Caballeros 1

martes, 18 de marzo de 2014

Martín Santos; Tiempo de silencio.

Martín-Santos se alejó de un estilo propio de la época, sencillo y árido, para armar un libro de resonancias clásicas, con un lenguaje cultivado y complejo, de prolijas descripciones, excursos culteranistas y diálogos empapados de clasicismo. Huelga decir que es una novela difícil en tanto al lenguaje se refiere, si bien la historia que se cuenta es tan sencilla (en su desarrollo narrativo, no en otros planos) como directa.
Sin embargo, quizá en la elección por parte del escritor de ese estilo elevado, fuera de lo común para un libro de estas características (al contrario, por ejemplo, de Baroja, que utilizaba un lenguaje mucho más sencillo y campechano), estribe en buena parte el impacto de la obra. Porque Martín-Santos trabaja en dos niveles diferentes: por una parte, usa esa lengua culta y enrevesada como juego, como divertimento, incluso como pequeña distracción para el lector, que ha de mantener una atención constante para no extraviarse en mitad de un pasaje; por otra, ese juego le sirve para ocultar y disfrazar la feroz crítica que se desarrolla en prácticamente cada página de “Tiempo de silencio”. Una crítica de la dictadura que se vivía en el momento de su publicación (1962), pero que iba mucho más allá: una crítica de la naturaleza humana, de la cultura de sus compatriotas, tan mostrenca, tan ramplona; una crítica de una sociedad que se hundía en el fango a través de sus trapicheos políticos, de su falta de ambiciones. Como dije más arriba, a través de una mirada a lo particular (Madrid, Pedro y otros personajes, como Matías) Martín-Santos desvela los defectos de lo general.
Esta novela, por estas y otras cuantas virtudes, se convierte así en una lectura necesaria y actual, que nos revela fríamente como seres humanos y que no se coarta a la hora de mostrar vicios y actitudes. Quizá un ejemplo perfecto de que se puede hacer novela ‘social’ en cualquier época y con cualquier estilo, algo que se echa en falta en estos tiempos que corren.

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