Caballeros 1

lunes, 10 de marzo de 2014

Miguel Hernández.

Poesía de Miguel Hernández, aquí

.- CONTEXTO LITERARIO.-


a.- Entre dos generaciones, figura de anclaje (el Grupo poético del 27 y la generación del 36)
b.- Entre la tradición y la vanguardia (la poesía popular y de autores clásicos y la vanguardia histórica y de Pablo Neruda).


2.- TRAYECTORIA VITAL Y POÉTICA: EVOLUCIÓN DE SU
POESÍA.-

a.- Etapa de formación (1930-1934): Perito en lunas (1933)
b.- Etapa de poesía amorosa y existencial (1934-36): El rayo que no cesa (1936)
c.- Etapa bélica (1936-1938): Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1938)
d.- Etapa carcelaria (1938-1941) Cancionero y romancero de ausencias (editado en 1958)

3.- TEMAS DE LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ. ASPECTOS
DE SU ESTILO.-
a.- La naturaleza.
b.- El amor.
- el despertar sexual.
- el amor-lamento y el amor ilusión.
- el amor-dolor.
- el amor-alegría y el amor-fraternidad.
- el amor-odio.
- el amor- esperanza.
c.- La muerte y la vida.
d.- El compromiso social y político.

4.- IMÁGENES Y SÍMBOLOS EN LA POESÍA DE MIGUEL
HERNÁNDEZ (síntesis).-
- la luna
- el rayo
- el toro
- el viento
- la tierra
- la luz y la sombra.

1.- CONTEXTO LITERARIO.-
a.- Entre dos generaciones.-
 
Algunos críticos enmarcan a Miguel Hernández en la Generación del 27, donde se encuentran sus maestros y amigos: Alberti, Lorca, Jorge Guillén, Dámaso Alonso, José Bergamín, Pedro Salinas, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda… Todos ellos comparten las mismas preocupaciones estéticas, tienen estudios universitarios, edades similares y se reunieron en 1927 en el Ateneo de Sevilla para rendir homenaje a Góngora en el tercer centenario de su muerte. También admiraban al Arcipreste de Hita, a Bécquer, a Juan Ramón Jiménez, el Romancero y la lírica tradicional. En realidad, son un grupo de escritores que quieren renovar la poesía, a través de ese sincretismo entre tradición y vanguardia del que tanto se ha hablado.  En su primer libro, Perito en Lunas (1933), Miguel Hernández comparte esta intención con ellos; por eso se le ha considerado el “epígono de esta generación” porque siguió en cierto modo sus huellas literarias.

Pero más tarde, Miguel Hernández construye una poesía más humana, personal y social, por lo que otros críticos lo han enmarcado en la llamada Generación del 36, con autores como Luis Rosales. Los poetas pertenecientes a este movimiento están menos interesados en la poesía pura (al estilo de J.R. Jiménez) y más centrados en la humanización, en los problemas del hombre en su contexto. Esta nueva estética cobrará más fuerza a raíz de la Guerra Civil y sus consecuencias (muerte, exilio, miseria, cárcel…), ya que en unas circunstancias como esas sólo se puede hablar del hombre, del ser humano enfrentado a ellas.

El poeta se convierte así en el punto de anclaje entre el 27 y los grupos que le siguen. Del predominio del formalismo, el gongorismo y la metáfora, pasa a la poesía impura, primero con sesgo surrealista, después, con un claro eco de compromiso y finalmente, con el tono doliente e intimista, que nos ilumina su personalidad humana, antes de que fuera sesgada.

Su obra influyó notablemente en los poetas de los años cincuenta y sesenta, debido  sobre todo a su compromiso ético. Su técnica se acopia de una envolvente metáfora, cercana muchas veces a la fuerza surrealista. El poeta consigue que sintamos hasta las entrañas su cotidianidad, una cotidianidad que fluye tanto de los objetos como de la naturaleza o las emociones amorosas.

b.- Entre tradición y vanguardia.
 
-TRADICIÓN: En Miguel Hernández se puede hablar de múltiples influencias,
sobre todo en sus primeros libros, ya que asimila en su estética todo aquello que leía y admiraba:
- la literatura popular (poesía tradicional)
- la tradición del amor cortés, el petrarquismo y la visión de Garcilaso de la Vega de la mujer amada (inaccesible, llena de virtudes, cruel porque hace sufrir al poeta…)
- la mitología griega y latina aprendida de escritores del Siglo de Oro (ninfas, dioses, sátiros…)
- una visión religiosa de la naturaleza (panteísmo), basada en San Juan de la Cruz y Fray Luis de León.
- la influencia de Góngora, sobre todo en Perito en Lunas.
- los románticos españoles como Espronceda, Bécquer o Zorrilla.
- la constante lucha interior de Unamuno.

-VANGUARDIAS: También mantiene contactos con las Vanguardias en menor
medida:
- la poesía pura de J.R. Jiménez y Jorge Guillén.
- recursos surrealistas, imágenes irracionales propias de la vanguardia histórica, especialmente ligado a Vicente Aleixandre.
- metáforas cósmicas, en la línea de Pablo Neruda, con el que colaboró en
su revista vanguardista, “Caballo Verde para la poesía”.
Por tanto, Miguel Hernández combina la tradición con la vanguardia. Esta oscilación dura hasta la aparición en 1936 de su libro El rayo que no cesa, donde abandona la influencia vanguardista y se impone la tradición oral de la poesía popular, ya que su intención es dirigirse al pueblo llano y prefiere la claridad expositiva del romance a la expresión vanguardista. Es por eso que muchos de sus poemas fueron cantados por soldados republicanos en el frente. En definitiva, su poesía a partir de entonces entroncará con el neopopularismo: poesía humana, con compromiso político y social, que pasa del “yo” al “nosotros” y que supone una recreación culta de la poesía popular.

 
2.- TRAYECTORIA VITAL Y POÉTICA: EVOLUCIÓN DE SU
POESÍA.-
Pese a morir siendo muy joven, su obra abarca diez años que se pueden definir a partir de cuatro etapas:

a.- ETAPA DE FORMACIÓN (1930-1934):
Podemos considerar en primer lugar los poemas de adolescencia y juventud, sus primeros versos, escritos en su mayoría mientras desempeñaba tareas de pastor (su padre lo sacó de la escuela muy pronto y lo puso a trabajar). En esta primera época se ve muy influenciado por su amigo Ramón Sijé, que le contagió su amor por los clásicos, por la religiosidad, y le introdujo en los ambientes culturales de Orihuela, donde publicó en revistas y semanarios sus primeros poemas. Influencias decisivas fueron, como ya hemos visto, Garcilaso, Góngora, San Juan, Machado, Rubén Darío, su paisano Gabriel Miró, y los autores clásicos ya mencionados. Los temas básicos son el paisaje de su tierra, el mundo pastoril, la mitología, ambientes orientales de origen romántico y modernista, etc. Dada su juventud y sus circunstancias personales, cabe decir que fundamentalmente se limita a imitar a sus autores preferidos.

En 1931 realiza un viaje a Madrid, financiado por Ramón Sijé, e intenta contactar por carta con Juan Ramón Jiménez y García Lorca. A los seis meses regresa a Orihuela sin haber obtenido el éxito que deseaba, pero ha aprendido que su poesía no está a la altura y que debe orientarla a la vanguardia. Así aparecerá en 1933 su primer libro Perito en Lunas, de carácter gongorino y cercano a la Generación del 27. En él, el poeta contempla en mundo exterior, objetos y escenas de la vida real, desde el punto de vista de la vanguardia histórica: el gallo, el toro, la palmera, el pozo, las gitanas, la luna…, olvidando los problemas personales y sociales.

b.- POESÍA AMOROSA (1934-1936):
En 1933, Miguel Hernández conoce a Josefina Manresa; en 1934 formalizará su noviazgo con ella. Por otra parte, y para ganarse la aceptación de los poetas del 27, escribe un drama teatral, El torero más valiente, dedicada a la muerte del torero Ignacio Sánchez Mejías.

En 1935 fija su residencia en Madrid, para volver a intentar prosperar en el terreno de la poesía. Es ahora cuando experimenta un cambio muy firme en su actitud ideológica y estética: abandona su credo religioso, que compartía en Orihuela con Ramón Sijé, y comienza su amistad y su colaboración con Pablo Neruda. Sigue viéndose influenciado por sus lecturas de siempre, prestándole ahora más interés a los poemas amorosos, y escribe obsesivamente, hasta que en 1936 consigue editar su primer gran éxito, El rayo que no cesa, libro de poemas de temática amorosa hacia tres mujeres: su novia, Josefina Manresa, con la que romperá durante un tiempo, la pintora Maruja Mallo, su amante en este paréntesis, y un amor platónico nunca realizado, la escritora María Cegarra.

c.- POESÍA DE GUERRA (1936-1938):

Tras el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936, Miguel Hernández consolida su postura ideológica y social y la convierte en política: se afilia al Partido Comunista y se alista como voluntario en el Quinto Regimiento del bando republicano, recorriendo los frentes de Madrid, Andalucía, Extremadura y Aragón y dedicándose a animar a los combatientes con sus arengas y sus actividades literarias (publicación de periódicos, representaciones teatrales breves, etc.). En 1937 contrae matrimonio civil con Josefina Manresa, y en diciembre nace su hijo Manuel Ramón, muerto diez meses después. También en este año publica su tercer libro importante: Viento del pueblo, en el que aparece el tono épico dirigido a un protagonista colectivo, pero nunca se omite lo lírico a través de la exaltación de lo humano. Y en 1938 aparece El hombre acecha, dedicado a Pablo Neruda. La derrota republicana ya se ve cercana, y estos poemas constituyen un grito desgarrador entre muertos, heridos, cárceles y desilusión.

d.- POESÍA INTIMISTA Y POESÍA CARCELARIA (1938-1941):

En 1939 nace su segundo hijo. Acabada la Guerra Civil, Miguel Hernández
intenta exiliarse sin éxito, es detenido y encarcelado al volver a Orihuela, y condenado a muerte en 1940 “como autor del delito de adhesión a la rebelión militar”. Pero el franquismo no quiere otra víctima que se pueda convertir en héroe como García Lorca, y la pena es conmutada por 30 años de prisión. Va pasando por diversas cárceles y comparte su situación con otros autores como Buero Vallejo, pero contrae la tuberculosis y su delicado estado de salud recomienda su traslado al sanatorio de tuberculosos de Porta Coeli en Valencia. Las autoridades consienten su traslado siempre que renuncie a sus ideas públicamente, recupere sus primeras ideas religiosas y contraiga matrimonio canónico con Josefina. Miguel Hernández sólo acepta esto último,
y viendo cerca la muerte y para no dejar desamparados a su mujer y su hijo, contrae matrimonio in articulo mortis en marzo de 1942. Pero a finales de ese mismo mes, todavía encarcelado y sin tratamiento médico adecuado, fallece en la prisión de Alicante a los 31 años.

A lo largo de estos años, el poeta fue confeccionando una especie de diario
poético íntimo de breves canciones y romances con resonancias neopopulares, en las que manifiesta un hondo sentimiento de ternura y melancolía y muchas autorreferencias a su poesía anterior, y trata los temas del amor y las adversidades que lo hostigan. Todo este conjunto final constituye su último libro, que estuvo inédito hasta 1958, fecha en la que se publica en Buenos Aires: Cancionero y romancero de ausencias.
 
3.- TEMAS DE LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ.
ASPECTOS DE ESTILO.-
a.- La naturaleza.-
Dada su condición de pastor en su primera juventud, Miguel Hernández vive
siempre impregnado de naturaleza, y ésta empapa toda su poesía. Por eso es el poeta que devuelve la poesía de la época a la naturaleza; la rescata de la desnaturalización del grupo del 27 y le da vida al tema.
En su primera etapa, lo natural abarca el paisaje y los elementos cotidianos de su existencia, y se convierte en el protagonista de sus poemas. Intenta mostrar una naturaleza real, casi hiperrealista aunque con aspectos que recuerdan al modernismo.

Ahora bien, la naturaleza captada en el entorno inmediato de su experiencia
desarrolla otros dos rasgos que caracterizan su obra de adolescente: la naturaleza relacionada con Dios y vista como manifestación de su poder y su gloria (panteísmo), opuesta al pecado que se encuentra en la ciudad; y relacionada con lo literario, en forma de poesía pura. Este último aspecto será el punto de partida de Perito en Lunas, la luna como símbolo de todo lo natural, y por tanto, perfecto. Todos los objetos son descritos por su parecido con la luna, y sus fases serán metáfora de la vida.

El poeta tiende a percibir las cosas como vivas y dotadas de intenciones. Todo el universo está para él provisto de conciencia. Por ello, la piedra sabe amenazar y castigar; la primavera vendrá a darnos un pecado; la palmera pone tirabuzones a la luna; la espiga aplaude el día. Y no sólo anima los cuerpos inertes, sino que también la vida espiritual y anímica del hombre, que llega a identificarse con el ser universal, convirtiéndose la realidad en su conjunto en un todo natural, materializándose así en su poesía la filosofía del hilozoísmo o panteísmo.

De la naturaleza surgen las metáforas más personales de Miguel Hernández: la
luna, como ya hemos mencionado, el viento (fenómeno atmosférico en su primera etapa; voz de Dios en sus poemas más religiosos; símbolo de la voz del pueblo en la poesía bélica, metáfora de la adversidad en sus últimos poemas), la tierra como instrumento de reivindicación social.

En las últimas etapas, la naturaleza simboliza libertad, y cuando desaparece la
bondad natural también desaparece el paisaje en sus poemas. Pero acabada la guerra y ya en la cárcel sin esperanzas, resurge el tema de la naturaleza, ahora como locus amoenus, como el paraíso del que él ya no disfrutará.
 
b.- El amor.-
Ningún poema queda al margen del sentido amoroso: a la naturaleza, a la mujer, al hijo, a los amigos, al pueblo, a la vida. El sentimiento pasional es el gran eje a cuyo alrededor se articulan todos los demás temas. Pero ese amor adoptará formulaciones distintas a lo largo de su poesía; y así, además del amor divino de su etapa católica, podemos distinguir varios enfoques:

- el despertar sexual: el sentido de lo natural relaciona al amor con el sexo, y esta idea aparece a lo largo de sus poemas, bien como metáfora de la naturaleza, bien como tensión frente a lo religioso.
- El amor-lamento y el amor-ilusión: inscrito en la tradición literaria del amor cortés mediante la idea de amor inhóspito, y también en la poesía mística mediante metáforas como la de “el amor herida”.

- El amor-dolor: es un amor vivido como amenaza y tortura, no por no ser correspondido, sino por no poder ser materializado sexualmente. Este tratamiento del tema se materializa muchas veces en la metáfora del toro: el toro en libertad, como impulso de su masculinidad, y el toro en la plaza, como valor trágico que evidencia muerte y dolor.

- El amor-alegría y el amor-fraternidad: es el sentimiento que recorre su poesía más social y política, y también en que aparece en los versos dedicados a su mujer y su hijo.

- El amor-odio: la naturaleza desaparece, es derrotada por la maldad humana. La guerra y el hambre generan odio, y el poeta siente un profundo rechazo por este sentimiento, lo repudia, lo detesta y lo muestra para que los demás también reflexionen sobre él.

- El amor-esperanza: sobre todo a partir de la guerra civil, Miguel Hernández percibe y expresa el amor como su única esperanza, un anhelo de vida íntimo, que es capaz de absorber todo el horror de la cárcel y de la muerte. Sus objetos poéticos, ahora más que nunca, serán su mujer y su hijo, ya no con alegría, sino como medios para volver a sentirse vivo.
 
c.- La muerte y la vida.-
Junto con el amor, son los otros dos vértices del triángulo temático de la poesía
de Miguel Hernández. En sus poemas, la vida y la muerte se manifiestan en dos sentidos: por una parte, un sentido existencialista (“el hombre es un ser nacido para la muerte”); por otra, la muerte como semilla de la renovación (“porque donde unas cuencas vacías amanezcan, ella pondrá dos piedras de futura mirada, y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada”) Por otra parte, el sentimiento que le profesa a la amistad hace que componga numerosas elegías (cantos fúnebres). Tal vez su elegía más famosa es la dirigida a su amigo Ramón Sijé, muerto a las 22 años, en 1935).

Los símbolos que más utiliza Miguel Hernández para materializar este tema son:
- los huesos, como símbolo tradicional de la muerte, pero también como metáfora del amor más profundo, o como símbolo del empuje de los combatientes republicanos.

- La lluvia, como plasmación de la naturaleza, pero también como “lluvia amorosa sobre la vida seca”, o como llanto por la muerte y la destrucción.

- El rayo, como pasión o como fatalidad destructora.

d.- El compromiso social y político.
Como ya hemos visto al analizar su trayectoria vital y poética, Miguel Hernández es un poeta fuertemente comprometido con el mundo que le rodea. Y así, su compromiso ideológico será firme en cada momento, aunque sus ideas vayan cambiando desde el catolicismo de sus primeros años en Orihuela hasta las ideas más laicas y republicanas de izquierdas en su época de Madrid y durante la guerra civil. Sus dos obras más comprometidas son Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1938).
El primero constituye la faceta optimista, alentadora, entusiasta y combativa por la esperanza en la victoria. Lo personal cede paso a lo colectivo, a la libertad y al heroísmo, y el estilo se hace claro y transparente para que sea comprendido por los más humildes; la métrica es popular (el romance), y las metáforas se simplifican. El segundo, en cambio, con la guerra ya prácticamente perdida, es una visión pesimista de la guerra en general: en la cárcel y en la miseria no hay un yo ni un nosotros, porque el hombre se desvanece. El verso ahora se ha hecho amplio y lento, casi prosaico.
 
4.- SÍNTESIS: IMÁGENES Y SÍMBOLOS EN LA POESÍA DE
MIGUEL HERNÁNDEZ.-
Las imágenes y los símbolos que Miguel Hernández utiliza en su poesía varían en intensidad y significado según la etapa creativa y vital que el poeta experimenta:
-1ª ETAPA (etapa oriolana): la naturaleza como objeto real. Culto a lo material y a lo humilde.
- 2ª ETAPA (etapa amorosa-existencial): los objetos se convierten en metáforas
de la pena amorosa o de la amenaza existencial.
- 3ª ETAPA (etapa bélica): sus imágenes y símbolos magnifican y ensalzan el
valor del pueblo fiel a la República y el aliento de la poesía en tiempos de guerra.
- 4ª ETAPA (etapa carcelaria): los símbolos que hasta ahora han servido para inspirar valor y ánimo a los combatientes se convierten ahora en meros símbolos de lo que ya se ha perdido: la ausencia de libertad, la ausencia del goce amoroso por su mujer y su hijo, la ausencia de justicia y de amor fraternal y solidario.
Aunque la utilización de sus símbolos es constante en toda su producción, en cada etapa hace predominar algunos de ellos: la luna (expresión máxima de la naturaleza) en la primera, el rayo (metáfora del amor y la existencia humana) y el toro (símbolo de la pena amorosa) en la segunda, el viento (el valor épico de la Historia, esperanzadora o destruida y la fuerza de la voz y la voluntad del pueblo) y la tierra (imagen de la naturaleza y del trabajo) en la tercera y la luz y la sombra (la alegría y la esperanza frente a lo trágico y funesto) en la última.

   El contenido teórico procede de la página; http://elarlequindehielo.obolog.es/apuntes-literatura-2-bachillerato-miguel-hernandez-1186888

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