El dramaturgo francés Bernard-Marie Koltès falleció en 1989, con tan sólo 41 años de edad, convertido en un clásico de la escena contemporánea. Su teatro, de indiscutible hondura, densidad y complejidad y al que a veces no resulta sencillo aproximarse, constituyó la voz de la conciencia amplificada de la realidad del ser humano de su tiempo enmarcada en un contexto donde sobresale el conflicto y la violencia. Títulos como Muelle Oeste, Robert Zucco o En la soledad de los campos de algodón, probablemente su mejor obra, dan cuenta de la inquietud que le provocaba la existencia humana y la situación social en la que esta se iba desarrollando. En la soledad de los campos de algodón, a partir de la presunta negociación comercial que llevan a cabo sus dos personajes protagonistas en un ambiente clandestino, depositaria de una serie de reflexiones sobre la soledad, el desamparo o la atracción que ejercen el miedo y el odio, entre otros asuntos.
Por supuesto, es la palabra la que va impulsando una acción dramática sobre la que Koltès va volcando algunas de sus inquietudes acerca de la certeza del sistema capitalista.
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