Caballeros 1

miércoles, 5 de septiembre de 2012

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Disney, en solitario o, desde 1995, junto a Pixar, es además de una macro industria que genera millones de ganancias la gran creadora de referentes infantiles. Sus películas son acontecimientos sociales apoyados por una eficaz e inteligente campaña de merchandising que inunda el imaginario de niños y niñas. Éstos y éstas no sólo ven las películas. Pueden dormir entre sábanas de Mickey o Minnie, beber de vasos de Buzz Lightyear e incluso vestirse con calcetines de Cars y chubasqueros de princesas.
La representación de los personajes femeninos en Disney ha experimentado una evolución cuanto menos curiosa. Desde Blancanieves y los 7 enanitos (1937) hasta Brave (2012), Disney ha construido personajes como la propia Blancanieves , Cenicienta (1950) o La bella durmiente (1959) que representan modelos de feminidad sumisos, amables, adscritos al ámbito doméstico, y con apenas margen para la acción. Son las protagonistas de las historias, pero necesitan de un príncipe que las salve y dote sus vidas de significado. Son películas producto de épocas pasadas, que mantienen su vigencia como modelo de referencia por su arraigo en el imaginario colectivo, amén de que siguen presentes, como ya se ha apuntado, en infinidad de productos (os propongo una prueba: a la próxima fiesta infantil que acudáis, comprobad cuántas niñas van disfrazadas de princesa Disney) .
Estos modelos de princesas han evolucionado hacia personajes como La sirenita (1989), La bella y la bestia (1991), Pocahontas (1995) o incluso en el personaje de la prostituta Vivian (Julia Roberts) de Pretty Woman (1990), una suerte de cenicienta moderna adscrita al melodrama romántico, en una película producida y distribuida por Buena vista, la distribuidora de Disney.
En este largo intervalo de décadas, Disney ha sido capaz a su vez —de ahí lo curioso de la evolución—, de construir personajes como Mary Poppins (1964), aquella niñera joven, trabajadora y libre que marcaba las reglas del juego en su relación cuasi sentimental con el deshollinador y finalmente se elevaba por el cielo londinense hacia un futuro elegido por ella, quizá a cuidar a los niños de otra madre rica y sufragista. En La bruja novata (1971) una solterona capitaneaba el surrealista viaje en cama en una Inglaterra ocupada por los nazis. En épocas más recientes en la saga Piratas del Caribe (2003, 2006, 2007, 2011), una valiente Elizabeth Swann (Keira Knightley) decidía romper con su destino de joven aristócrata y convertirse en pirata, y una irreverente pirata Angelica (Penélope Cruz) ponía en serios apuros al capitán Jack Sparrow (Johny Deep). Tampoco podemos olvidar las superheroínas, madre e hija, de Los increíbles (2008) o el personaje de Tiana de Tiana y el sapo, la primera protagonista negra que, curiosamente, es la única que tras conseguir a su príncipe trabaja en un restaurante.
Tampoco podemos olvidar los personajes de Mulan (1998), la audaz guerrera travestida que lucha contra la deshonra que implica trascender su destino de casadera, de EVA, la letal heroína de Wall-e (2008) o a la princesa Rapunzel, más aventurera que transgresora, en Enredados (2011) .

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