La Regenta tiene por mundo un país con retratos, una doble lectura : psicológica y sociológica, que coincide con la doble disección de su análisis: sobre los personajes y su medio. Doble esfera de análisis: individuo y sociedad. Doble esfera temática: religión (institucionalizada y fría), amor (insatisfacción).
El escenario de la novela, Vetusta, con el símbolo de la Catedral, dibuja el entramado y mecanismos de un mundo caracterizado por su inmovilismo, por las relaciones espirituales y afectivas coaguladas en fórmulas de hipocresía social y religiosa, pone al desnudo los mecanismos de una maquinaria social caduca, y sus fuerzas determinantes, a través del doble conflicto amoroso/religioso de sus protagonistas principales.
A partir del tema de La opresión que el medio social/moral ejerce sobre un individuo hipersensible -Ana Ozores-, se dibuja toda una problemática religiosa en una ciudad de provincias de la Restauración haciendo hincapié en los diversos tipos clericales, relaciones de poder, función de la confesión, murmuración, etc., como formas de dominio y presión del medio.
El tema de Ana Ozores navegando entre la posesión matrimonial del paternal don Víctor, el poderoso temperamento de don Fermín de Pas -con su soberbia eclesiástica de época-, y el donjuanesco don Álvaro Mesía -teatral Casanova de cepa hispana, y reflejo además de la modernidad parisina-,el menage à trois (à quatre, más bien) del argumento, es una excusa,es el entramado folletinesco, a partir del cual ,se realiza un sistemático análisis de los personajes y su medio social. Prueba de ello es el rápido desenlace, que sólo tiene lugar al final del capítulo 29, y -en su mayor parte- en el capítulo 30, el último. Antes, el autor se había ido deteniendo, con evidente complacencia, en un dibujo de caracteres y mecanismos de poder, en un estudio de psicologías y de relaciones sociales.
Si en la novela naturalista de Zola el argumento, el interés de la acción, es prevalente, en La Regenta lo importante parece ser esa disección impersonal y objetiva, que convierten la obra en un tratado (naturalista) de sociología práctica.
El mapa moral de Vetusta, y su red de relaciones de poder, queda patente como símbolo de una realidad de época, bien concreta; el conflicto interior de los personajes, manifiesta además una crítica punzante y demoledora -pese a la elegante distancia de la corrección estilística y la ironía- que toca de lleno en la concepción española de la época.
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