde al fragmento 41 (vv. 1449-1470). Se encuentra, pues, en la segunda mitad del libro. Esta segunda parte ofrece, por lo general, un tono más pesimista que la primera, que se acrecentará en Razón de amor, siguiente obra de Salinas. Al llegar a estos versos, el amor optimista va encontrando obstáculos. El poeta desea lo mejor de la amada, y esta exigencia le acarrea dificultades, hasta el punto de dudar del amor de ella (vv. 1385-1406). Quizás por eso estos versos intentan una "reconciliación" y aclaran sus intenciones
El poema refleja la búsqueda del "Tú" esencial, de la esencia de la mujer, de su personalidad más íntima y verdadera, escondida detrás de las apariencias. El poeta desea encontrar "tu mejor tú"(v.6), aunque el proceso pueda resultar doloroso (y por eso debe pedir perdón en los versos 1 y 4-). No estamos, pues, ante un amor imposible, pero sí difícil. La necesidad de autenticidad introduce esta dificultad en el hecho amoroso. No se busca a una mujer más, sino al "Tú" ideal, y este proceso puede producir dolor (no olvidemos que el dolor, en la poesía de Salinas, es la "última forma/ de amar" (vv. 2192-93).
ResponderEliminarPrecisamente por este punto comienza el poema: una doble petición de perdón, por la torpeza en la búsqueda (1-3) y por el posible dolor causado (4), aunque siempre con intención positiva, ya que se desea encontrar "tu mejor tú", el ser escondido en un fondo "preciosísimo" (5-8). A partir de este momento, el poeta habla como si la búsqueda hubiese dado ya fruto (9-12), y se vuelve a iniciar un nuevo proceso de búsqueda, esta vez por parte del tú (13-22), que encontraría su auténtico ser, libre de pasado (17-18) y dispuesto a amar. Se cumple un proceso de purificación de la amada para encontrar su auténtico ser, un proceso de abandono de todo lo anecdótico (se ha hablado de un "misticismo profano" en Salinas: vía purgativa (catarsis) y vía unitiva: unión amado-amada. En este poema es más aprecieble el ascetismo, el proceso de perfeccionamiento). Sorprende el aparente contrasentido del último verso ("la nueva criatura que tú eras"): el poeta busca no a una mujer distinta, sino a la que ya era (en el libro ya asistimos con anterioridad al encuentro amoroso plenos del "tú" con el "yo") y dejó de ser. Manifiesta la necesidad de recuperar un ser desprovisto de pasado y que transciende lo superficial; es el "ansia/ de irse dejando atrás/ anécdotas, vestidos y caricias,/ de llegar,/ atravesando todo/ lo que en ti cambia,/ a lo desnudo y a lo perdurable" (vv. 838-844; estos versos nos pueden aclarar el sentido del texto que analizamos). El poeta ha visto cómo la mujer, el "tú', ha ido cambiando (v. 853) hacia lo inauténtico, y él desea recuperarla. Se considera "poseedor" del espíritu verdadero del "tú" (v. 856), pero es ella quien debe buscarse a sí misma..
En definitiva, el poeta desea (en este como en muchos otros poemas en La voz a ti debida) llegar al ser auténtico de la amada, recuperar el amor y, de paso, fortalecerlo y afianzarlo para que ella realice paralelamente el mismo proceso.
La estructura, ya esbozada en la explicación,puede ser resumida en el siguiente esquema:
ResponderEliminar1-12: Búsqueda por parte del Yo
1-8: Petición de perdón por la búsqueda
9-12: Encuentro del tú esencial
13-22: Búsqueda por parte del Tú. Proceso de catarsis.
Aparentemente, este texto no ofrece muchas dificultades. Es fácil de entender pero en él encontramos aspectos muy interesantes que comentar.
ResponderEliminarPosee una métrica habitual en los poemas de La voz a ti debida: versos blancos, irregulares, con algunas rimas asonantes (la rima en "e-o" se repite cinco veces: "dentro", "veo", "cogerlo", "quiero", "ascendiendo".). Hay doce versos endecasílabos, todos comunes (la mayoría heroicos o melódicos) y seis heptasílabos. En 18 de los 22 versos recae el acento principal en la sexta sílaba. Existe, pues, una fuerte uniformidad rítmica, que hace que podamos considerarla como una Silva de verso blanco. Es interesante observar el predominio de versos endecasílabos en la parte final del texto, con lo que la "ascensión" que el poeta le pide a su amada se ve complementada con esta "ascensión" en el número de sílabas de los versos finales.
El poema se inicia con cierta brusquedad fonética. La aliteración de consonantes dentales (vv. 1-3) refuerzan la sensación de torpeza y dolor, nota predominante en estos primeros versos. Esta idea se ve recalcada por los términos usados ("torpemente", "dolor").
En el terreno morfosintáctico, se observa una característica típica del estilo de Salinas: existe una gran cantidad de pronombres personales: cinco de primera persona (me, yo), y once de segunta persona (tú, ti, te), además de otros cinco determinantes posesivos (uno de primera persona y cuatro de segunda). La ausencia de nombres propios se justifica porque nos encontramos ante un proceso de búsqueda de esencias ("¡Qué alegría más alta:/ vivir en los pronombres!" -vv.496-497), búsqueda que constituye el eje del poema.
Por el contrario, tan sólo aparecen tres adjetivos: "preciosísimo" (refiriéndose al "fondo", a la esencia de la amada), "rosadas" (nos remite al canon de belleza clásico; es un adjetivo habitual en Salinas) y "nueva", en el último verso de este poema (formando una Antítesis, ("nueva"-"eras") a la que antes aludimos).
El verbo "viste" (v.7) admite un doble significado (de ahí que podamos hablar de Dilogía): puede proceder de "ver" (tu mejor tú, que hasta ahora no has visto) o de "vestir" (tu mejor tú está dentro, no forma parte de tu vestimenta). Los dos sentidos se complementan, aunque es más probable que se emplee con el sentido primero (en correlación con el "veo" del mismo verso). A continuación (v.8) aparece una Metáfora: el poeta es un "nadador por tu fondo", un buceador que busca el ser escondido.
ResponderEliminarCuando consigue encontrar el ser auténtico (vv.9-10, que se refuerzan con un Paralelismo sintáctico), describe cómo expondría su logro mediante un Símil: "como tiene/ el árbol la luz última/ que le ha encontrado al sol"; es decir, intentando aprovechar al máximo cada instante, porque sabe que este momento de plenitud tardará en repetirse. Una antítesis une las dos primeras partes del poema: el verdadero "tú" se encuentra en el fondo (v. 8), y el poeta quiere tenerlo "en alto" (v. 10).
En el verso 12 queda claro qué debe hacer el "yo" en esta búsqueda: su papel es el del árbol, que "le ha encontrado al sol" la lúz. Es decir, el "yo" no es estático, no se limita a recibir, sino que, como el árbol, debe esforzarse para arrancar la luz última.
En la última parte del poema observamos una aparente incongruencia (v.16): la mujer necesitará estar subida sobre sí misma para llegar a encontrarse. Es decir, debe salir de su cuerpo (accidental) para quedarse en lo únicamente esencial. De nuevo percibimos el ascetismo de la concepción amorosa saliniana. Hay que abandonar el propio cuerpo, en un proceso de ascensión. Así es como el "yo" quiere al "tú": por encima de todo, de su pasado y de sus limitaciones. Representa el amor al tú verdadero pero escondido. Esta búsqueda tampoco será fácil. Requiere un esfuerzo, una "tensión" para lograr ascender "de ti a ti misma", de ti a tu auténtico "tú". Las contradicciones quedan resueltas cuando conocemos la concepción saliniana de la relación amorosa, plasmada magníficamente en estos versos.