Todas las preguntas se
valorarán sobre 2`5 puntos.
1.-
Explica que características del período neoclásico encontramos en el siguiente
texto dramático.
EL SÍ
DE LAS NIÑAS de Leandro Fernández de Moratín
DON DIEGO.-
¿Y he de creer, por dicha, que conserve usted tal inclinación al retiro en que
se ha criado, que prefiera la austeridad del convento a una vida más…?
DOÑA FRANCISCA.-
Tampoco; no señor… Nunca he pensado así.
DON DIEGO.-
No tengo empeño de saber más… Pero de todo lo que acabo de oír resulta una
gravísima contradicción. Usted no se halla inclinada al estado religioso, según
parece. Usted me asegura que no tiene queja ninguna de mí, que está persuadida
de lo mucho que la estimo, que no piensa casarse con otro, ni debo recelar que
nadie dispute su mano… Pues ¿qué llanto es ése? ¿De dónde nace esa tristeza
profunda, que en tan poco tiempo ha alterado su semblante de usted, en términos
que apenas le reconozco? ¿Son éstas las señales de quererme exclusivamente a
mí, de casarse gustosa conmigo dentro de pocos días? ¿Se anuncian así la
alegría y el amor? (Vase iluminando lentamente la escena,
suponiendo que viene la luz del día.)
DOÑA FRANCISCA.-
Y ¿qué motivos le he dado a usted para tales desconfianzas?
DON DIEGO.-
¿Pues qué? Si yo prescindo de estas consideraciones, si apresuro las
diligencias de nuestra unión, si su madre de usted sigue aprobándola y llega el
caso de…
DOÑA FRANCISCA.-
Haré lo que mi madre me manda, y me casaré con usted.
DON DIEGO.-
¿Y después, Paquita?
DOÑA FRANCISCA.-
Después… y mientras me dure la vida, seré mujer de bien.
DON DIEGO.-
Eso no lo puedo yo dudar… Pero si usted me considera como el que ha de ser
hasta la muerte su compañero y su amigo, dígame usted: estos títulos ¿no me dan
algún derecho para merecer de usted mayor confianza? ¿No he de lograr que usted
me diga la causa de su dolor? Y no para satisfacer una impertinente curiosidad,
sino para emplearme todo en su consuelo, en mejorar su suerte, en hacerla
dichosa, si mi conato y mis diligencias pudiesen tanto.
DOÑA FRANCISCA.-
¡Dichas para mí!… Ya se acabaron.
DON DIEGO.-
¿Por qué?
DOÑA FRANCISCA.-
Nunca diré por qué.
DON DIEGO.-
Pero ¡qué obstinado, qué imprudente silencio!… Cuando usted misma debe presumir
que no estoy ignorante de lo que hay.
DOÑA FRANCISCA.-
Si usted lo ignora, señor Don Diego, por Dios no finja que lo sabe; y si
en efecto lo sabe usted, no me lo pregunte.
DON DIEGO.-
Bien está. Una vez que no hay nada que decir, que esa aflicción y esas lágrimas
son voluntarias, hoy llegaremos a Madrid, y dentro de ocho días será usted mi
mujer.
DOÑA FRANCISCA.-
Y daré gusto a mi madre.
DON DIEGO.-
Y vivirá usted infeliz.
DOÑA FRANCISCA.-
Ya lo sé.
DON DIEGO.-
Ve aquí los frutos de la educación. Esto es lo que se llama criar bien a una
niña: enseñarla a que desmienta y oculte las pasiones más inocentes con una
pérfida disimulación. Las juzgan honestas luego que las ven instruidas en el
arte de callar y mentir. Se obstinan en que el temperamento, la edad ni el
genio no han de tener influencia alguna en sus inclinaciones, o en que su
voluntad ha de torcerse al capricho de quien las gobierna. Todo se las permite,
menos la sinceridad. Con tal que no digan lo que sienten, con tal que finjan
aborrecer lo que más desean, con tal que se presten a pronunciar, cuando se lo
mandan, un sí perjuro, sacrílego, origen de tantos escándalos, ya están bien
criadas, y se llama excelente educación la que inspira en ellas el temor, la
astucia y el silencio de un esclavo.
DOÑA FRANCISCA.-
Es verdad… Todo eso es cierto… Eso exigen de nosotras, eso aprendemos en
la escuela que se nos da… Pero el motivo de mi aflicción es mucho más grande.
2.- Explica la obra
lírica de Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalia mediante un texto expositivo.
3.- A partir de
este fragmento de una entrada de la Wikipedia, contesta a las siguientes
preguntas :
a.) Tema del fragmento. Relacionalo con la materia impartida esta evaluación.
b.) Relaciona el texto con el libro de lectura de la primera evaluación El árbol de las mentiras.
Charlotte le
contó a su primera biógrafa, Elizabeth Gaskell, que había estado en
desacuerdo con sus hermanas Emily y Anne cuando defendían que las
protagonistas siempre tenían que ser bellas y finas. Ella
respondió: "Os mostraré una heroína tan normal y
bajita como yo, pero que será tan interesante como cualquiera de las
vuestras".
Fue una decisión audaz, que los directores de
cásting no han respetado en ninguna de las muchas adaptaciones de la novela,
por cierto. " Está 'sin desarrollar', delgada y pequeña, tiene
el pelo marrón y suave, ojos del mismo color, una cara rojiza y una boca
grande a la que le faltan muchos dientes. En conjunto es sencilla, de frente
cuadrada, ancha y saliente". Brontë no quería contar la historia de
una simple Cenicienta, sino de una mujer que huía de los adornos y cultivaba su
interior para no pensar en el exterior.
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