Caballeros 1

jueves, 11 de noviembre de 2010

Ha muerto Carlos Edmundo de Ory, poeta de aerolitos.

Uno de los poetas más raros y originales de la segunda mitad del siglo XX, creador del 'postismo' y padre de los 'aerolitos', protagonizó de Ory una aventura creativa sin par que lo mantuvo activo hasta hace nada, siempre lejos de cualquier cenáculo. "Me van a perdonar, pero yo no entiendo el mundo", anticipó como declaración de intenciones el siempre risueño poeta al presentar hace seis años una antología de su obra que bajo el título de Música de lobo
Es hijo del poeta modernista Eduardo de Ory, Carlos Edmundo escribió sus primeros versos con catorce años. Publicó Versos de pronto en 1945, el mismo año en que fundó con Eduardo Chicharro y el italiano Silvano Sernesi el 'postismo', movimiento estético literario que conmocionó el erial intelectual de la posguerra dando una vuelta de tuerca al surrealismo.
Autoexiliado después en lo poético y lo político, desapareció del mapa hasta 1963, cuando regresó a la arena poética con Los sonetos, Técnica y llanto, Los poemas de 1944, Poesía abierta, Metanoia, Lee sin temor, Energeia, La flauta prohibida, Miserable ternura, Soneto vivo, Sin permiso de ser ángel o Las patitas de la sombra son los títulos que se sucedieron en su bibliografía. Su legado reposa en dos cilindros de cartón en la caja 998 y no se abrirá hasta 2022.

Para su antólogo, el catedrático de filología hispánica Jaime Pont, la poesía del gaditano "ocupa un lugar de disidencia e independencia" y "ha escapado a las clasificaciones canónicas que establece la historiografía literaria, un canon eminentemente realista que deja poco espacio a la libertad de creación y la disidencia". Una poesía inetiquetable que recorre una tradición "que va del romanticismo alemán al simbolismo para llegar a las vanguardias y el surrealismo" y que está "en las antípodas del mercadeo posmoderno, los redobles públicos y los espacios mediátcos y en conexión con Novalis, Baudelaire, César Vallejo, Juan Eduardo Cirlot y Francisco Pino".
"Su centro unificador es el principio amoroso, que actúa como un imán que lo atrae todo. Su poesía erótica es sin duda la más importante de la España del siglo XX", según el profesor Pont. "Lo carnal y lo espiritual se unen y con esa aproximación de lo corporal y lo sensual se aproxima a su vez a la místico"

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