Lázaro es un libro de entretenimiento. Y como tal, la risa tiene un lugar destacado. Encontramos en él humor puramente catartico, elaborado sobre figuras y motivos de diversas tradiciones medievales, populares y folclóricas, asociado con los discursos del carnaval y encaminado en última instancia a una reafirmacion del orden social mediante su inversion temporal. Un humor crítico en las multiples ironías, parodias y sátiras que expone el autor anónimo a traves de su resbaladizo e irreverente discurso polisémico que parecen transparentar fuertes críticas de ese orden (eclesiastico, moral, politico, economico, cultural). el humorismo y en especial la risa representa uno de los componentes más importantes del Lazarillo.
La risa que predomina en el texto es la risa burlesca, la risotada que acompaña a la 'burla pensada'" . La burla representa una constante imprescindible del mundo social de Lazaro, que se ve paulatinamente acentuado y marcado por la presencia de la risa, ya desde su traumática experiencia iniciática a manos del ciego. -Necio, aprende, que el mozo del ciego un punto ha de saber mas que el diablo. Y rio mucho la burla.
Paresciome que en aquel instante desperte de la simpleza en que, como niño, dormido estaba.
Despues de vengarse de la primera burla del ciego, mediante la burla del poste, Lázaro se despide de su amo con su propia risa triunfante y no sin cierto gusto sadico:-Como, y olistes la longaniza y no el poste?Ole, ole! -le dije yo" .
Esta risa tiene la doble función de, por una parte, poner de manifiesto la patética condición de Lázaro como victima de sus circunstancias. En ese sentido, la risa da diafana constancia de las "adversidades" anunciadas en el prólogo, que encadenadas constituyen la sustancia de este "caso." Por otra parte, esta risa también tiene una importante funcion estructural dentro del relato, pues suele marcar momentos de transición entre episodios, y tambien suele asociarse con episodios de gran importancia, auto-reflexion y/o cambio en la vida del protagonista. del mismo modo que el golpe contra el poste refleja una imagen especular del golpe inicial contra el toro. Volviendo a otro momento de ese mismo tratado, descubrimos que otra experiencia acompañada de risa va a provocar la decisión de Lázaro de dejar a su primer amo. Despues del horrible jarrazo que le sienta el ciego en la cara, Lázaro nos cuenta lo siguiente:
Lavome con vino las roturas que con los pedazos del jarro me habia hecho, y, sonriendose, decia:
-Que te parece, Lazaro? Lo que te enfermo te sana y da salud. Y otros donaires, que a mi gusto no eran. Ya que estuve medio bueno de mi negra trepa y cardenales, considerando que, a pocos golpes tales, el cruel ciego ahorraria de mi, quise yo ahorrar del; mas no lo hice tan presto, por hacello mas a mi salvo y provecho.
Otro tipo de risa que tambien debe su origen a la figura del ciego es la risa de tipo colectivo. Esta risa no es el resultado directo de una burla sino el efecto del recuento de una burla. Volviendo al desgraciado jarronazo (y al toro de piedra), el ciego echa mano de sus evidentes dones de palabra para relatar a varios publicos intratextuales las injusticias que el ha sufrido a manos de su criado: Y aunque yo quisiera asentar mi corazon y perdonalle el jarrazo, no daba lugar el maltratamiento que el mal ciego dende me hacia, que sin causa ni razon me haria, dandome coxcorrones y repelandome. Y si alguno le decia por que me maltrataba, luego contaba el cuento del jarro, diciendo:
-Pensareis que este mi mozo es algun inocente? Pues oid si el demonio ensayara otra tal hazana. Santiguandose los que lo oian, decian:
-Mira quien pensara de un muchacho tan pequeno tal ruindad! Y reian mucho el artificio y decianle: -Castigadlo, castigadlo, que de Dios lo habreis. Y el, con aquello, nunca otra cosa hacia.
Y despues del episodio de la "negra" longaniza vomitada, vuelve a la carga:
Contaba el mal ciego a todos cuantos alli se allegaban mis desastres, y dabales cuenta una y otra vez asi de la del jarro como de la del racimo, y agora de lo presente. Era la risa de todos grande, que toda la gente que por la calle pasaba entraba a ver la fiesta; mas con tanta gracia y donaire recontaba el ciego mis hazanas, que, aunque yo estaba tan maltratado y llorando, me parescia que hacia sinjusticia en no se las reir.
Y más abajo sigue con lo mismo: "Sobre lo cual discantaba el mal ciego donaires ... Y luego contaba cuantas veces me habia descalabrado y arpado la cara, y con vino luego sanaba ... Y reian mucho los que me lavaban, con esto, aunque yo renegaba" . Algo parecido ocurre despues del brutal garrotazo que sufre el ladron-raton-culebro (Lazaro) a manos del clerigo del segundo tratado. Despues de recobrar la conciencia, el narrador cuenta como "Ahi tornaron de nuevo a contar mis cuitas y a reirlas y yo, pecador, a llorarlas" En todos los casos se crea claramente un público interno que se divierte con el recuento de burlas sufridas a expensas de Lazaro. Para este público, Lázaro de nuevo se convierte en objeto de un espectáculo que una vez mas enfatiza su condicion de inferioridad. Retóricamente, el sujeto pícaro de este modo se pinta como merecedor de las simpatias de su imaginario destinatario (lo cual implica también las simpatias de su publico lector). Pero estas simpatias nos llevan a otro efecto muy importante de todos estos episodios, tanto
de los colectivos como de los individuales: la risa del publico extratextual. Nosotros, los "vecinos" del prologo y el publico lector de esta relacion 'privada,' a pesar de las simpatias que sintieramos hacia el mozo victimizado, nos vemos asumidos en la carcajada festiva y denigrante que celebran los publicos internos de la novela. El lector, en el acto de leer la relacion de Lazaro y de reirse de los abusos, palizas y coces de los que es objeto su protagonista (que sin asomo de duda son abusos y palizas muy del gusto de la epoca), se ve forzado a participar con los mismos personajes de la obra en su propia risa.
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