Caballeros 1

lunes, 29 de octubre de 2018

Lyceum Club Femenino de Madrid,

El 4 de Noviembre de 1926 se inauguró el Lyceum Club Femenino de Madrid, siguiendo el camino marcado por el Lyceum londinense creado en 1904 por la escritora británica Constance Smedley-Armfield. Este club, fundado en plena dictadura de Primo de Rivera, está considerado la primera asociación feminista de nuestro país, y tenía como objetivo convertirse en un lugar de encuentro para las intelectuales españolas, donde poder compartir y mostrar su talento, establecer lazos tanto profesionales como personales, o llevar a debate la condición social y jurídica de la mujer.
En su inicio contó con 151 socias y seis secciones diferentes: social, música, artes plásticas e industriales, literatura, ciencias e internacional, y una séptima sección especial, la hispanoamericana. Su presidenta fue María de Maeztu, directora de la Residencia de Señoritas, y sus vicepresidentas la escritora y diplomática Isabel Oyarzábal y la abogada Victoria Kent. Amalia Galárraga fue nombrada tesorera, Zenobia Camprubí secretaria y Helen Phillips vicesecretaria. Un año después de su fundación el número de socias se había quintuplicado.

El criterio para pertenecer al club era puramente formativo, independiente de ideología política, condición civil, religión u orientación sexual. Para ser miembro, una mujer debía tener estudios superiores o haber realizado obras sociales o destacado en algún ámbito artístico o intelectual. Aunque no había limitación por condición social, en la práctica estos requerimientos restringían el acceso a mujeres de clase social alta. Los hombres podían permanecer en el salón de té y participar en las conferencias, pero no ser socios.
Por supuesto el Lyceum no fue bien acogido por toda la sociedad española, especialmente por parte de los intelectuales conservadores y de la iglesia (pero no sólo, el propio Rafael Alberti se burló del club mientras daba una conferencia allí). Se lo consideraba como un “casino femenino” y sus socias fueron acusadas de “criminales”, “liceómanas“, “excéntricas” y “desequilibradas”[2]. Pese a los constantes intentos para desprestigiarlo, el club se convirtió en lugar de gran importancia en la agenda cultural española. En él se organizaban cursos, conferencias, conciertos y exposiciones. García Lorca dio en sus salones la conferencia “Imaginación, inspiración y evasión en poesía”, y Unamuno leyó allí su drama “Raquel encadenada”, al igual que muchos más intelectuales de la época. Carmen Baroja cuenta en sus memorias que «Todos se pirraban por el Lyceum. No hubo intelectual, médico o artista que no diera una conferencia; menos Benavente, que dijo que no quería hablar a tontas y a locas».
El club sirvió como lugar de inspiración para escritoras como Ernestina de Champourcín, Concha Méndez o Elena Fortún, y entre sus socias se encontraban intelectuales de la talla de María Teresa León y Clara Campoamor.
Su actividad no se restringió al ámbito cultural. La sección social emprendió una campaña en 1927 para sustituir el artículo 57 del Código Civil: «El marido debe proteger a la mujer y ésta obedecer al marido» por «El marido y la mujer se deben protección y consideraciones mutuas», y cuestionó el 438 «El marido que sorprendiendo en adulterio a su mujer matase en el acto a ésta o al adúltero, o les causara lesiones graves, será castigado con la pena de destierro». De la mano de Clara Campoamor, también la lucha por el sufragio femenino fue de gran importancia. De la misma forma, con la llegada de la República muchas de sus integrantes dieron el salto a la política, ocupando cargos de importancia en el nuevo gobierno, como fue el caso de Victoria Kent, Isabel Oyarzábal o María Lejárraga.
Con el fin de la Guerra Civil el Lyceum fue desmantelado y pasó a formar parte de la falangista Sección Femenina, convirtiéndose en lo contrario de lo que había sido, y siendo condenado al descrédito y al olvido.
https://conotrosojosblog.wordpress.com/2017/01/24/lyceum-club-femenino-de-madrid/

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