Caballeros 1

sábado, 27 de octubre de 2012

Micro de Pepe Quseada.

¡Eso, no!
La novia de mi ijo es cleptómana. Su patología, a diferencia de la descrita en los casos más comunes, consiste en una fijación por lo incorpóreo que ace imposible sorprenderla en posesión del cuerpo del delito.
La primera vez que vino a casa desapareció el olor de mi estudio. Mi mujer lo agradeció, pero a mi me entró un pánico vacío que enseguida atribuí al tufillo a nada del umo de mi tabaco. Después desaparecieron las sombras de algunos muebles, y aunque proyecté sobre ellos el az de una linterna desde distintas posiciones, no ubo manera de restablecerlas. Luego notamos en falta los repiques de las oras pares en el carillón del comedor y la luz que filtraba las rendijas de las persianas.
A todas estas carencias se acostumbra uno, y asta me alegré de que la joven no padeciera una compulsión tradicional, de esas que terminan por desmantelar tu colección de encendedores.
Ayer la encontré revolviendo en mi estudio. Cuando salió de él aspiré con la esperanza de que ubiera repuesto los olores. ¡Qué va!
Esta mañana decidí llamarla para que devolviera a su sitio la letra que abía urtado, pero al teléfono le faltaba el tono.
©Pepe Quesada

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