Caballeros 1

martes, 23 de septiembre de 2014

La mujer en El Romanticismo. Mary Shelley.

Hija de la escritora feminista Mary Wollstoncraft (autora de “Reivindicación de los derechos de la mujer”) y el filósofo y librepensador William Godwin, Mary Wollstonecraft Shelley nació en Londres el 30 de agosto de 1797. Su vida, lejos de ser eclipsada por sus padres dado el carácter altamente intelectual de éstos, adquirió más fama y notoriedad que ellos, lo cual la convierte en una de las escritoras más relevantes e imprescindibles de la literatura universal. Además de novelista y poetisa, fue editora de las obras de Shelley y contribuyó tanto a la comprensión de sus textos como a la historia de la crítica biográfico-literaria, de la que fue pionera.

Su nacimiento estuvo marcado por la fatalidad, ya que su madre murió al darla a luz y su padre, que había acogido a Fanny Imlay, la primera hija de su esposa nacida de una libre unión, se casaría posteriormente con una viuda, Mary Jane Clairmont, que aporta al matrimonio a Jane (o Clara, como iba a ser conocida en el futuro), que se convertiría con el tiempo en amante de Lord Byron y le daría una hija, Allegra. Las niñas crecieron en un ambiente de amplia cultura y moral librepensadora, lo que favorecería las dotes de Mary como escritora. En 1814, Mary conoce al famoso y atractivo poeta Percy Shelley, del que se enamora. A pesar de estar casado, se fuga con él a los dos meses de haberse conocido. A esta romántica huida se unen Clara y Fanny que tiempo después se suicidaría con ayuda del láudano. Shelley, viudo ya en 1816, se casa con Mary (unión que duraría ocho años hasta la muerte de él en 1822).

En el verano de 1816 los Shelley visitan Suiza y se instalan en la residencia de Lord Byron. Era una noche tormentosa en la que Byron propuso la creación de un relato de terror por cada uno de los presentes después de caer en sus manos unos volúmenes de historias de fantasmas traducidos del alemán al francés. John Polidori (médico y secretario de Byron) y la hermanastra de Mary Shelley, Jane Clairmont también se encontraban allí. Se sucedían charlas que versaban sobre doctrinas filosóficas y, entre ellas, las referidas a la naturaleza del principio de la vida, y también la posibilidad de que dicho origen llegara a ser algún día descubierto y divulgado.

Mary quería crear una historia que hablase de los misteriosos temores de la naturaleza y que despertase el más intenso de los terrores, crear en el lector miedo a mirar a su alrededor, helar la sangre y acelerar los latidos del corazón – ¿Has pensado ya una historia?, le preguntaban cada mañana, y cada mañana se veía forzada a dar una negativa.

“Mi imaginación, sin yo requerirlo, me poseyó y me guió, dotando a las imágenes que surgían en mi mente de una intensidad que estaba más allá de las fronteras del sueño. La idea había tomado posesión de mi mente de tal manera que el miedo recorría todo mi cuerpo como un escalofrío y traté de cambiar las fantasmales imágenes de mi fantasía por la realidad que me circundaba. Al día siguiente anuncié que había ideado una historia.”

Entonces surgió “Frankenstein o el moderno Prometeo”. Novela originaria de la ciencia ficción y precursora de todo engendro literario posterior de dicha índole, supuso un hito en la historia de la literatura. Con sólo dieciocho años, Mary Shelley había creado al monstruo más famoso de todos los tiempos y uno de los que más adaptaciones cinematográficas (a excepción de Drácula, de Bram Stoker) ha logrado. Frankestein se publicó anónimamente en 1818 y fue todo un éxito ya que en 1823 se habían realizado seis ediciones de la novela.

Pero la tragedia se cebaría con ella. Embarazada varias veces, sólo uno de cuantos hijos tuvo sobrevivió: Percy-Florencia. Su primera crisis de melancolía aconteció con la muerte de uno de sus hijos al año siguiente del surgimiento de Frankenstein. Tres años más tarde, la muerte de su marido que se ahoga mientras navega en la bahía de la Spezia en 1822. Debido a estos tristes episodios y el complejo de culpa por la muerte de su madre, la poseyó la torturadora idea de que no podía retener la vida de las personas queridas, como si ella misma fuese un símbolo de fatalidad latente, y la hundieron en reflexiones que se pueden palpar en su propia literatura. ¿Quizá el monstruo es la respuesta rebelde a las ideas perfeccionistas de su padre? ¿Un alter ego de Mary, que resultó fallido como el intento de su padre por hacer de ella una criatura lo más impecable posible?

“Mathilda”, de 1819 y que permaneció sin ver la luz hasta 1959, menciona la pasión incestuosa de un padre por su hija. En 1823, su segunda novela: “Valperga”, de trasfondo histórico, aunque Mary se interesa más en la educación de su segundo hijo, Percy, y en la edición de las obras de su esposo. Se gana la vida con la publicación de artículos y biografías, relatos como “Transformación” y “El mortal Inmortal”. De este periodo destaca “The Last Man, 1926”, ambientado en 2090, un mundo sin carácter humano. Una prueba más de su talento visionario y profético.

Y cuando el acaudalado abuelo de su hijo decide pasarle una asignación mensual, Mary Shelley muere con 53 años de un tumor cerebral el 1 de febrero de 1851.

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