Caballeros 1

miércoles, 16 de octubre de 2013

LOS CABALLEROS-CONQUISTADORES. Amazonas y Dorados.

La exploración y colonización españolas del Nuevo Mundo no solamente trastornaron las ideas geográficas europeas, sino que crearon un nuevo papel imperial para la España de comienzos del siglo XVI. Durante esta época de pleno renacimiento europeo, el descubrimiento de nuevas tierras parecía ofrecer el escenario para la realización de las grandes aspiraciones humanas del momento. Algunos esperaban encontrar en el Nuevo Mundo lo que no era posible en el Viejo: riquezas ilimitadas a la disposición del hombre más decidido y emprendedor, pero también la posibilidad de ensayar nuevas configuraciones sociales fuera de los rígidos estamentos sociales de Europa. No es casualidad que la Utopía (1516) de Tomás Moro sea descrita por su autor como una isla en las Américas, ni que surja muy pronto el arquetipo del buen salvaje americano—un ser que vivía en armonía con la naturaleza y con su sociedad—o que se emprenda la búsqueda de seres mitológicos como las sirenas, las amazonas o El Dorado en el Nuevo Mundo.
Estos ideales chocaron violentamente con la realidad brutal de la aniquilación de los indígenas americanos por los abusos a los que eran sometidos y las nuevas enfermedades ante las cuales no tenían defensas. El primer grito en defensa de los indígenas lo había dado en 1511 en La Española el fraile dominico Antonio de Montesinos, quien en un sermón para los días de la Navidad había preguntado a sus feligreses “¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel servidumbre a aquestos indios? ¿Estos no son hombres? ¿No tienen almas racionales?” El debate implícito en las acusaciones de Montesinos tuvo su punto culminante en una disputa formal que sostuvieron en 1550 en Valladolid Fray Bartolomé de las Casas, el gran defensor de los indígenas, y el filósofo Juan Ginés de Sepúlveda. Las Casas argumentaba que los indígenas eran hombres que poseían alma y derechos garantizados por la ley natural y por su calidad de vasallos de la corona. Por su parte, Sepúlveda alegaba que eran “homúnculos”, esclavos naturales incapaces de distinguir entre el bien y el mal que necesitaban tutela adulta. El derecho internacional moderno tiene sus orígenes en las discusiones que surgieron a causa de la extensión de la hegemonía española a los nuevos súbditos y territorios. El teólogo español Francisco de Vitoria fue una figura muy destacada en estos asuntos

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