Acto IV
"Aquí traigo romero, que es bueno para la memoria. Tornad,
amigo, para que os acordéis... Y aquí hay trinitarias, que son
para los pensamientos.(...)
Aquí hay hinojo para vos, y palomillas y ruda...
para vos también, y esto poquito es para mí. Nosotros podemos
llamarla yerba santa del Domingo,... vos la usaréis con la
distinción que os parezca... Esta es una margarita. Bien os
quisiera dar algunas violetas; pero todas se marchitaron cuando
murió mi padre. Dicen que tuvo un buen fin. |
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Un solitario |
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de plumas vario |
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me da placer." Y la ruda para la reina y para ella Presenta la ruda, hierba amarga, a la reina diciendo: "Hay ruda para ti; y aquí hay algo para mí. Podemos llamarla hierba de gracia de un domingo. Oh, debes usar tu ruda con una diferencia". La ruda fue una de las plantas más empleadas para provocar el aborto , lo cual es también la razón por la que estaba vinculada con el adulterio". También flores, plantas y árboles en la muerte de Ofelia. GERTRUDE: Una desgracia va siempre pisando las ropas de otra; tan inmediatas caminan. Laertes, tu hermana acaba de ahogarse. LAERTES.- ¡Ahogada! ¿En dónde? ¡Cielos! GERTRUDE: Donde hallaréis un sauce que crece a las orillas de ese arroyo, repitiendo en las ondas cristalinas la imagen de sus hojas pálidas. Allí se encaminó, ridículamente coronada de ranúnculos, ortigas, margaritas y luengas flores purpúreas, que entre los sencillos labradores se reconocen bajo una denominación grosera, y las modestas doncellas llaman dedos de muerto. Llegada que fue, se quitó la guirnalda, y queriendo subir a suspenderla de los pendientes ramos, se troncha un vástago envidioso, y caen al torrente fatal, ella y todos sus adornos rústicos. Las ropas huecas y extendidas la llevaron un rato sobre las aguas, semejante a una sirena, y en tanto iba cantando pedazos de tonadas antiguas, como ignorante de su desgracia, o como criada y nacida en aquel elemento. Pero no era posible que así durarse por mucho espacio. Las vestiduras, pesadas ya con el agua que absorbían la arrebataron a la infeliz, interrumpiendo su canto dulcísimo la muerte, llena de angustias.
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