Despues de 1640, La Celestina cae en el olvido, se prohíbe en el Índice y desaparece del mercado editorial, para luego recibir nueva atención y nuevo impulso en el siglo pasado, cuando comienza el boom de sus ediciones modernas y nueva ola de traducciones a los idiomas del mundo entero (polaco, ruso, árabe, japonés, etcétera), llegando a ser hoy día el texto medieval que más de edita y el más estudiado por los medievalistas. En 1985, Joseph Snow contaba, amén de casi un millar de estudios, 132 ediciones modernas de la obra y unas 80 traducciones a otras lenguas, aparecidas tan sólo en una cincuentena de años (1930-1985), eco quizás de lo que pudo ser su éxito en el Siglo de Oro (incluyendo lo perdido), cuando editar un libro costaba carísimo y cada volumen se vendía a un precio imposible, lo que da más realce al inmenso número de ediciones celestinescas áureas.
Una obra mistriosa con, aún, muchos problemas que resolver: aparición de temas candentes para la época como la magia y la prostitución,obra de género incierto entre teatro y narrativa, su anonimato y doble redacción autorial, los retoques y adiciones editoriales, un texto movedizo que va creciendo a medida que aparecen las ediciones (se pasa de un acto 1.º suelto, según se nos declara, a una Comedia en 16, a una Tragicomedia en 21, y a una obra en 22 actos en 1526). A ello se añade el misterio de la cuestión del autor, ya que la obra aparece sin nombres en la portada, y el autor, Fernando de Rojas, se esconde entre unas versos acrósticos revelados al lector por otra persona, Alonso de Proaza, en un segundo momento, y entre muchas contradicciones (ya que se declara además que el primer acto se halló en Salamanca inacabado y ajeno).
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