Caballeros 1

jueves, 27 de octubre de 2011

Los temas

Junto a los asuntos específico que individualizarán las diferentes novelas, la narrativa de
la segunda mitad del siglo XIX presenta algunos núcleos temáticos reiterados, entre los que
destacan los que siguen.
1. EL AMOR Y SUS PROBLEMAS.-

La temática amorosa suela adoptar en el Realismo y Naturalismo unas manifestaciones
concretas.
El amor imposible, móvil novelesco tradicional, llega a situaciones extremas que provocan
tensiones argumentales inéditas. Es el caso del amor entre hermanos, descubierto cuando ya es
difícil oponerse a los hechos consumados, como sucede en La madre naturaleza, de Emilia Pardo
Bazán. Otra situación extrema bastante común es la del vínculo amoroso en el que entra a formar
parte un clérigo. Aunque el problema puede resolverse sin excesivos traumas (como sucede en Pepita Jiménez de Valera, lo más frecuente es que
el desenlace sea mucho más desdichado (La Regenta de Clarín)
La pareja problemática será otra situación que provoque abundante materia argumental.
Los problemas de la pareja pueden deberse a la diferencia de edad (La Regenta) o a insalvables
disparidades sociales (Tormento, de Galdós). A veces el conflicto adquiere tintes más sutiles,
como la confrontación ideológica que impide el matrimonio de Pepe Rey y Rosario en Doña
Perfecta de Galdós, o el abismo psicológico y vital que separa a Fortunata de su marido,
Maximiliano Rubín, en Fortunata y Jacinta, también de Galdós.

2. MATRIMONIO Y ADULTERIO.-

Si las dificultades amorosas surgen dentro del matrimonio nos vamos a encontrar con un
argumento privilegiado en la novela de la segunda mitad del s. XIX: el adulterio. El desenlace fatal
de la situación adúltera es el más frecuente (La Regenta, por ejemplo), pero en alguna novela
puede llegar a un estado cercano a la caricatura, como sucede en Lo prohibido, de Galdós, donde
José María Bueno se enamora sucesivamente de sus tres primas, movido exclusivamente por el
estímulo de que estén casadas.
Desde luego, este núcleo temático viene respaldado por la condena social que en el momento tiene
la relación extramarital de uno de los cónyuges, sobre todo si se trata de la mujer. No debemos
olvidar que ésta, cuando abandona el hogar, puede ser conducida de nuevo a él por la fuerza pública.
Si la mujer es la sorprendida en adulterio, el castigo que algunos códigos penales ( por ejemplo el
francés) llegan a prever es la pena de muerte. Por el contrario, el hombre no corre estos riesgos.
Ante esta situación "real" no debe sorprendernos que el protagonista literario de estos
hechos sea, en las cuatro esquinas de Europa, siempre la mujer (Madame Bovary, del francés
Flaubert; Ana Karenina, del ruso Tolstoi; Effi Briest, del alemán Theodor Fontane; La Regenta, del
español Leopoldo Alas).
El hombre involucrado en los argumentos de adulterio presenta una situación muy
diferente a la de la mujer: si es soltero, se caracterizará con los tintes del tradicional don Juan,
aunque privado ya de la aureola gloriosa que tuvo en la literatura anterior; si se trata del marido
infiel, su comportamiento aparece como el de un libertino moralmente condenable, pero digno de
disculpa en cuanto es esclavo de sus tendencias naturales.

3. DUALISMO RELIGIOSO E IDEOLÓGICO.-

Uno de los grandes motivos de la novela realista y naturalista es el enfrentamiento entre
distintas concepciones del mundo, que da un enfoque dualista a la vida.
Uno de los dualismos que más éxito tuvo fue el religioso que, apartir de la Revolución de
1868, se muestra en la novela a través de la confrontación entre clericalismo y anticlericalismo.
La defensa o el ataque a la religión nop se va a centrar en el propio sentimiento religioso, sino en
la sociedad que lo experimenta y, sobre todo, en el clero que lo representa oficialmente. Las
posturas religiosas son, casi en términos absolutos, manifestación de la ideología de los autores:
progresistas y anticlericales contra conservadores y clericales.
Por otra parte, la visión política del mensaje literario se desbordará también a partir de
1868, y los autores dejarán entrever en sus novelas su peculiar ideología política. Como
expresión de este núcleo temático, van a aparecer argumentos referidos al mundo administrativo
(La de Bringas, de Galdós), al caciquismo de provincias (La Regenta) o al problema de los
cesantes, consecuencia de la mecánica política de turnos de partido en el poder (cada cambio de
gobierno implicaba el cese de los funcionarios administrativos ligados al partido anterior), que es
el asunto central de una novela como Miau, de Galdós.
El dualismo ideológico va a reflejarse en los escenarios escogidos para que se desarrollen
los argumentos. Nos vamos a encontrar, de nuevo (recordad el Renacimiento y el Barroco, por
ejemplo), con el enfrentamiento entre el campo y la ciudad.
Los novelistas de ideología conservadora (Pereda, Alarcón, Palacio Valdés, etc...) tenderán
a una idealización de la vida rural, que será el escenario de las "buenas acciones", el paisaje
"positivo", mientras que la ciudad, el mundo urbano, será el escenario "negativo". Por el contrario,
los representantes de la ideología liberal (Galdós, Clarín, Blasco Ibáñez, etc...) suelen preferir la
ambientación urbana o muestran el lado negativo de la sociedad campestre (como ocurre
también en Valera).

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