Caballeros 1

martes, 28 de mayo de 2019

Erasmus Darwin y Luigi Galvani.

Erasmus fue uno de los fundadores de la Sociedad Lunar de Birmingham. Un club que se convirtió en el auténtico motor intelectual de la revolución industrial en Inglaterra.
Todos sus miembros, incluidos Darwin, defendieron algunas ideas de la Revolución Francesa, sobre todo las que hacían referencia al progreso, la relación entre el conocimiento y el poder y las exigencias de las transformaciones políticas y sociales. Creían que la ciencia podía ser el vehículo de esas transformaciones, pero cuando la revolución degeneró en terror, no tardaron en desencantarse.

Darwin experimentó con el uso de aire y de los gases para tratar las infecciones y el cáncer, trabajos que más tarde enfocaría en la investigación sobre la formación de las nubes.
También hizo experimentos sobre galvanismo. Según esta teoría, muy en boga en aquella época, el cerebro de los animales produce electricidad que es transferida por los nervios, acumulada en los músculos y disparada para producir el movimiento de los miembros.
Los ensayos con animales, y hasta con cadáveres humanos, alentaban la secreta esperanza de que, mediante la electricidad, pudieran sanarse enfermedades que provocaban parálisis e –incluso-- reanimar un cuerpo muerto. Los experimentos de Erasmus Darwin fueron una importante fuente de inspiración para la novela Frankenstein, de Mary Shelley.


El experimento que inspiró a Mary Shelley

Desde 1780, el italiano Luigi Galvani empezó a hacer experimentos en los que provocaba convulsiones musculares en ranas muertas mediante descargas eléctricas. Los experimentos "galvánicos" se popularizaron por toda Europa, de la mano, entre otros, del sobrino y discípulo de Galvani, Giovanni Aldini. En 1803, Aldini llegó a Londres y realizó una espectacular demostración sobre el cadáver de un criminal que había sido ejecutado. Ante una nutrida audiencia, Aldini aplicó a distintas partes del cuerpo varillas conectadas a una pila de cinc, provocando fuertes contracciones. Una crónica explicaba que al tocar la cara del muerto "las mandíbulas empezaron a temblar y un ojo se abrió". Aldini no pretendía tener poder para resucitar a una persona, pero su experimento seguramente influyó en la idea novelesca de Mary Shelley.

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